Si modificar la correlación de fuerzas en el Congreso tiene como propósito someter este poder al Ejecutivo, se habrá repetido el fraude democrático de la anterior Legislatura.
El coordinador de la fracción del PT, Carlos César Farías, debe convencernos que el manotazo del miércoles buscaba restablecer el consenso de los diputados y no, simplemente, trasladar el liderazgo de la diputación cuatroteísta de un coordinador a otro.
Esto es, pasarlo del jefe de la bancada de Morena, Vladimir Parra, a Farías como cabeza del grupo petista, cuando no –como presumen los voceros oficialistas– a Guillermo Toscano, el capataz de una bancada surgida para mediatizar la oposición denominada Juntos por Colima.
En el Legislativo que fue electo en 2015 –el mismo proceso local donde Ignacio Peralta ganó la gubernatura, aunque ese triunfo fue anulado y hubo que realizar comicios extraordinarios– el Partido Acción Nacional obtuvo mayoría absoluta sumando ambos principios: 10 diputados uninominales y tres de representación proporcional. Pero la voluntad ciudadana fue traicionada.
NICO ERA DEL PRI
Alentando la división entre los cuadros panistas y los que fueron candidatos externos, el priismo gobernante consiguió que tres de esos diputados se declararan independientes: Nicolás Contreras, actual director de la Comisión Intermunicipal de Agua (Ciapacov); Javier Ceballos, actual director del Registro Civil del Estado, y Luis Ayala Campos, quien sigue esperando su pago en especie.
Pese a que no existe un partido registrado como Independiente, esos tres congresistas locales formaron una fracción a la que llamaron pomposamente Nuestro Compromiso por Colima.
Para controlar al anterior Congreso, se aprovechó la disputa interna que se vivía en el PAN por la presidencia del comité directivo estatal. Romper la mayoría, eventualmente le permitió al gobernador Peralta contar en votaciones decisivas con la aprobación de otros tres diputados panistas.
Hacia el final del periodo para el cual fueron electos, la presidencia de la Comisión de Gobierno Interno la ejercía Nico, supuestamente apartidista, aunque en la ficha que la Cámara de Diputados elaboró sobre esa legislatura del estado de Colima (http://www.diputados.gob.mx/sedia/biblio/archivo/edos/COL._58.htm ) definen a Contreras Cortés como ¡diputado del PRI!
PELÍCULA QUE YA VI
La secuencia de escisiones, traiciones y desconocimientos que se vieron en la 58ª Legislatura, se está repitiendo en el actual parlamento pero a mayor escala.
Ha habido hasta ahora tres líderes camerales: Miguel Ángel Sánchez, hoy diputado del Verde; Jazmín García, quien decepcionada de su experiencia parlamentaria pidió licencia definitiva, y Vladimir Parra, presuntamente depuesto la noche del miércoles 15 de julio de 2020.
Ya veremos si, para cuando regresen de vacaciones los diputados, se consuma la remoción de Parra del Gobierno Interno (La sesión en la que Farías rindió protesta, alega Vladimir, ya había sido cerrada y por lo tanto la elección fue ilegal).
O, mejor dicho, ya veremos si después de la visita del Presidente de la República este viernes 17, las bancadas que responden al proyecto lopezobradorista confirman los cambios en la composición política del Congreso.
Si así ocurriera, habrá que preguntarnos nuevamente a qué fines sirven tanto Carlos César Farías como Guillermo Toscano.
POLÍTICA A LA MEXICANA
En una democracia es normal que la división de poderes se manifieste en oposición política. En forma casi inconsciente, con su voto la ciudadanía decide ampliar los márgenes de acción de un gobernante o, por el contrario, equilibrar los poderes.
Como evidencia de la transición democrática, en 1997 el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados. Y el partido gobernante en turno no volvió a ser hegemónico, hasta Morena en 2018.
Para conseguir la gobernabilidad negada en las urnas, los titulares del Ejecutivo federal tuvieron que hacer alianzas. En la teoría política, esta aglutinación de fuerzas disímbolas implica incorporar a la agenda de gobierno algunos de los puntos del programa de acción de los partidos aliados. Sin embargo, a la mexicana el proceso de recomposición ideológica se acorta comprando parlamentarios.
Prometiendo jugosas recompensas políticas, Enrique Peña Nieto consiguió que PAN y PRD se sumaran al Pacto por México que buscaba –entre todas las llamadas reformas estructurales– la privatización de la industria energética.
Al líder de la bancada del PAN en el Senado, por ejemplo, le prometieron la gubernatura de Colima, un acuerdo que Peña no cumplió por las pugnas entre Videgaray y Osorio Chong al interior del gabinete.
Jorge Luis Preciado estuvo a punto de ganar la elección para gobernador. Y alguna razón debió haber para anular los comicios ordinarios, de más peso que simplemente repetir las elecciones y volviera a ganar Nacho Peralta con una ventaja más clara.
MANDATO POPULAR
Con todo, esa intención en contra de la continuidad priista se reflejó en la votación de diputados: de los 16 distritos de mayoría, el PRI obtuvo apenas 6, contra 10 de Acción Nacional; y los panistas consiguieron tres curules plurinominales, frente a las dos que le tocaron al tricolor.
En 2018, como efecto del tsunami electoral llamado López Obrador en la actual Legislatura la coalición Juntos haremos historia ganó 15 de los 16 diputados de mayoría relativa, y Morena uno más de representación proporcional.
Sospecho que incluso el triunfo de Francisco Rodríguez en el distrito VI, se debió en mucho al perfil de izquierdista que mostró durante años: fue diputado local y dirigente estatal del Sol Azteca.
En ese sentido, el mandato popular al diputado por Cuauhtémoc era que se comportara como un verdadero opositor. Y Paco acató la voluntad ciudadana durante el tiempo en que presidió la Comisión de Hacienda, como también después cuando la bancada PAN-PRD perdió en el Congreso el papel de bisagra que retomó el PRI.
Sin embargo, después de verlo aprobar el crédito es válido preguntarnos si Rodríguez García sigue respondiendo a la expectativa de la gente.
EL GATOPARDO
No está de más recordarle a los veleidosos diputados cuatroteístas locales (los 15 que llegaron por mayoría y que hoy están dispersos en las bancadas de Morena, PT, Verde e independiente, así como a la plurinominal Blanca Livier Rodríguez) que le deben su triunfo a López Obrador.
Y que el mandato popular fue muy claro: propiciar en Colima la Cuarta Transformación y, sobre todo, oponerse al gobierno de Ignacio Peralta. En otras palabras, hacer lo que incumplieron los panistas en la pasada legislatura.
Mucho se ha especulado con respecto a la debilidad de principios que pueden tener esos diputados, ya sea por razones ideológicas, por falta de mecanismos institucionales y políticos para imponer la disciplina partidista o por mera codicia.
¿Cuánto vale un voto a favor de las iniciativas del Ejecutivo?
¿Se paga en efectivo o con promesas a futuro?
Si es en metálico, tendría que ser lo suficiente para compensar los dividendos que ya no obtendrán en su carrera política. Porque dudo que la gente premie la traición o que esos diputados encuentren espacio en la lista plurinominal o en las planillas para ayuntamiento de los partidos que integrarán la alianza anti-AMLO, donde la fila de espera se ha ido haciendo cada vez más larga.
Y si es con promesas a futuro, no es muy alentador que apenas le hayan pagado el favor a Javier Ceballos, nombrándolo director estatal del Registro Civil (El priista Rogelio Rueda, en cambio, se puso listo y consiguió como pago por la operación política que JIPS descongelara el fíat notarial que había vetado públicamente el ex gobernador Fernando Moreno).
Los traidores de esta Legislatura, por lo demás, difícilmente encontrarán acomodo en la administración estatal. Como lo prevén todas las encuestas, el sexenio próximo habrá gobernadora o gobernador lopezobradorista en Colima.
Así será a menos que se cumpla la hipótesis del nido robado y la 4T, por falta de estructuras propias, haga llegar a la gubernatura a un representante de la vieja y desgastada clase política. En ese caso, todo habrá cambiado en Colima para que todo siga igual.
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