Durante la transición, cuando Indira Vizcaíno como gobernadora electa hacía gestiones ante el gobierno federal para resolver el grave problema financiero que estaba dejando Ignacio Peralta, un amigo con probada experticia en comunicación política anticipó que podrían llegar a ser un problema de percepción social las enormes expectativas que despertaba el arribo de la joven gobernante.
Y no porque Vizcaíno Silva fuera a ser incapaz de enfrentar el enorme desafío de contener la caída en Colima de los indicadores más sentidos por la población: seguridad, crecimiento económico y servicios de salud; sino porque cualquier esfuerzo que hiciera la nueva gobernante para remontar esos retrocesos en la calidad de vida de los colimenses, podría no ser suficientemente apreciado.
Siendo optimistas podíamos pensar que, si Nacho Peralta dejó al estado jodido, cualquier logro por pequeño que fuera se vería espectacular. Pero en el arranque de la administración no fue así. Y no sólo porque hay una clase política y una opinión pública tradicional empeñadas en sostener que estábamos mejor cuando estábamos peor, sino porque el gabinete de Indira fue durante meses muy discreto a la hora de publicitar los avances en el cumplimiento de sus metas.
Mucha gente esperaba que, apenas a cien días del inicio de sexenio, “nuestra Colima” ya hubiera superado el rezago que causaron los gobiernos priistas del ciclo neoliberal. Pero tamaña esperanza no fue un fenómeno que creó Indira con sus discursos de campaña, sino mera consecuencia del hartazgo de la población.
Aun con el temor al cambio que produjo en muchos el razonamiento de más vale malo por conocido que bueno por conocer, el electorado votó mayoritariamente por sacar al PRI de Casa de Gobierno ante la evidencia que, incluso con la eventual titularidad de Mely Romero, seguirían mandando los mismos.
El tiempo les dio la razón a esos suspicaces cuando vimos marchar por las calles de Colima en contra del gobierno de López Obrador, a esos mismos políticos del PRI y el PAN que se estuvieron disputando la gubernatura de 1997 a 2015.
El viejo régimen los creó y ellos se juntaron.
LOS PLEITOS DE OTROS
Muchos colimenses votaron por Indira Vizcaíno esperando que ella cobrara venganza por los agraviados con la frivolidad y la irresponsabilidad del priismo de Peralta Sánchez, la impunidad del priismo de Mario Anguiano o la presencia desbordada en las instituciones públicas del priismo de Fernando Moreno. De paso que ajustase cuentas con el panismo de Jorge Luis Preciado o el de Pedro Peralta, quienes afrentaron a los votantes crédulos con su farsa opositora.
En la medida que se fueron revelando los escándalos por los manejos financieros del gobierno anterior, los activos del priismo de JIPS rezaron para que la furia indirista se dirigiera contra los liderazgos y las posiciones del priismo de FMP. Pero la administración Vizcaíno no compró los pleitos al interior de un grupo político que, curiosamente, resultaba monolítico todavía en 2015 cuando sus dirigentes se enfrentaron al priismo de MAM aliado con el panismo de JLPR.
Algunos pensaron que la 4T en Colima había roto en las últimas semanas la neutralidad frente a la pugna entre priistas, porque mientras ha faltado operación legislativa para enjuiciar políticamente al diputado Carlos Noriega, exsecretario de Finanzas de Peralta, sobró cobertura mediática para notificar la intención de desafuero contra el congresista local Héctor Magaña. Sin embargo, el día del informe Indira volvió a enjuiciar moralmente a su antecesor. Y a las ironías de Magaña respondió con sarcasmo, mientras dejaba que las galerías se encargaran de abuchear al portavoz de la bancada tricolor.
“Recibimos un gobierno quebrado y un pueblo olvidado”, dice Vizcaíno en uno de los videos promocionales del informe. Hace un año, empieza el recuento, pudo observar la fotografía completa y no fue una imagen agradable, “la realidad es muchísimo más dura que lo que percibíamos: finanzas colapsadas, pasivos por doquier, cajones no vacíos pero sí llenos de deudas y pagarés”.
En el olvido se encontraba el pueblo, a tal grado que sobraban comunidades sin servicios básicos como agua potable, subrayó Indira. Muchos de los centros de salud estaban en total abandono. Y había colonias y comunidades donde la policía nunca se paraba. En el colmo, nunca tuvo el gobierno de Nacho un plan para atender estas necesidades.
CASTIGAR A LA INDOLENCIA
“Indolente es la palabra que describe a un gobierno que durante seis años no hizo más que generar privilegios o negocios para su grupo”. Y prometió la gobernadora que “ya se encargará la justicia de los indolentes que, además, fueron corruptos”.
“Eso fue lo que recibimos, así iniciamos”. Y en el camino se fueron añadiendo preocupaciones tan severas como la inseguridad pública. “En las últimas dos décadas, la contemplación en el mejor de los casos o la complicidad en el peor, ocasionaron que las bandas delictivas operaran a sus anchas en Colima”. Y “en el primer mes de este 2022, el rompimiento al interior de un grupo criminal hegemónico en el estado ocasionó el recrudecimiento de la violencia que todos conocemos”, dijo Vizcaíno Silva en el Complejo Galván.
Los 783 homicidios dolosos acumulados hasta inicios de noviembre de este año de los que habló recientemente el nuevo vocero de la mesa de seguridad, Francisco Javier Almazán Torres, representan una afrenta directa no sólo a las instituciones de seguridad pública sino a los colimenses de bien, dijo Indira, quien asume la tranquilidad y la paz de los buenos colimenses como su prioridad.
El objetivo de su gobierno –resumió– será transformar a Colima en una tierra más justa.
EL EJE CARRETERO
Para contrarrestar la narrativa de que en este gobierno no se ha realizado obra pública, Indira Vizcaíno hizo en su mensaje ante el Congreso del Estado una serie de anuncios que abarcan lo mismo infraestructura de gran envergadura que proyectos llamados a transformar la vida de una pequeña comunidad.
Una mezquina campaña en las redes sociales ha buscado demeritar la culminación del tramo transvolcánico de la autopista Colima-Guadalajara, afirmando que el gobierno de López Obrador se limitó a inaugurar la vía e incrementar el peaje, como si destrabar el litigio que alguien había enredado –probablemente con la intención de obtener beneficios– y realizar un importante número de obras de compensación a los ejidatarios no fuera suficiente.
Con al menos cuatro carriles en todo su recorrido, la autopista se acerca a las exigencias de un puerto que no ha dejado de crecer en el volumen de mercancías contenerizadas que maneja. Eso tiene una enorme trascendencia y, como el paso libre de peaje por la caseta de Armería para los vehículos de uso privado, es resultado de una gestión de Indira.
Sin discusión, es mérito de la 4T iniciar la ampliación a seis carriles: “estamos avanzando para que el tramo Armería-Colima, incluyendo la zona de La Salada”, tenga tres carriles por cada sentido antes de que concluya el sexenio federal, “manteniéndose sin cobro a particulares” el camino a Manzanillo.
OBRAS QUE TRANSFORMAN
En sus diferentes mensajes (el oficial, ante la Legislatura, y los discursos al pueblo que dio en escenarios de Colima, Tecomán y Manzanillo) Indira puso el énfasis en las 336 obras, con una inversión de más de 626.6 millones de pesos, que este año se realizan: como la construcción de una unidad deportiva nueva en Flor de Coco, Armería; la apertura de un camino en La Caja, en Comala, con inversión de 4.2 millones de pesos y la construcción de un puente colgante en Las Conchas, Ixtlahuacán, entre muchas otras.
El tamaño y el monto importan menos que las mejoras en el estilo de vida, acceso a mercados para sus productos y a servicios educativos y de salud que suponen estas obras para los beneficiados.
Por lo demás, la 4T ha invertido en Colima más de 160 millones de pesos en carreteras y vialidades, más de 21 millones en parques y espacios públicos, más de 198 millones de pesos en todos los hospitales y centros de salud, y más de 146 millones de pesos para mejorar escuelas. “Y así seguiremos priorizando siempre el beneficio comunitario sobre intereses políticos, económicos o de otra índole”, aseguró Indira.
En este año, el apoyo federal se dejó ver no sólo en los adelantos de participaciones para que Indira pudiera ponerse al corriente con los adeudos que dejó Nacho nada más en los salarios de trabajadores sindicalizados y de confianza, incluidos algunos funcionarios de primer nivel.
Ante la emergencia del sismo del 19 de septiembre, el presidente López Obrador entregó apoyos de 30 y 60 mil pesos a 7,515 familias afectadas, los cuales representan una inversión superior a 238 millones de pesos que sirvieron para reconstruir viviendas y comercios dañados, carreteras y escuelas.
MAYOR COBERTURA DE SALUD
Uno de los mayores logros del primer año de Indira está a la vista y es palpable, aunque muchos no lo quieran reconocer: la reconstrucción del sistema de salud.
Con los esquemas operativos del IMSS-Bienestar o, en su caso, del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), se invierten más de 80 millones de pesos para mejorar 64 centros de salud del estado y 118 millones de pesos más en la rehabilitación de los cinco hospitales que se tienen, para un total de 198 millones de pesos invertidos en la mejora de infraestructura médica local.
Para brindar certeza laboral al personal de salud, se basificaron más de 500 profesionales médicos, de enfermería y personal de apoyo; se mejoró el abasto de medicamentos e insumos, pasando de 15% al recibir la administración a 90% hoy; se rehabilitaron los mastógrafos en Colima y Manzanillo, y las hemodiálisis son ahora gratuitas; se habilitaron especialidades que estaban olvidadas como foniatría en el Hospital Regional Universitario, y se pusieron en operación los quirófanos en el Hospital Materno Infantil.
COLIBECAS Y COLIRED
Se implementó la Pensión Colima Bienestar para Personas con Discapacidad sin límite de edad, lo que representa una erogación anual de casi 90 millones de pesos pues el programa ya cubre a los derechohabientes mayores de 30 años.
Pero el sello personal de Indira es un eco de lo que fue su gestión como alcaldesa en Cuauhtémoc, cuando rompió el tabú de los programas sociales al alcance de un municipio entregando uniformes e incluso algunas computadoras.
Ya como gobernadora, este año se entregaron más de 111 mil uniformes a estudiantes de preescolar, primaria y secundaria que asisten a escuelas públicas; mochilas y útiles escolares para más de 79 mil infantes, y más de 31 mil computadoras portátiles para estudiantes de secundaria.
Como lo detecta cualquiera que abra su dispositivo en un espacio público, la conexión al internet libre que ofrece la CFE es ya una realidad en Colima. Hay 647 puntos de acceso funcionando en el estado y, en una segunda etapa, habrá cobertura inalámbrica en todas las escuelas y plazas públicas.
Reducir la brecha digital es un acto de justicia y democracia.
Por cierto, todavía no se alcanza a calibrar la importancia de que, en un año, se abrieran en Colima dos instituciones públicas de educación superior: la Universidad para el Bienestar Benito Juárez, en Armería, y la Universidad Intercultural Colima, en Comala.
UN PENDIENTE, LA TRANQUILIDAD
El tema de la inseguridad seguirá siendo el más sensible por mucho tiempo todavía. En espera de que terminen de funcionar los programas de prevención, se realizan acciones de contención para evitar que la delincuencia le gane la carrera al Estado. Por lo pronto, este año se entregaron 157 patrullas a corporaciones estatales y municipales sin distingo de colores partidistas. Y se aumentó un 8% el salario a quienes integran la Policía Estatal.
Tras un año de conflicto sordo, acercamientos frustrados y tensa relación, “gracias al manejo escrupuloso y honesto de los recursos públicos”, dijo la gobernadora, su administración pudo resarcir en parte las pérdidas que sufrieron los burócratas en su poder adquisitivo: a inicio de año se dio “un aumento responsable del 3% que permitía garantizar el cumplimiento del mismo”, pero, en el marco de su informe, Indira anunció “un incremento adicional de 3% a quienes ganan más de 15 mil pesos y del 4% para la clase trabajadora que gana menos de 15 mil pesos”.
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