Julio Hernández López ‘Astillero’ llama a sus colegas a revisar el asunto de los montajes televisivos –el caso de Florence Cassez e Israel Vallarta, en 2005, y el de la niña Frida Sofía en 2017– y sus consecuencias en la remodelación de las programaciones televisivas.
Los invitados en la emisión del martes 27 de agosto de Radio Centro Noticias (https://www.youtube.com/watch?v=DRQcmy0mnRk) fueron Miguel Badillo, director de la revista electrónica de investigación Contralínea, Ernesto Ledesma, director del canal de internet Rompeviento TV, y Rubén Luengas, director del blog Entre Noticias.
En el momento que vivimos en México, ¿esos montajes constituyen una confesión de corrupciones internas y también de complicidades que deberían ser denunciadas?, pregunta Julio Astillero.
Para Rubén Luengas, “desde el momento que en una mesa de redacción (por lo menos en los medios de Estados Unidos donde trabajé) hay una selección de temas, se da la censura, porque los criterios para seleccionar esos temas van en función de cómo pueden repercutir en los ratings.
“Por ejemplo, alguna vez les dije en un canal de allá: aquí en Los Ángeles tenemos el mayor número de guatemaltecos fuera de Guatemala, son hijos de quienes vinieron directamente tras el golpe de Estado a Jacobo Arias en 1954, y el apoyo de Estados Unidos por 36 años a dictaduras como la Efraín Ríos Montt. En ese momento estaba el juicio por genocidio contra el general Ríos Montt. Pero la productora me frenó: ‘No es sexy el tema’”.
AHORA YA ES ÍDOLO
Para Rubén Luengas, “eso es aniquilar el periodismo que, se supone, apela a la reflexión y no a los sentimientos. Es lo que estaba platicando con una señora que vino a otro programa en Radio Centro y empezó a decir que a Carlos Loret de Mola obviamente lo corrió López Obrador. Y me lo ponía como un ídolo, como un crítico”.
“En mi canal de YouTube acabo de entrevistar al periodista Jaime Hernández que actualmente trabaja en La Jornada como encargado de la sección Sin Fronteras, y fue corresponsal de guerra en Afganistán. Estando en ese país recibió con unos colegas españoles a Loret de Mola, y le orientó acerca de cómo llegar a Tora Bora donde se supone que estaba Osama Bin Laden.
“Cuando Loret llega allí había uno de esos viejos tanques soviéticos al que los estadounidenses hacían disparar con unos dólares que le daban a un tipo, para hacer sus stand up (que es como se dice en el argot televisivo cuando el periodista está in situ). Cuando el enviado de Televisa vio eso, se paró con el tanque atrás y empezó a reportarle a López Dóriga. De repente dispara el tanque y Loret hace como que se asusta porque supuestamente no lo esperaba.
“El testimonio de Jaime Hernández no tiene desperdicio. Revela cómo la experiencia de Loret como corresponsal de guerra fue una puesta en escena. Se trataba de llenar butacas, de conseguir rating. Y eso me parece corrupción, es engañar a la audiencia y no explicar las verdaderas causas de una guerra como las de Afganistán e Irak que estuvieron basadas en mentiras. Tan es así que John Clark, el zar anti terrorismo de los Estados Unidos, les dijo al vicepresidente Dick Chaney que atacar a Afganistán e Irak después del 9-11 era como atacar México después de Pearl Harbor”, expone Luengas.
“¿Cuál es la labor del periodista?, ¿irte a lucir con una puesta en escena y decir: ‘soy un gran corresponsal de guerra’? Es lo mismo que pasó con la señorita que va a sustituir a Loret en el noticiero matutino: Danielle Dithurbide. A todos nos tenía conmovidos con la historia de la niña atrapada entre los escombros, pero como reportera ni siquiera cumplió con los elementos mínimos del periodismo: la verificación, la prudencia o aclarar que estaba citando a la Marina.
“Esto es muy común en la televisión, desgraciadamente. Durante la invasión a Irak, CNN hizo una transmisión para el interior de Estados Unidos y otra distinta para su señal internacional. Me parece absolutamente reprobable que periodistas se presten a esos manejos de información, y que luego se conviertan, como quería la señora hacer con Carlos Loret de Mola, en ídolos del periodismo en México”, reprueba Rubén Luengas.
LA NIÑA REPORTERA
Los montajes son frecuentes en el periodismo. Además de los explícitos, como la captura en vivo y en directo de Cassez y Vallarta o el falso rescate en el Colegio Rébsamen, otros montajes han formado parte de la agenda del gobernante, del anunciante y del político, dice Julio Astillero.
“Es reprobable, es antiético, trastoca la parte deontológica, es corrupción periodística”, agrega Miguel Badillo.
“En ese pasaje de la cobertura de Danielle Dithurbide –sigue diciendo Badillo– me acuerdo de una frase que dijo la reportera de Televisa: ‘La niña Frida Sofía acaba de informar –¡una niña de dos años!– que al lado de ella hay dos cuerpos’. ¿Te imaginas a una niña dando una descripción de cómo estaba ella debajo de los escombros, en medio de los dos cuerpos? ¡Cómo pretendieron engañar a la sociedad de esa manera!
“Y lo de Loret acordando con Genaro García Luna sacar la escena al aire. A Florence e Israel los detuvieron un día antes y decidieron montar la aprehensión en otro lugar. Grabaron como si los agentes de la AFI estuvieran trabajando en los hechos, pero todo era mentira. Y lo que provocó esa mentira periodística fue, precisamente, un daño al debido proceso que motivó la salida de la ciudadana francesa pero, extrañamente, mantiene preso a Vallarta cuando también él fue víctima de las fallas al debido proceso.
“La verdad legal es que había una organización de secuestradores, y existen pruebas”, apunta Badillo. Aunque hay colegas periodistas, como José Reveles que investigaron el caso y dicen que tales pruebas son fabricadas. Como sea, hubo violaciones al debido proceso y de eso no se benefició Israel Vallarta, quien pese a que presuntamente cometió un delito no ha sido sentenciado, resume Badillo.
MERECE LA CÁRCEL
Ernesto Ledesma felicitó a Julio Astillero por la entrevista que le hizo un día antes a Israel desde la cárcel, y en el estudio a otros miembros de la familia Vallarta:
“Resulta esclarecedora, necesaria y muy importante porque evidencia que Loret, Televisa y todos los que encubrieron este show, no dimensionan el daño a personas cuyas vidas cambiaron.
“Deberían abrir un proceso penal contra Carlos Loret de Mola porque no es un asunto menor. Es como Claudio X. González en su campaña contra la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación). En el sexenio de Peña Nieto, después de la aprobación de la mal llamada Reforma Educativa, las protestas magisteriales derivaron en 41 profesores presos. Estuvieron años en la cárcel por pelear por la libertad sindical, y eso cambió la vida de sus familias.
“Loret y esa gente hicieron un show mediático a costa de la dignidad, la integridad y la salud mental y física. Eso tendría que ir muchísimo más allá de acusar corrupción periodística”, enfatiza Ledesma.
UN PROBLEMA ÉTICO
Para Miguel Badillo, un proceso penal contra el periodista Loret de Mola que se prestó al montaje es inviable, pero sí podrían fincársele responsabilidades a la autoridad que sometió a todo el equipo de policías a ese montaje, que es Genaro García Luna.
“En el caso de Loret hay un problema ético”, agrega. Y aunque Astillero y Ledesma replican que Loret incurrió en encubrimiento porque él sabía que era un montaje, Badillo insiste en que no da para un proceso penal en contra del periodista.
A fin de cuentas –opina Luengas– este episodio debe servir para evidenciar cómo vivimos en la sociedad del espectáculo.
En 1967, Guy Debord publicó este libro genial: La sociedad del espectáculo. Mario Vargas Llosa retomó la idea en su ensayo La civilización del espectáculo (Alfaguara, 2012), pero el filósofo francés fue el pionero al afirmar que la televisión privilegia el espectáculo por encima del periodismo.
Como vimos en la película de Luis Estrada, La dictadura perfecta (2014), los magnates televisivos devalúan el oficio periodístico en la búsqueda del rating. Y son capaces de violar absolutamente todo con tal de ganar audiencia, remata Luengas.
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