Ayer el Congreso del Estado dio un importante paso hacia la normalización del rumbo que debe impulsar la vida democrática de nuestra sociedad cuando con 17 votos aprobó el fin del imperio de la FEC y de un grupo de concesionarios del transporte público, minoritario, por cierto; que tenían secuestrado para beneficio propio, el descuento del 50 % en los pasajes que se cobran a los estudiantes; pero exclusivamente a los afiliados a la FEC.
La organización estudiantil era tramposamente favorecida para corporatizar a los estudiantes afiliados a la misma, mientras el grupo de concesionarios se servía con la cuchara grande a costa de castigar los ingresos de las organizaciones mayoritarias de transportistas, sobre todo de Manzanillo. Las cuentas, según han narrado muchas veces los transportistas afectados, nunca podían coincidir y se producía la danza de los pesitos para favorecer siempre a los líderes de la minoría. CON SAL Y LIMÓN se ha ocupado muchas veces de este tema, como también ha sostenido que esa medida era violatoria de los derechos humanos, por no ser general y favorecer sólo a un grupo de estudiantes, generando la existencia de estudiantes de primera y estudiantes de segunda.
Los afectados hicieron cuanto fue posible para mantener sus privilegios: engañaron, movilizaron y nada lograron: Sucedió lo previsible y el escribidor espera que empiecen a formar parte de la historia. Que no se nos olviden para que nunca vuelva a suceder algo similar. Y, sobre todo, para que el Congreso apruebe nuevas modificaciones al marco normativo de la movilidad, no sólo para normalizar el servicio y terminar con los privilegios de unos cuantos, sino para acabar con ese puñado de transportistas mal intencionados que sólo buscan lucrar más allá de los límites que debe marcar la ética, la equidad y la razón. Supongo que esos líderes transportistas ven llegar su fin, pues ayer al finalizar la sesión del Congreso y confirmarse su derrota, una cámara captó a un par de ellos (de muy negra trayectoria) mostrando, en sus propias caras, la viva imagen de la debacle. Hubo que esperar a que un Congreso de la Cuarta Transformación iniciara este proceso, que, además, debe continuar y mientras más pronto lo haga, mejor para todos, tanto por su impacto económico como político.
Llama la atención, sin embargo, la actitud desigual de los legisladores. La noticia nos dice que la aprobación fue dada por diputados de Morena, PAN, Movimiento Ciudadano, PANAL y PRI, mientras votaron en contra los tres legisladores del PVEM y Carlos César Farías del PT y prefirieron abstenerse Lizet Anaya de Morena y Ana Landa. Los votos en contra y las abstenciones resultan difíciles de comprender para el que junta estas letras. Creo la aprobación de esta iniciativa debió darse por unanimidad y que quienes no la aprobaron deben una explicación que aclare las razones que motivaron sus decisiones.
Si los beneficios de esta disposición resultan tan evidentes, es claro también cuál es el beneficio para los colimenses que no somos diputados (y aún para ellos). Si éstos son nuestros representantes, debieron llevar a la Cámara el pensar de los representados y si no lo hicieron es porque antepusieron sus razones particulares sobre el interés general. Su obligación es inclinarse siempre por ese interés general. Podemos especular que algunos hayan vendido sus votos o que otros hayan sido vencidos por pugnas internas o celos. Pero eso no debe ser motivo para haber votado como lo hicieron. Eso los define como diputados interesados o como una actuación resultado de una manera torcida de entender la realidad y nos lleva a concluir que no son buenos diputados porque no acatan el mandato que las urnas les entregaron. Nos deben la explicación, sobre todo, aquellos que ganaron su curul al amparo de la coalición que encabezó Morena.
Afortunadamente 17 diputados no sólo no se desnortaron, sino que estuvieron con la población y por supuesto, debo agradecer su decisión al Congreso y al mismo tiempo, felicitar a Vladimir Parra, como cabeza de la decisión. Ese es el tipo de acciones que requerimos. Deben cristalizar los cambios para transformarnos en una sociedad más justa y más igualitaria. Pero junto con la felicitación va la petición (y la exigencia, si cabe): Hay que continuar con lo iniciado. Y conste, ya nos enseñaron que saben cómo hacerlo.
Hay que reestructurar el transporte público, de eso no hay duda. Y para lograrlo, habrá que hacer todavía más ajustes al marco legal. No pueden ni deben continuar las cosas como están. Así que Vladimir y los otros 16 deben continuar y concluir lo que iniciaron y deben avanzar codo con codo. Este tipo de acciones son las que esperábamos de este Congreso. Si alguno desea seguir peleando y con desacuerdos, les ofrecemos un ring para que mejor diriman sus diferencias allí, porque ya nos enfadaron con sus veleidades. El Congreso no tiene tamaño para tantos primeros actores y primeras actrices y a muchos de los actores y actrices les faltan tamaños para ser protagonistas. Que cada uno cumpla con las labores para las cuales el pueblo los llevó a sus escaños. Lo demás cae de suyo.
En el Estado existe una cantidad bestial de automóviles. Son casi tantos como topes y semáforos inútiles existen en las áreas urbanas. Por muchas y diversas razones, no pueden ni deben circular tantos y la única forma de lograrlo es mediante un ordenamiento adecuado del transporte público y ese es el tamaño del reto frente a ustedes. Así que, manos a la obra. Desde aquí, estamos listos para echarles porras (si se las ganan) o para abuchearlos (si no se ganan las porras). Así que, síguele Vladimir y síganle los demás.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.