GRISELDA Y LA (IN)SEGURIDAD EN COLIMA

Para nadie es un secreto que la inseguridad ha adquirido carta de naturalización entre nosotros con dimensiones que hasta hace unos años hubiéramos supuesto inimaginables. Todos los días, con indignación, tenemos que saber de problemas en todos los municipios y ahora la noticia, aunque excepcional, es que algún día no haya habido una muerte por violencia. Sin embargo, en la actualidad, los problemas más importantes parecen ocurrir en Manzanillo. La causa, más que evidente: Es un puerto de primer orden cuyo tránsito de mercancías que continúa creciendo y allí se ubican los intereses de muchas personas y grupos; además es la población con mayores ingresos en nuestro Estado. Manzanillo se ha convertido en la capital económica de Colima y lo que allá sucede tiene una repercusión cada vez más grande en los demás municipios.

Y no se crea que son sólo los intereses de los grupos de la delincuencia organizada los que ocasionan la inseguridad, pues los intereses afincados en Manzanillo son muchos y diversos. El atentado que recientemente sufriera Griselda Martínez, su presidente municipal, da cuenta de ello. Nos han tratado de vender la idea de que, quienes atentaron contra su vida fueron matones profesionales ligados a los grupos delincuenciales que se disputan el control de esa plaza, pero esa hipótesis no soporta el análisis más elemental: Ni los matones resultaron tan profesionales y la liga más bien pareciera ubicarse entre esos que tiñen su cuello blanco para transformarlo en cuello rojo.

Griselda Martínez es ampliamente conocida por sus ideas y por sus ideales. Es una luchadora social que no se inició en estas lides a partir de su postulación para encabezar el Ayuntamiento porteño, sino muchos años antes y sabemos también de su trayectoria, de su preparación y de su solidez política. Cuando el voto popular le favoreció, sabíamos que ejercería un gobierno que chocaría frontalmente con muchos intereses tradicionales instalados en el Puerto. Seguramente no había otro representante del lópezobradorismo porteño más acabado que la propia Griselda.

Y su gobierno ha sido así, como se esperaba, y por supuesto, los conflictos que ha debido enfrentar, también encajan en esa lógica. Ha tomado su paso y al hacerlo, ha pisado callos. Es una buena representante de la 4T en nuestro Estado y el escaparate que posee es uno que le permite lucir y amplificar tanto sus aciertos como sus errores. Y hasta ahora su labor debiera calificarse con nota positiva y eso se convierte en dolor de cabeza para quienes han visto mermados sus negocios o sus intereses políticos. El atentado, por eso, no huele a yerba.

A lo largo de su gobierno, ha criticado y denunciado desviaciones de recursos del Ayuntamiento en pasadas administraciones, la infiltración de elementos indeseables en las fuerzas de seguridad local, problemas en el manejo de la administración portuaria, la turbiedad y el desaseo financiero de la CAPDAM (a la cual, CON SAL Y LIMÓN se ha referido en repetidas ocasiones), el funcionamiento de la Aduana y claro, se ha acercado muchos grupos que habían sido marginados por sus antecesores. Es decir, Manzanillo vive una etapa de cambio y resulta completamente diferente al anterior. Esta administración municipal es parteaguas en la vida manzanillense y eso, por supuesto, afecta intereses y aspiraciones de más de alguno, por eso se ha activado un linchamiento mediático de primera magnitud hacia la Presidente, que no se ha detenido, hasta para meterse con su intimidad y sin apoyar diferentes afirmaciones con la realidad.

El atentado falló gracias, entre otras cosas, a la valentía de los elementos de la Armada que la custodiaban; pero más allá de la anécdota, debiéramos preguntarnos cuáles intereses son los que se afectan con sus acciones, lo que nos pudiera guiar a la respuesta con respecto a quiénes pudieran ser los actores que intervinieron como autores intelectuales del fallido atentado. Afortunadamente, resultó buena la protección asignada por la Marina y fallaron los ejecutores. Los cambios en Manzanillo habrán de continuar, además, porque el atentado se convirtió en nota nacional. La Fiscalía General de la República, a través de la SEIDO, habrá de investigar hasta encontrar a los culpables, lo cual sería imposible lograr con la instancia local (a la cual, bien conocemos), y realizar las denuncias correspondientes. Pero, en el camino, convirtieron a Griselda en figura nacional y en una contendiente muy seria a la candidatura morena al Gobierno del Estado.

Lo cierto es que Griselda nunca estuvo descartada para tal encomienda, pero muchos de los observadores políticos la habían minimizado al creer que los únicos finalistas en esta carrera serían Indira Vizcaíno y Mario Delgado. Después fueron entendiendo que las aspiraciones de Mario, si las tiene, habían resultado severamente dañadas por el apoyo desmedido del gobernador Peralta y la cargada de los priístas relacionados con el grupo que tradicionalmente ha encabezado el poder Estatal. Ahora Griselda es ungida como mártir y el colimense común, sobre todo fuera de Manzanillo, al conocerla, la considera como una mujer combativa y que encabeza luchas en congruencia con sus ideales, además, tiene los reflectores encima y por supuesto, la convierten en una muy seria contendiente por la candidatura del Partido de la 4T. Y estas son muy malas noticias para quienes trataron de acabar con su vida.

Es muy temprano para pensar que el futuro de Colima está decidido pero estos hechos, aunque lamentables, nos proporcionan elementos para imaginar los derroteros que puede seguir la política local en una fecha tan cercana y tan lejana como el 2021. Habrá que observar y esperar. Muchas cosas tendrán que suceder antes del día que vayamos a las urnas, pero… Colima se mueve.

Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.

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