HISTORIAS INVENTADAS

En su edición del miércoles 19 de diciembre de 2018, la revista semanal Der Spiegel –uno de los medios más influyentes de Alemania y de mayor difusión en Europa– protagonizó un episodio que puso en duda su rigor profesional.

En su nota fechada en Berlín, ‘El periodista estrella que se inventó 14 historias para Der Spiegel y burló a sus 60 verificadores’ (https://elpais.com/sociedad/2018/12/19/actualidad/1545234239_110446.html?rel=mas), el corresponsal de El País en Alemania, Enrique Müller, cita el comunicado mediante el cual la publicación que se edita en Hamburgo anunció el despido del periodista Claas Relotius, de 33 años, tras descubrir que había inventado testimonios y protagonistas en algunos de sus reportajes.

“El periodista de Der Spiegel Claas Relotius ha falsificado historias e inventado protagonistas, con lo que ha engañado a los lectores y a sus colegas”, explicó el seminario en su web en diciembre pasado.

También informó a los lectores que el escándalo fue descubierto después de realizar una severa investigación interna. Además, el periodista, que llevaba contratado en el semanario año y medio pero colaboraba en él desde hace siete, acabó confesando la verdad.

La publicación sigue investigando para establecer en qué momento Relotius comenzó a fantasear en los textos. De hecho, los reportajes de Claas Relotius publicados por Der Spiegel en su página web llevan ahora una nota advirtiendo que pueden ser ficticios.

Quien desenmascaró al timador fue Juan Moreno, un colaborador freelance de la publicación, cuya historia de cómo descubrió el último gran fraude periodístico en la era de las fake news se publicó en un perfil que El País Semanal publicó en su edición del 17 de febrero de 2019 y que reseñaremos en una siguiente entrega.

Müller dice que las primeras sospechas sobre el rigor profesional de Relotius como redactor surgieron con la publicación de un reportaje publicado en noviembre relacionado con una milicia civil estadounidense que se dedica a cazar refugiados en la frontera de ese país con México.

Según la revista, el periodista de origen español Juan Moreno, coautor del reportaje, comunicó a los editores del semanario en Hamburgo que tenía sospechas sobre la autenticidad de los testimonios citados por Relotius. Moreno aprovechó otros viajes a Estados Unidos para recabar material contra Relotius con el propósito de protegerse a sí mismo, comenta Enrique Müller.

POR MIEDO A FALLAR

Además de admitir los fallos, Der Spiegel publicó tres extensos reportajes en su página web sobre el caso. Uno de ellos recuerda a los lectores que cada historia que sale en la revista, tanto en la edición impresa como en la digital, es sometida antes de su publicación a una rigurosa revisión por parte de un editor, el director del medio y también por expertos legales.

“El corazón del control de calidad reside en el departamento de documentación”, señalaron sus editores. Esta sección está formada por 60 personas que revisan y verifican cada palabra y cada cifra antes de que un artículo vea la luz.

Otro de los textos cuestionados está relacionado con el éxito que estaba cosechando el periodista. El 3 de diciembre fue premiado como autor del mejor reportaje de 2018. Pero la pieza, que relata la odisea de un joven sirio que habría sido el detonante de la guerra civil en ese país, perdió su credibilidad ante la sospecha de que muchos pasajes fueron inventados por Relotius.

El periodista, “un ídolo de su generación” como lo califica Der Spiegel, admitió que había inventado testimonios y protagonistas por miedo a fallar. “Mi presión para no fracasar creció a medida que fui teniendo más éxito”, confesó.

Relotius empezó a trabajar como colaborador independiente. Escribió cerca de 60 textos para el semanario desde 2011 y, en al menos 14 de ellos, recurrió a las manipulaciones que ahora se le imputan. De momento, los reportajes de Relotius seguirán en el archivo digital de la revista aunque con el texto de advertencia, mientras se aclara definitivamente el caso, para lo que se ha creado una comisión especial.

¿DÓNDE ESTÁ JIMMY?

El de Claas Relotius no es el único caso de periodismo de ficción. En 2003 The New York Times descubrió que Jayson Blair, una de sus jóvenes figuras, era un fraude. Había plagiado, copiado, inventado, exagerado y falsificado muchos de sus artículos, algunos de ellos en portada, a lo largo de los últimos meses, recuerda Müller.

Los textos de historia del periodismo recogen también los nombres de los estadounidenses Janet Cooke y Stephen Glass o del argentino Nahuel Maciel.

De acuerdo con Wikipedia, Cooke trabajó para el The Washington Post donde, en 1980, publicó un reportaje que le hizo acreedor al Premio Pulitzer: ‘El mundo de Jimmy’. Devolvió el galardón tras admitir que había inventado la historia.

Cooke narró la vida de un niño de ocho años que desde hacía tres era adicto a la heroína. Al pequeño lo inició en el consumo de drogas el compañero de su madre, que aparece en el texto con el nombre de Ron. Según el artículo, al vivir en un hogar frecuentado por personas adictas la única aspiración de Jimmy era convertirse en traficante.

En una narración enriquecida con las supuestas declaraciones de la madre del pequeño, Andrea, quien afirmó haber quedado embarazada de Jimmy como consecuencia de una violación, y con una dramática descripción de Ron inyectando en el brazo al ansioso Jimmy, Cooke combinó la historia con las opiniones de médicos, otros expertos en abuso de drogas y asistentes sociales que trabajaban con adictos a la heroína en barrios marginales de Washington.

La veracidad del artículo se puso en duda cuando policías de Washington, impresionados por el caso, quisieron ayudar al pequeño y empezaron a buscarlo por la ciudad, pero no aparecía.

Sobre el periodismo de ficción de Janet Cooke, Gabriel García Márquez opinó: «Es injusto que le hayan dado el Pulitzer, pero también lo es que no le den el Nobel de literatura».

DIÁLOGOS IMAGINARIOS

También Wikipedia cita que, por su parte, Stephen Glass fue despedido de la revista norteamericana The New Republic por crear artículos falsos, así como inventar citas, fuentes y acontecimientos.

En el reportaje ‘Spring Breakdown’, por ejemplo, Glass describió borracheras e inmoralidades en la Conferencia de Acción Política Conservadora de 1997, que fueron refutadas por los aludidos.

La caída del periodista se cuenta en la película El precio de la verdad (Shattered Glass, 2003), con Hayden Christensen en el papel del periodista.

Finalmente, Arquímedes Benjamín Maciel, más conocido por su seudónimo Nahuel Maciel, trabajó según Wikipedia en el diario El Cronista de Buenos Aires entre 1991 y 1992, período en el que falsificó una serie de entrevistas a importantes personalidades de la cultura, entre ellos el Nobel de literatura 1966, Shmuel Agnón, o el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti.

El hecho desató un escándalo que provocó su despido de la publicación y llevó a Maciel a refugiarse en distintas provincias del interior argentino.

Para Maciel, como para Glass que se dedicó a la abogacía cuando nadie lo quiso contratar como reportero, el descrédito como periodista supuso el destierro profesional.

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