Para hablar de los medios y de su papel en las guerras híbridas, los moneros de El Chamuco TV conversaron con el filósofo de la comunicación Fernando Buen Abad, “uno de los grandes semiólogos de América Latina y experto en el tema”, en la emisión del 27 de febrero por Canal 22 (https://www.youtube.com/watch?v=P8G1i9rhwt0&t=1293s).
“Estas guerras mediáticas, con sus campañas de odio y de difamación, son más escabrosas y complejas de lo que parecen. Sus operadores ocultan bien sus maniobras pese a resultar obvias y burdas, y no obstante que hay complejos tejidos al interior”, comenta el académico mexicano pero radicado en Argentina desde hace muchos años con [Rafael Barajas] El Fisgón, [Rafael Pineda] Rapé y [José] Hernández.
“En el mundo hay seis o siete grupos de expertos (think tanks) trabajando en manipulación de la opinión pública e inducción de conductas que pueden llegar al extremo de ser suicidas, y parte del trabajo de uno es desmontar el mapa de perversión comunicacional, caracterizar sus elementos (quiénes son, cómo se llaman, dónde están, qué papel juegan, cuáles son sus cartas) para exhibirlos.
“Estas guerras híbridas se las han declarado a todos los presidentes progresistas de la región, antes, durante y después de sus respectivos mandatos. Les han trabajado por etapas operaciones diversas con relación a distintos temas, de acuerdo a las circunstancias y coyunturas de cada país y región.
“Ejemplo de este trabajo es el venezolano J. J. Rendón, un referente de la consultoría política. Desde Miami donde habita, es capaz de decir cualquier barbaridad impúdica e impunemente. Se recuerda la campaña pagada por empresarios de su país natal contra Hugo Chávez, en la que usó a actores disfrazados de obrero, chofer o cualquier otro operario, para decirle al presidente lo que los patrones sentían: ‘Si tú le quieres quitar a nuestra familia sus bienes, te las vas a ver conmigo’. Esta operación sembró un pánico terrible.
“De igual forma, grupos como la MUV (Mesa de la Unidad Venezolana) y otras cuantas empresas asociadas, financiaron campañas brutales para impedir que se hiciera el recambio de focos incandescentes por los de LED, más ahorradores, diciendo que dentro del foco hay una cámara con la que el gobierno va a espiar el interior de tu casa y, si ven que tienes una recámara vacía, van a traer a cubanos para meterlos ahí. Más de una persona entró en quiebre paranoico, viendo a cualquiera que entrara al edificio como sospechoso de una invasión.”
NARRATIVAS SIMILARES
“Estas campañas no sólo corren por las redes sociales –sigue explicando Buen Abad–. En Argentina, el Grupo Clarín dedica las 24 horas del día a fabricar canalladas para atacar al gobierno de Alberto Fernández. La revista Noticias, financiada por ese mismo corporativo, ha publicado 30 portadas con fotos de la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner semidesnuda, golpeada, con moretones.
El director del Centro Universitario para la Información y la Comunicación ‘Sean MacBride’ de la Universidad Nacional de Lanús, Argentina, indica que “hace falta elaborar un mapa, el compendio de todas esas bajezas para verlo en su conjunto y dimensionar cómo operan en sincronía continental los Chicago boys del modelo neoliberal, quienes se sienten lastimados por cualquier proyecto popular y transformador que surja en el continente, y a ello responden con la misma pauta porque, en realidad, los dueños del negocio contratan el mismo tipo de agencia para orquestar el ataque”.
Son casi las mismas historias, narrativas muy similares las que se cuentan en toda América Latina. De hecho, “las respuestas que Carmen Aristegui dio [cuando la increparon por difundir reportajes tramposos como los de la fábrica de chocolates y la casa gris de Houston] en el sentido que ella publica las noticias con base en su opinión y visión como periodista profesional, se las he escuchado por lo menos a otros tres o cuatro referentes periodísticos de Latinoamérica, porque el guión lo escribe Juan José Rendón o bien Jaime Durán Barba, consultor de imagen y asesor político ecuatoriano, otro de esos personajes macabros”.
Hay que ser cauteloso al mostrar esta variedad y complejidad de ofensivas como un todo, para no darle al principal interesado que es el usuario del derecho a la comunicación y la información, la impresión de que somos conspiranoicos. Sin embargo, advierte Buen Abad, tenemos un arsenal de investigaciones serias que dan pruebas de esta gran guerra comunicacional.
En esta guerra híbrida, básicamente una ensalada brutal de toda la malignidad que sirva para golpear, todo vale: el aparato judicial y el aparato mediático, el espionaje y el robo de datos personales, las preferencias personales y hábitos de compra, los lugares que uno frecuenta.
Se usa ese conocimiento de los individuos en la guerra híbrida. Por ejemplo, una de las primeras estrategias de combate es saber dónde están las fuentes de agua de una comunidad y cortarlas, para luego desatar una campaña diciendo que el gobierno es incapaz de abastecer el líquido. Hasta llegar a extremos como los de Mauricio Macri quien, como presidente de Argentina, envió armas a Bolivia para apoyar el golpe de Estado contra Evo Morales, presentándolo como un acto solidario a favor de la democracia, comenta Buen Abad.
NOS FALTA CRÍTICA
Director de Cine egresado de New York University, licenciado en Ciencias de la Comunicación, master en Filosofía Política y doctor en Filosofía, Buen Abad reconoce como académico y documentalista que “se ha complejizado tanto la red de tránsito de informaciones”, que ya quedamos rezagados en nuestra capacidad de análisis, de crítica y de respuesta.
“Por más que nos percatemos que Televisa manipula o que veamos cómo opera Grupo Prisa de España sus contenidos en radio, periódicos, revistas y libros, necesitamos confrontarlos con un método correcto. Hay que incorporar elementos científicos, una semiótica como ciencia de las apariencias que sea capaz de descubrir, analizar y contestar de inmediato, en tiempo real. Vamos atrasados, apenas estamos discutiendo lo que se dijo hace dos semanas cuando ya hay nuevas canalladas en el escenario.
“Ucrania es el ejemplo más actual de lo que implica una guerra comunicacional. Se dice que la verdad es lo primero que muere en una guerra, pero lo que fenece primero es la dignidad humana: se descalifica la vida misma. Cuando eso, además, se aprovecha para manipular la mentalidad colectiva, tenemos un problema. ¿Con qué herramientas vamos a intervenir este cáncer del presente? No estamos preparados.
“Pero ellos sí están preparados. Hace unas semanas, la OTAN publicó con desenfado e impudicia que sus aliados están avanzando científicamente en lo que llaman la guerra cognitiva. Un tipo de guerra que no sólo manipula el pensamiento sino las formas en las que se produce el pensamiento. Por eso, uno acaba siendo el soldado represivo de uno mismo.”
El método consiste en un par de pasos:
–El primero, familiarizar a las personas con el difícil arte de ser holgazanes. Si todo acto de información es un trabajo, que no se esfuercen. Que crean lo que les digan si les gusta cómo se los dicen.
“Hoy la información no pasa por la verificación de los hechos sino por tocar sensibilidades y emociones”. A eso apelan los medios cuando presentan la imagen de una niña ucraniana llorando, antes de enderezar una acusación contra Putin. “Un público no acostumbrado a escanear la información, prefiere creer emocionalmente antes que verificar lo que está pasando”.
–El segundo paso es manipular la seguridad económica. Como decía Juan Domingo Perón: el órgano más sensible del ser humano es el bolsillo. Cuando te amenazan el ingreso, uno empieza a recular posiciones rebeldes.
“Y bueno, lamentablemente no tenemos formación suficiente para habilitar una crítica colectiva e incidir en estas campañas”, reconoce Buen Abad.
APELAN A EMOCIONES
Estamos librando una guerra híbrida pero, en el bando progresista, no estamos lo suficientemente preparados para responder a las cuatro estrategias principales que sigue esta hidra –monstruo de muchas cabezas– conservadora, dice Buen Abad.
Los grandes núcleos sobre los que se construyen interacciones coyunturales son los siguientes:
–Una vez que el problema de la información o de la desinformación dejó de tener su base en la verificación de los hechos, pasa a ser comprobable por la vía de las emociones: lo que me duele, me gusta, me conduele, me alegra o me excita, es más creíble que la realidad.
–El otro es el miedo económico: sembrar el pánico con base en la amenaza de perder la chamba; la posibilidad de que se acabe la comida, se desate la inflación o se disparen cualquier cantidad de factores que te llevan a recular en la determinación de dar pasos hacia adelante, los cuales siempre implican un riesgo.
–Otro factor es no informar: sabotear la información es una forma de contar la realidad, mutilando hechos, falseando contextos y eliminando coordenadas de lugar y tiempo de los hechos.
–Y la última es la construcción de los imaginarios colectivos que van hacia un falso sentido común, que traza un camino conservador por el que no tendríamos que aventurarnos pensando en un mundo diferente, por más que parezca justo y bonito
En esa última instancia hay tres estrategias concretas: una, aceptar que ellos siempre han tenido la razón; dos, que esa razón de ellos uno la tiene que defender como propia, además de obligarse a hacerla rentable; y, tres, entender esa razón como un patrimonio que debes pasar a tus hijos, quienes a su vez aprenderán que es la mejor herencia que tu padre pudo dejarle a sus nietos.
UNIFICAR VOLUNTADES
“Esto se conoce como la fundación de un proyecto de cultura subordinada. La guerra híbrida busca no sólo derrotarte con sus categorías, sino que te vuelvas el soldado defensor de ese modelo y no vuelvas a cometer el pecado de rebeldía.
“En esto están trabajando. Por ejemplo, sectores populares en Bolivia en un momento dado se sintieron absolutamente confundidos frente a la figura de Evo Morales y, en un pueblo que es un estado plurinacional empezaron a señalar a los indios porque se creen más que los demás.
“Estos episodios están ocurriendo. Hay sectores de clase que aprendieron a odiarse a sí mismos, la vergüenza de ser pobre, de no reconocerse como parte de un proletariado, los llevó a construir una identidad que les permita pasar a ser uno más de los que dominan, de los que reinan y viven bien en el mundo.”
“La guerra híbrida nos está presentando problemas muy específicos. En este continente hay millones de voluntades emancipatorias trabajando en cuentas de Twitter y Facebook, en páginas web y podcasts. Es un inmenso archipiélago millonario de grandes e importantes voluntades emancipadoras, pero es un archipiélago inconexo, donde no hemos logrado sintetizar, trazar líneas, unificarnos, darnos concordancia. Hay episodios en este continente que no deberían ser un chisme que corre por Twitter, sino un clamor continental.
“Por ejemplo, tenemos un cáncer continental: la inflación. Pero los economistas que saben, estas espirales de inflación son inducidas como estrategias desmoralizadoras. En todo el continente está pasando, pero la tasa de crecimiento inflacionario en Argentina es espeluznante.
“¿Y quién decide, con base en el dólar, devaluar su propia moneda cuando la estadounidense es la divisa de un país que debe tres veces su producto interno bruto? El dólar debería valer centavos de peso argentino y, sin embargo, no se ha devaluado porque Estados Unidos tiene el poder y el control político para obligar a que, en Argentina, la paridad sea 220 pesos.”
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