La corriente de Morena más poderosa en Manzanillo es la que se ha formado en torno al liderazgo de la alcaldesa Griselda Martínez, la munícipe más exitosa del estado en el cumplimento de una agenda que, ya en su segunda administración, puede presumir logros en materia de seguridad pública, finanzas, infraestructura y servicios públicos, lo mismo que en programas sociales.
Griselda no se puede reelegir para un tercer periodo consecutivo, pero con base en su afiliación al proyecto de Adán Augusto López Hernández –el secretario de Gobernación que busca ser el candidato presidencial de Morena en 2024– intentará encabezar la fórmula al Senado.
No es un secreto para nadie que, desde la cámara alta, Griselda estaría en condiciones de disputar la candidatura al gobierno del estado en 2027, con un perfil que combina un estilo lopezobradorista de gobernar (y sobre todo de hacer campaña y política) con la percepción de una figura contestataria a la gobernadora Indira Vizcaíno.
De este modo, de continuar su trayectoria partidista en paralelo al grupo que gobierna el estado, como ha venido sucediendo desde antes de la llegada de Indira al poder ejecutivo; de ser candidata Griselda y de ganar las elecciones aun contra la voluntad de la gobernadora saliente, se cumpliría una norma no escrita de todo partido de Estado: la alternancia dentro de la continuidad.
ASEGURAR LA SUCESIÓN
Para que el cargo de senadora la haga elegible al gobierno estatal, Griselda tiene que asegurarse de dejar como sucesora en el ayuntamiento a una figura afín, no tanto para que financie su precampaña como era costumbre en los años del viejo régimen, sino para que desde la presidencia municipal de Manzanillo en 2027 no aspire por su cuenta a la misma candidatura que Martínez.
El o la sucesora de Griselda en la alcaldía no le va a poder dar una tarjeta de crédito oro, como dice la presidenta que Gabriela Benavides hizo con su antecesor y jefe político, el para entonces diputado federal Virgilio Mendoza, para que se ayudara con los gastos de promoverse como dirigente estatal del Partido Verde y candidato a un tercer periodo como edil.
Pero lo menos que estará obligada a hacer quien despache en el edificio del Ayuntamiento que –por razones de seguridad personal, después del atentado a balazos– ha servido de morada a Martínez Martínez, es no regatearle los méritos de un ciclo de gobierno municipal que, para entonces, ya sumará nueve años y podría mostrarse como modelo de gobernanza típicamente cuatroteísta.
LA PEJEJITA DE COLIMA
Cuadro formado en el PRD de Arnoldo Vizcaíno, Griselda fue fundadora de Morena y llegó a la alcaldía contra todo pronóstico en 2018 gracias al tsunami obradorista, envuelta en un aura de auténtica luchadora social.
Se reeligió con una campaña austera, centrada en el trabajo de tierra y con sus logros de gobierno como propuesta electoral. Por primera vez en muchos años en la política manzanillense, la frase ‘más de lo mismo’ no tuvo con Griselda una connotación negativa.
Martínez ha lidiado con dos cabildos, en ninguno de los cuales tuvo control sobre los regidores de su propio partido, antes al contrario. Y en ambos se ha enfrentado a una oposición de alto nivel: en su primer trienio tuvo como regidores a los exalcaldes Martha Sosa y Virgilio Mendoza; en el actual concejo municipal hace corajes con un personaje astuto como pocos, el excandidato a la gubernatura, exsenador, exdiputado federal y local, así como exdirigente estatal del PAN, Jorge Luis Preciado.
En el puerto la tendencia de esos grupos políticos sólidamente constituidos surgidos en el PRI o en el PAN, es a adherirse al Movimiento de Regeneración Nacional para seguir existiendo en el nuevo régimen de la 4T. Y esto en parte se debe a la hegemonía política lograda por el morenismo de Griselda. Ella engordó la vaca que ahora codician viejos y nuevos políticos.
Son los grupos sobrevivientes del priismo de Rogelio Rueda; del priismo empanizado de Nabor Ochoa que acabó siendo ecologista; al igual que la corriente que nació con él y luego adquirió su propia marca con Virgilio Mendoza y Gabriela Benavides, quienes siguieron el mismo derrotero que Ochoa López del PAN al PVEM.
SU PROPIA CORRIENTE
Griselda ha venido trabajando en la formación de su propia corriente morenista. Pero no es el único proyecto que nace en este movimiento sin antecedentes directos en alguno de los viejos partidos. Está también el de la diputada federal con licencia Rosa María Bayardo, quien ya buscó la nominación a la alcaldía en 2018 y 2021, y, tras iniciar el sexenio de Indira Vizcaíno como secretaria de Desarrollo Económico, se desempeña actualmente como directora general del DIF Estatal.
En un equipo de trabajo sin colores partidistas, hay algunos colaboradores de Griselda Martínez que expresan inquietudes de política electoral. Se formaron en administraciones panistas, como la que en Colima presidió Héctor Insúa, o la perredista que en Cuauhtémoc encabezó Indira Vizcaíno.
Se menciona a la secretaria del Ayuntamiento, Martha Zepeda del Toro; al tesorero municipal Eduardo Camarena Berra; y al secretario técnico de Infraestructura y Planeación, Juan Manuel Torres García. Los dos primeros serían la propuesta del ‘equipo Manzanillo’ para la alcaldía, según se den las circunstancias de género. Y el tercero tiene en la mira, se infiere, una diputación local.
EL ANÁLISIS FODA
Lo anterior parece ser la ruta crítica que seguiría Griselda para convertirse en senadora y, posteriormente, en gobernadora. Pero el trazado de este recorrido no contempla una serie de obstáculos que encontrará en el camino.
Dada su condición de ventaja, Martínez sólo tendría que mantener a salvo su capital político, asegurar su viabilidad electoral, evitar que le finquen un proceso que la haga a ella o a sus colaboradores inelegibles, y confiar en que nadie se empeñará en cerrarle el paso, todo eso para llegar al Senado y dejar en el Ayuntamiento a un incondicional.
Recursos para hacer política los tiene de sobra el gobierno municipal. Frente a un aparato estatal que no logra superar el estado de quiebra en el que recibió las finanzas y que, por falta de liquidez, ha venido aplazando el arranque de las obras de infraestructura que prometió en campaña, mientras enfrenta la más sonada (porque las anteriores fueron silenciadas o ya se nos olvidaron) crisis de violencia en la historia reciente, Griselda sólo tiene que mantener el ritmo para aparecer en el primer lugar de las encuestas.
Este es el método que su partido utilizará para decidir sus candidaturas, pero ya sabemos que las consultas son un instrumento para legitimar una decisión política. En el viejo régimen se hablaba de procesos de auscultación para justificar el dedazo; y, cuando empezaron a simularse elecciones internas, de procesos amañados.
Por eso, la estrategia de Martínez para conseguir las posiciones que quiere pasa por la lucha partidista y la negociación política, en el marco de los acuerdos que tomen las corcholatas a la hora de que López Obrador decida el nombre de quien buscará sucederlo.
FORTALEZAS Y OPORTUNIDADES
Con tres asientos en el Consejo Político Estatal de Morena, dos ocupados por Griselda y Martha Zepeda, como militantes tienen boleto.
Con la representación del proyecto ‘Que siga López, estamos A(u)gusto’, técnicamente el griseldismo podría beneficiarse con la cuota de candidaturas en Colima que exigirá Adán Augusto por prestarse a dividir la elección interna en tres (para perjuicio de Marcelo Ebrard) y levantarle la mano a Claudia Sheinbaum en la contienda por la candidatura presidencial.
Griselda puede ser la promotora de López Hernández no sólo en la zona costera, sino virtualmente en todo el estado. Para ello, la alcaldesa debe conseguir que el subsecretario de Gobernación convenza a su hermana Claudia Yáñez de que trabaje con Griselda y no que pretenda hacer el trabajo de Griselda.
A César Yáñez le conviene porque necesita tejer muy fino para asegurar su propia nominación al Senado, y su pariente se caracteriza más bien por su rudeza de formas.
Tampoco a Griselda le conviene que Claudia Yáñez adquiera protagonismo. Si a César le ganan la cuota masculina en la fórmula al Senado podría pensar en su hermana como premio de consolación, y usar su cercanía con Adán Augusto para conseguirle la candidatura alegando supuestos niveles de popularidad.
DEBILIDADES Y AMENAZAS
En la elección interna y en la constitucional, Griselda lleva mano. Sin embargo, los otros grupos políticos (dentro y fuera de Morena) que buscan quedarse con la plaza política y económica más importante del estado harán hasta lo imposible por emparejar la cancha en Manzanillo.
En la lógica del poder, una gobernadora que no tiene los recursos que tuvo Griselda para solventar las dificultades al arranque de su administración, porque la recaudación y los ahorros que pueda hacer no son suficientes para remontar el déficit con el que Indira recibió la tesorería de Ignacio Peralta, podría sentirse tentada a minar las posibilidades de Martínez y su gente, para aprovechar el posicionamiento de Morena en el puerto y establecer en el Ayuntamiento a una figura que sí se reconozca deudora del liderazgo político de Vizcaíno.
Como jefa política del estado, Indira debe responder por la elección del o la candidata presidencial de Morena y, más allá del celo y el capricho que algunos columnistas le quieren achacar, hay que preguntar si la gobernadora tendría motivos para recelar de un cuadro que, como Griselda, quiera seguir su propia estrategia electoral:
¿Está dispuesta Griselda a ganar la elección al Senado, pero hacer perder al o la nominada a la alcaldía si esa posición no se la entregan a su equipo?
¿Caerá en la tentación de sacar más votos que la candidata Sheinbaum en el estado?
¿No protestará pero, con una huelga de brazos caídos, contribuirá a la derrota de los candidatos de Morena en el puerto?
O, en el colmo, ¿aceptaría ser candidata y nutrir las planillas de otro partido (el PRI de Fernando Moreno y/o el PAN de Jorge Luis Preciado) para hacerle la mala obra a una mandataria que no podría, así, presentar buenas cuentas de su operación política?
GAMBITO DE DAMA
No será compitiendo con el liderazgo de Indira sino haciendo sinergia con la titular del Ejecutivo, como Griselda podrá aplanar el camino hacia el Senado y, eventualmente, la gubernatura.
No puede olvidar que aquellos que la atacaron desde el PRI, el PAN y el PVEM, hoy la buscan y celebran porque la ven como una ‘enemiga de mi enemiga’. La usarán… y la desecharán cuando consigan que Morena pierda su baluarte en el puerto, pues lo último que quieren es verla como gobernadora.
Por dignidad y respeto propio, Griselda tampoco puede quedarse cruzada de brazos mientras sus competidores por el Senado y la Alcaldía tratan de descarrilarla y, con ella, a Martha Zepeda o Eduardo Camarena. No es una situación cómoda, pero no saldrá del embrollo jugando a las vencidas sino al ajedrez.
NO HAY DOS MORENAS
Como se trata de un movimiento y no de un partido tradicional, al interior de Morena hay concepciones distintas de lo que significa la Cuarta Transformación. Para sorpresa de sus detractores que la caricaturizaban como una irreflexiva seguidora de la revolución cubana, Griselda demostró ser una gobernante pragmática.
Ha mantenido la disciplina fiscal: férrea recaudación hasta el grado de lo impolítico; austeridad en el gasto hasta el extremo de que sus funcionarios, por momentos, pagan por trabajar.
Ha desafiado a los grupos de interés económico que, en algunos casos, tienen vinculaciones con negocios ilícitos, hasta el punto de que intentaron matarla.
Y ha ejercido una autoridad vertical en la que no hace concesiones (hasta en eso la comparan con Andrés Manuel), lo que mueve a sus potenciales competidores en la interna a buscar anularla políticamente, convencidos de que es imposible llegar a una negociación que convenga a ambas partes.
El riesgo que enfrenta Griselda es que todas esas fuerzas que se sienten amenazadas en sus propias aspiraciones de tener una cuota de poder en Manzanillo cierren filas para tratar de doblegarla.
HAY QUE NEGOCIAR
Ya lo vimos en días pasados con el sabotaje a la ley de ingresos que, aprobada en el Cabildo, fue rechazada en el Congreso por los propios diputados de Morena, para regocijo de aquellos contribuyentes del impuesto predial que se han visto beneficiados por el histórico rezago en la actualización catastral y no pagan lo que deberían.
Cercada informativamente, Griselda no logró socializar eficazmente su propuesta; e ignorada políticamente, no consiguió cabildear su propuesta de reforma tributaria progresiva (para que paguen más los que más tienen) con los responsables de la política financiera del estado.
Le convendría más vender su propuesta tributaria en los más altos niveles de la autoridad hacendaria, que volver a recurrir a los órganos jurisdiccionales ya que, en estos momentos, el poder judicial de la federación está apestado.
En la Secretaría de Hacienda una propuesta como la de Griselda resulta incómoda, porque la reforma fiscal a nivel federal se ha retrasado. Pero, al mismo tiempo, podrían verla como una oportunidad para que el municipio de Manzanillo incremente su recaudación sin que el erario tenga que sacrificar parte de los ingresos fiscales que recibe por la aduana y las operaciones portuarias.
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