“El futbol tiene muchos aspectos negativos, pero también desarrolló anticuerpos contra los abusos que se cometen en su nombre. El futbol nos ofrece la oportunidad de regresar en el tiempo a lo que fuimos como especie y a lo que hemos sido como individuos”, sentencia Juan Villoro.
En la Feria Internacional del Libro en el Zócalo, el 9 de octubre de 2022 (https://www.youtube.com/watch?v=W4SNZxPIPSc&t=6s) el autor de Balón dividido y Dios es redondo dictó una charla sobre ‘Los excesos y milagros del futbol’.
Villoro recordó al escritor Javier Marías, recientemente fallecido, quien dijo que ‘el fútbol es la recuperación semanal de la infancia’. Y añadió:
“En el futbol podemos volver a ser niños, creer que los héroes son posibles, que hay una balanza entre el bien y el mal, y que los nuestros representan necesariamente al bien. Esta reserva de la infancia la podemos recuperar a través del arte y la literatura, pero también mediante el juego, especialmente el futbol.
“El balompié no es solamente un aparato para regresar el tiempo en el plano individual, sino también para que la especie en su conjunto regrese a su origen. Pertenecemos a una especie que se superó gracias al uso de las manos (sobre todo del pulgar oponible), de los ojos y el cerebro. Estas son las partes fundamentales de la anatomía humana, y se diría que los pies son la parte cancelada por la civilización. Cuando nuestros ancestros vivían todavía en los árboles o, ya bípedos, cuando se requería avanzar largas distancias, los pies eran decisivos.
“Pues bien, el futbol pone el acento en esta circunstancia del origen de la especie y en la parte del cuerpo cancelada. Los pies son todopoderosos en el juego, solamente el portero está destinado a utilizar las manos. El futbol es, entonces, una reserva de primitivismo. Regresar a nuestro origen como individuos y como especie es sano, porque establecemos un contacto con lo que hemos sido en lo individual y en lo colectivo”, reflexiona Villoro.
INFANCIA ES EQUIPO
“Por eso no se vale cambiar de equipo. El futbol es la última zona legítima de la intransigencia emocional. Uno puede cambiar a lo largo de la vida de religión, de pareja, de opiniones políticas, de vocación, el periódico que lee y hasta de sexo con una operación, pero no puede cambiar de equipo de futbol. Sería como querer cambiar de infancia. Es tanto como decir: ya no soy ese niño que fui, lo repudio.
“Todos nosotros nos encandilamos por primera vez y para siempre con un equipo que, si es el más poderoso, nos va a deparar domingos felices, pero si es un equipo como el que yo apoyo desde hace mucho tiempo, el Necaxa, nos va a hacer sufrir bastante a lo largo de la vida.
“Ese sufrimiento será también una escuela de dolor y de resistencia ante la adversidad. Si eres necaxista o si has apoyado al Atlante o a cualquiera de esos equipos, al paso de los años te habrás convertido en un filósofo estoico a fuerza de tantos golpes de la vida. En ese sentido, el futbol es una escuela moral”, sentencia Villoro.
DEMOCRACIA CANCHERA
“Otra característica noble que tiene que ver con los anticuerpos que el fútbol despierta contra todas las manifestaciones que atentan contra su raíz y contra su núcleo fundamental, es que se trata del más democrático de los deportes. Sus reglas son simples, salvo el fuera de lugar que desconcierta algunos. Pero, básicamente, es un deporte sencillo si uno lo compara con la mayoría de los demás. No se requiere equipamiento para jugarlo, no necesitamos una raqueta especial ni un bat, una manopla o un casco.
“Por otra parte, y esto es más interesante todavía, no hay un requisito físico para cumplir con destrezas en el campo de juego. Alguien que mida un metro 60, difícilmente va a ser basquetbolista; alguien que pese 200 kilos, difícilmente va a ser una saeta en la natación o, por el contrario, alguien que pese 50 kilos difícilmente va a poder estar en la línea de golpeo del futbol americano.
“Pero, en el futbol, alguien puede ser no muy alto, incluso regordete con tendencia a la obesidad como Diego Armando Maradona y, aun así, ser el mejor jugador de su tiempo. Alguien puede ser espigado, delgado, no muy atlético como Beckenbauer, y ser uno de los jugadores dominantes de su época. Alguien puede estar casi al borde del enanismo como lo estuvo Lionel Messi antes de que le pusieran en la infancia inyecciones que le permitieron crecer, y no obstante ser el mejor jugador probablemente de todos los tiempos desde el punto de vista técnico.
“Todas estas características hacen que el futbol sea un deporte sumamente democrático, donde lo que importa es tener picardía. Los futbolistas son como los héroes homéricos. En la guerra de Troya que narra la Ilíada, los héroes tienen atributos que los hacen inconfundibles: Esténtor, el heraldo griego, tiene una voz más fuerte que 40 pulmones (de ahí viene la palabra estentóreo); Aquiles, el de los pies ligeros, el hombre más veloz de todos; Héctor, domador de caballos.”
UNA PICARDÍA ESPECIAL
“Cada héroe tiene sus cualidades y, en el futbol, un jugador que tenga una picardía especial puede conquistar el mundo. Hugo Sánchez, el más exitoso futbolista de todos los tiempos, como dice Jorge Valdano, nunca supimos si sabía burlar o no porque nunca lo intentó, no se preocupó de eso. Él era el hombre del remate, la centella letal, anotaba de un solo toque y lo único que tenía que hacer era estar en el momento correcto para mandar la pelota a las redes.
“Lo que hacía David Beckham como jugador (aparte de sus complicados cortes de pelo que todo el tiempo estaba inventando, para envidia de los que hemos ido perdiendo la cabellera) era extraordinario, en esas jugadas que se llaman de táctica fija. A balón parado, en un tiro libre o en un córner, ponía la pelota donde él quería.
“Y así sucesivamente, hay jugadores muy complejos como Lionel Messi que tampoco es que sea un gran marcador. Entonces, es muy importante en el fútbol tener un tipo de habilidad que va a ser útil para el conjunto. Y esa habilidad no necesariamente es la de todos los futbolistas.
“El jugador completo en realidad no existe. Alguien es buenísimo en la portería o buenísimo en la marca o buenísimo en la recuperación de balones, en los pases, etcétera. Pero, entonces, esto le da también una democracia al talento, porque cada uno puede encontrar el talento que se acomoda a sus facultades y que debe desarrollar. Puede ser un jugador que solamente patea con la zurda pero que, como es tan extraordinario con la zurda, eso le conviene al equipo”, resume Villoro.
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