En un mercado laboral siempre precario, donde los puestos de trabajo fijos tienden a desaparecer para dar paso a distintas formas de autoempleo, el profesional busca una actividad adicional al periodismo para redondear sus ingresos e, incluso, cultivar su espíritu emprendedor.
En el Consultorio Ético que abrió el año 2000 en el sitio web de la hoy Fundación Gabo, y que Javier Darío Restrepo sostuvo hasta el mismo día de su muerte, el 6 de octubre de 2019, a los 87 años de edad, el maestro colombiano respondió en su oportunidad a dudas sobre esta situación.
La consulta enviada por Lola Castro, de Colombia, el 16 de septiembre de 2015 (https://fundaciongabo.org/es/consultorio-etico/consulta/102), nos ayudaría a calificar la conducta posiblemente carente de ética en la que incurrieron las figuras del periodismo mexicano que aparecieron en la lista de contratos millonarios con el gobierno de Peña Nieto.
A la pregunta: ¿afecta la independencia de un periodista tener millonarios contratos de asesoría al gobierno?, Restrepo responde:
El mejor periodismo “mantiene distancia respecto del poder”, y el peor “convierte la información en negocio, merced a su cercanía con el poder”. Mal periodismo “el que, cercano al poder, acaba aprovechándose de él y, como cualquier cortesano, se presta para ser manipulado por el poderoso”. Un periodista así “pierde credibilidad” al ser visto “como el propagandista pagado por el poder y no como el vocero de toda la población”. Y “pierde la posibilidad de influir en la vida de la sociedad porque su falta de peso moral hace imposible que alguien pueda confiar en él”.
UNA CHAMBITA EXTRA
El 11 de mayo de 2015, Arnulfo Díaz H. consulta desde El Salvador (https://fundaciongabo.org/es/consultorio-etico/consulta/126):
Es moda ofrecer un trabajo extra al periodista en las campañas electorales: escribir discursos, redactar boletines de prensa, preparar ruedas de prensa o documentos de difusión pública. Quién acepta una de estas atractivas propuestas porque pagan bien mientras en los medios recibe una mala paga, ¿falta a la ética?
Para Restrepo, lo que está en juego es la independencia. El dilema es conservarla o aceptar un ingreso que compense un mal salario. “No siempre es posible tener los dos extremos del dilema”.
Cuando el periodista, generalmente mal retribuido en las empresas y asediado constantemente por quienes quieren comprar su conciencia profesional, “cede a la presión del ofrecimiento económico, lo mismo que quien cede a la presión de las amenazas, produce un daño social de incalculables consecuencias porque permite que, con su aval, se engañe a la sociedad entera. La credibilidad del periodista y del medio se ponen así al servicio de los políticos ineptos y corruptos, o de gobernantes mediocres y dañinos. Este es un daño que afecta a la sociedad y al periodista, o al medio mismo”.
El receptor de información espera que el periodista y el medio estén a su servicio y no al de los poderosos. Si sospecha que han sido comprados, todas sus informaciones son miradas con desconfianza. “En esa situación, el periodista y el medio se convierten en elementos desechables y sin peso moral alguno”.
PERIODISMO INSTITUCIONAL
Diez años atrás, el 12 de julio de 2005, Margarita Nava Jiménez planteó desde México (https://fundaciongabo.org/es/consultorio-etico/consulta/1210) una situación que es común en la prensa de provincia de nuestro país:
¿Cómo juzgar a un servidor público que presta sus servicios en una oficina de prensa de entidad oficial y utiliza su cargo para hostilizar a sus colegas y para poner la información al servicio de los litigios de su jefe inmediato?
Para Restrepo la pregunta permite definir el papel específico de las oficinas de prensa de las entidades gubernamentales. “¿Al servicio de quién están los periodistas que manejan la información de las agencias estatales?”
Como el periodista de cualquier medio, el que trabaja en una dependencia oficial “tiene por amo al lector y con él, a toda la sociedad. Esto excluye la idea común de que el periodista en los medios oficiales está al servicio de su jefe, el alto funcionario oficial”.
En la lógica democrática, los funcionarios electos están al servicio de la población que lo nombró en las urnas e indirectamente también al periodista que trabaja para él.
“Una oficina de prensa del sector gubernamental cumple su más alta función si media entre la población y el funcionario, para darle prioridad a la voz de la población, para hacerla oír, para exigir respuestas del funcionario y para recordar que cuantos están en el gobierno tienen por amo al ciudadano, por tanto es un deber escucharlo y rendirle cuentas”.
Cualquier otra tarea de esas oficinas de prensa, como las relaciones públicas del funcionario o la publicidad a sus proyectos y ejecutorias, “convierte al periodista en propagandista, lo despoja de su independencia y lo degrada a una condición de sumisión y servilismo. En una palabra, en estas oficinas el periodista está más obligado que cualquiera a mantener su integridad profesional para mantener su dignidad”.
MATÓN (MORAL) A SUELDO
Y qué decir del lamentable pero frecuente rol del periodista como gatillero verbal. El 1 de febrero de 2016, Rodrigo Chozo Huaman consultó desde Perú (https://fundaciongabo.org/es/consultorio-etico/consulta/52) si es correcto que un periodista consiga información para un funcionario público que quiere afectar a alguien.
Según Javier Darío Restrepo, “la información es un bien público y el periodista, como profesional de la información, es un servidor público, aun si se ejerce su profesión desde una empresa privada”.
Los medios comerciales “no pierden su carácter de servicio público”. Prevalece la función pública por sobre el negocio privado. El público exige información independiente y rechaza como un engaño la propaganda “hecha para servir a una persona o grupo”.
Los medios y la información que suministran son parte de los mecanismos de participación y de fiscalización que requiere una sociedad democrática. El ejercicio de la democracia es una actividad de la inteligencia, no de la fuerza, y se alimenta con “el conocimiento de la realidad y la práctica de la crítica, que es una de las formas de la participación, junto con el diálogo y el intercambio de saberes”.
PERIODISMO NO ES PUBLICIDAD:
Teniendo en cuenta el auge de la estrategia free press, ¿cómo se vería afectada la ética periodística cuando se mezclan publicidad con contenido editorial e informativo?, preguntó Francy Parra, de Colombia, el 30 de noviembre de 2015 (https://fundaciongabo.org/es/consultorio-etico/consulta/61).
Restrepo nos recuerda las terminantes normas contenidas en los manuales de estilo y las que proclaman los códigos de ética: “no se deben mezclar noticias y publicidad de modo que el lector llegue a creer que son una misma y única cosa las noticias y la publicidad”.
Una combinación o mezcla de ambas constituye un engaño en tanto que “la publicidad se vale de medias verdades para anunciar sus productos, instituciones o personajes. En la mayoría de los casos destaca cualidades y silencia o niega defectos, de modo que su información es incompleta y sesgada por el interés predominante de quien ordena y paga el anuncio”.
Por el contrario, el periodista está obligado a entregar a sus receptores la verdad más completa posible de los temas que informa; “esta característica le da al periodismo la credibilidad e influencia de que goza en la sociedad”.
Engaña quien se propone trasladar al discurso publicitario toda la credibilidad que corresponde al periodismo. “Existe incompatibilidad entre los cargos de relacionista público y el de periodista cuando este desempeñe funciones de jefatura en medio periodístico de información”, reza la Carta de ética periodística en Chile.
FINANCIACIÓN ÉTICA
Santiago Gavilanes, de Ecuador, preguntó el 26 de octubre de 2016 (https://fundaciongabo.org/es/consultorio-etico/consulta/1568): En un medio digital sin fines de lucro, enfocado al periodismo de investigación, ¿cuáles deberían ser las consideraciones éticas para su financiamiento?
La respuesta que da Javier Darío Restrepo es contundente: las mismas normas éticas que para cualquier otro medio informativo, que la financiación esté al servicio de la información, no la información al servicio de la financiación.
La estructura financiera tradicional de los medios está cambiando radicalmente en los diarios digitales, de modo que la publicidad, los patrocinios, los subsidios tienden a desaparecer como medida necesaria para preservar la credibilidad de los medios. Con la dependencia que mantienen respecto de las fuentes de financiación, esa estructura financiera tradicional minó la credibilidad de los medios. Para los diarios digitales, las suscripciones, estimuladas por una alta calidad de las informaciones, podría ser una nueva y limpia fuente de financiación.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.