El domingo pasado por la tarde corrió como reguero de pólvora la noticia del contagio del Presidente de la República, divulgada originalmente por el propio Andrés Manuel a través de su cuenta de Twitter. Las reacciones no se hicieron esperar y aunque no faltaron los mezquinos que la festejaron, la reacción general fue de solidaridad, incluso por parte de algunos de sus detractores, quizás los políticamente más civilizados.
El contagio era previsible porque su actividad febril nunca disminuyó, aún durante épocas como la actual, de fuerte contagio, y porque se negó a saltarse la fila de vacunación y optó por esperar a que llegara su turno. Se desmienten de esta manera los rumores desatados por algunos de sus detractores que afirmaban que había sido vacunado en secreto. “No somos iguales”, afirmaría el Presidente.
El coronavirus de moda, no respeta jerarquía, ni posición política, ni posición económica ni nada. Llega así, de esta manera, como cantaría Simón Díaz, pues para llegar, no tiene hora ni fecha en el calendario. Llega sólo porque tiene que llegar. Así suelen ser las pandemias. También se divulgó el lunes que Carlos Slim, una vez el hombre más rico del mundo, aunque ahora fuera del top ten, también se encuentra enfermo por covid.
El propio Presidente no para por encontrarse infectado y aislado y la actividad del Gobierno que encabeza, menos. El lunes tuvimos una primera mañanera presidida por Olga Sánchez Cordero, la Secretaria de Gobernación, recortada porque la Secretaria debía estar presente durante la conferencia telefónica entre Andrés Manuel y Vladimir Putin para, entre otros asuntos, ventilar la posibilidad de que nuestro País adquiera 24 millones de dosis de la vacuna Sputnik V, pretensión que después se confirmó, pues el presidente ruso obsequió la petición de Andrés Manuel. Para el Presidente, más que cuidar su propia salud, resulta importante cuidar la salud de todos los mexicanos.
Esto es visto por muchos sin saber cómo reaccionar porque si bien, la noticia nos dejó patidifusos, muchos continúan en ese estado, o ya catatónicos. La reacción del Presidente ante esta adversidad es totalmente congruente con los postulados de la 4T, que no acaba de ser entendida por muchos mexicanos. Todo se hace en función del interés general y los pobres, van primero. Tremenda lección para todos los mexicanos, sobre todo para los políticos tradicionales. Y también para muchos que se han autoproclamado como morenos y como cuatroteístas sin serlo. Repito que no es lo mismo ser que decir que se es.
Irresponsabilidad del Presidente por no disminuir el ritmo de sus actividades, dicen algunos. Responsabilidad, gritamos otros. El Presidente de la República tiene la obligación de velar por el interés general antes que por su propia salud o por su propia integridad. Aún en una circunstancia desafortunada como por la que ahora atraviesa, Andrés Manuel nos da una lección sobre lo que debe ser la congruencia y la ética de un político y en particular de un presidente de la República. Esto, por supuesto, se festeja por parte de muchos, pero para sus detractores, es lo contrario.
Vuelve la idea de que es una fortuna para México que tengamos a López Obrador como presidente en la coyuntura actual. A pesar de la fuerza de destrucción descontrolada que representa la pandemia, tanto en términos sanitarios como económicos, Andrés Manuel ha sabido colocar al interés general como el gran referente y guía de la lucha en contra de las desgracias de este momento histórico.
Si Meade o Anaya hubieran ganado la elección del 18, seguramente el País se encontraría mucho peor: Más endeudado, con más desigualdad, con menos esperanzas y rebasado en términos de salud física y mental. Quizás ya se hubiera detonado alguna revuelta. Y de seguro, si el Presidente se hubiera contagiado por asistir a fiestas, hubiera huído en el lujosísimo avión presidencial para internarse en algún afamado hospital de Houston. López Obrador en cambio es atendido por Jorge Alcocer, el médico de todos los mexicanos. Eso nos proporciona confianza absoluta con respecto a su recuperación.
Y así, el escribidor no cree equivocarse en sus afirmaciones con respecto a lo que sucedería si tuviéramos un presidente diferente. Y por supuesto ante lo despiadado de los fenómenos metereológicos que nos azotaron hace algunos meses, sólo se hubieran hecho negocios, como siempre.
Y afirmo lo dicho a pesar de lo que expresan los partidos tradicionales en sus anuncios preparatorios del proceso electoral, afirmando que ellos sí saben qué hacer en momentos como los que vivimos. Si eso fuera cierto, lo habrían demostrado cuando tuvieron oportunidades para hacerlo y nos demostraron lo contrario de lo que hoy dicen.
Yo espero que el Presidente se recuperará del todo y pronto. México lo necesita. Por eso, #fuerzaPresidente. Y para finalizar, malas noticias para la oposición: Cuando regrese a sus funciones el Presidente será políticamente más fuerte, y no por conmiseración debido a su contagio, sino porque en este trance se muestra congruente y por mantener el interés general antes que cualquier otra cosa.
Los adversarios más ruines, que son muchos, verán como se alejan, otra vez de sus propósitos. López Obrador y la 4T seguirán adelante, y así, todos los mexicanos. Supongo que en vez de imaginar métodos truculentos para desbarrancar al Presidente y a los candidatos morenos, sus opositores deberían comenzar a ordenar sus cuentas porque no podrán evitar la mayoría morena en la Cámara de Diputados ni el triunfo masivo de los candidatos morenos en gobiernos estatales y municipales además de los congresos estatales. Los conservas parecen no sólo moralmente derrotados sino también en las urnas. Ni la complicidad del INE podrá salvarlos. Más les vale prevenir que lamentar porque más vale la graciosa huida que la apasionada entrega, según diría un aficionado a la fiesta brava.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.