El gobierno de Andrés Manuel López Obrador termina su primer tercio (el de varas) y de inmediato, inicia el Segundo (el de banderillas). Dentro de dos años comenzará el tercero (el de muerte). Así es en términos de la tauromaquia y así se lidia un toro bravo en una corrida. El principal objetivo del tercio de varas consiste en que el matador estudia el comportamiento de la bestia. La concentración y la observación son elementos clave para apreciar si el toro es manso o bravo, si fuerte o blando, atento o distraído. Al entrar los picadores, el matador es más observador y mientras uno pica con una puya para debilitar la fuerza del bruto, el otro cubre la salida del toro para que no huya.
En el segundo tercio, los banderilleros salen a clavar las banderillas en el cuello del toro. Se clavan tres pares y en ocasiones el propio matador y no los mozos, también las clava. La función es debilitar al toro, enfurecerlo y sacar su bravura. El tercero, es el más peligroso e importante, pues el torero debe encarar a la bestia y matarla en menos de quince minutos. Y un sexenio es igual. Es táctica y estrategia, diría un militar.
Se podría emular también un sexenio con un juego de pelota, y quizás hubiera sido más lógico hacerlo en términos beisboleros porque éstos constituyen una moda sexenal. No difiere mucho de una corrida de toros sólo que en la pelota, habría que dividir el juego en tres partes de tres innings cada una. El resultado es el mismo.
El juntador de letras ha sosteniendo que referirse a Andrés Manuel y a su gobierno es sencillo porque lo hecho es exactamente lo propuesto y lo que resultaba esperable. Conocer al enemigo, sin embargo, ha resultado mucho más difícil de lo que hubiera sido predecible porque se cruzó la pandemia que ha venido a complicar todo, pero a la vez, permitió conocer mejor a los adversarios y claro, ha modificado los planes. Sin embargo la transformación va. ¿Qué sucedería si hubiéramos enfrentado al coronavirus con un gobierno de los anteriores? Dirían en mi pueblo, otro gallo nos cantaría.
Para coraje de los detractores el País conserva una estabilidad envidiable. Tipo de cambio, saldo en balanza de pagos, déficit gubernamental, inflación, deuda. Todas las variables macroeconómicas se encuentran bajo control y el juego que es abierto, está repartido. Unos hemos decidido apoyar la transformación y otros han determinado ir en contra. Y eso no es polarización porque la inmensa mayoría apoyamos la 4T. Los de enfrente hacen mucho ruido, como las chachalacas, porque los medios tradicionales lo amplifican y han logrado vender la idea de la polarización, pero es uno de los muchos bulos que habrá que desmontar.
En el segundo tercio, se debilitará la bestia. Para eso serán las elecciones del 21 y la revocación de mandato en el 22. López Obrador se impondrá en ambas. Todas las evidencias y proyecciones así lo indican. La oposición continúa sin saber que hacer y en parte, esa desesperación los llevará a formalizar el PRIAN. Que se les una el PRD, carece de importancia, pues esos, lo único que quieren es conservar el registro y espero que no lo logren. Los amarillos fueron históricamente importantes pero los chuchos son otra cosa que no tienen mucho en común con el proyecto del PRD.
Las bases para la transformación están sentadas. Los que no la quieren, que odian los cambios, critican que el País no ha cambiado, y entonces debieran desbordar felicidad. ¿Y entonces, por qué se unen? Juan Pueblito ve las cosas de manera diferente que los conservadores y Andrés Manuel conserva su base social intacta, al tiempo que el FRENAAA ilustra a la perfección a la oposición. La descomposición del Frente es la descomposición de la oposición. En el segundo tercio, el toro se mostrará más furioso pero sangrará y la furia lo alejará más de la realidad, de su triste realidad. Después, la faena de la muleta sólo precederá a la espada que le dará muerte.
No hay mucho más que decir de estos primeros dos años de gobierno. La 4T va y va bien. A pesar de todo, va bien y durante el segundo tercio se instalará en varios estados, Colima entre ellos. La oposición aquí mismo, no logra dar pie con bola y hablan hasta el cansancio de la fortaleza de su voto duro. Según Mitofsky (dicho el 30 de noviembre), el voto duro, para todos los partidos, es apenas del 33 %. Sólo una fracción de eso es para la oposición y una fracción de esa fracción corresponde a cada partido de oposición. Y esa es la canción y la esperanza de los opositores, pero la realidad dice otra cosa. Pronto lo comprobaremos.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.