Hace unos fines de semana, estuvo en Colima el periodista Javier Solórzano impartiendo la charla “Los medios públicos en la Cuarta Transformación”, donde llamó la atención que el líder de opinión considerara cosa del pasado las prácticas de entreguismo de los canales oficiales de los estados para con sus gobernadores, condición que no ha quedado en el olvido en el Canal 12.1 de la televisión local colimense, y la estación de radio oficial, 98.1 FM “Conexión”.
Solórzano refirió en dicha charla, “en cuanto a los estados, pronto los gobernadores se dieron cuenta de que dependían de las televisoras privadas que los chantajeaban para hablar bien de ellos, y empezaron a crearse las televisoras públicas. El problema es que esos mandatarios vieron en los canales gubernamentales una forma de venderse como el mejor gobernante del país. Se desvirtuó el modelo de la televisión pública al grado que servía para hablar de la boda del gobernador o de la primera comunión de sus hijos”.
En nuestra entidad, la verdadera descentralización, independencia y autonomía no se ha reflejado en el Instituto Colimense de Radio y Televisión (ICRTV), que ustedes lectores conocen como el canal de televisión 12.1 y la estación de radio “Conexión” 98.1 FM. Los ciudadanos colimenses ven y escuchan en el canal y la radio oficial una realidad apegada a la visión propagandista del Ejecutivo, “Nacho Noticias” vaya, bajo el mando de la Coordinación General de Comunicación Social del gobernador, que no solamente nombra todos los cargos de este instituto, sino que dicta la línea de contenidos y los ejes de las producciones que se generan en estos espacios, dando poco margen y cabida a los otros poderes, el Legislativo y el Judicial, así como a los demás niveles de gobierno, en especial a los municipios.
“Desde la teoría dicen que la sociedad mexicana sería mejor si tuviéramos mejores medios públicos”, expuso Javier Solórzano en su charla. Efectivamente, no es que en Colima se pida un Deutsche Welle o una BBC, pero la distancia a la independencia de la estación de tv y radio oficiales de nuestra entidad es inmensa bajo las actuales condiciones, y la calidad y variedad de las producciones está castigada por el poco presupuesto que se le destina.
En un esquema de televisión pública, debería privilegiarse el contenido cultural, educativo, abierto a los diferentes sectores sociales, con la intención de fomentar y promover nuestras tradiciones locales y los actores sociales que distinguen a la sociedad con la que convivimos. Todas las festividades, eventos culturales, conmemoraciones, y por supuesto, celebraciones, deberían tener cabida en este esquema. Las instituciones educativas de igual manera, y los organismos que promueven la cultura, el deporte, la ecología, la salud, la diversidad y aquellas que se encargan de la seguridad, también deberían tener un espacio.
Los medios de comunicación tradicionales cada vez otorgan menos espacio para el fomento a la lectura, la difusión cultural y la promoción deportiva. El mejor ejemplo es que nuestros jóvenes no conocen a las figuras del deporte amateur local, como en antaño, o a los artistas locales.
En una reciente charla que tuvimos los cronistas deportivos con la nueva directora del Instituto Colimense del Deporte, Ciria Salazar, quien escribe le hizo la mención de que los medios privados ya no tienen ni el espacio, ni el recurso humano dispuesto para difundir y promover las disciplinas deportivas amateur que se ventilaban en el pasado, y los medios públicos lo dejan de lado. La preponderancia de la agenda política a favor del Ejecutivo ha destinado poca atención a estas áreas, pues la cobertura mediática del gobernador y de la estrategia socio-política de la difusión de sus logros absorbe el capital humano disponible.
“No tengo idea de que va a pasar con los medios públicos. Sabemos que vamos a tener los medios tradicionales (prensa, radio y televisión) mucho tiempo, pues seguirán sirviendo para la confirmación de las noticias”, aseguró en la mencionada charla Javier Solórzano. Lo cierto es que en estos espacios estatales, la noticia no solamente se confirma, también se editorializa, y el “agenda-setting” que se imprime conlleva intenciones políticas, siempre positivas y ventajosas para el Ejecutivo estatal, cuya figura es siempre el protagonista de la historia que nos cuentan.
Hace unos días, la Coordinación de Comunicación Social del Gobierno del Estado de Colima difundió un boletín de prensa en el que el gobernador, José Ignacio Peralta Sánchez (después de la toma de protesta a un consejero ciudadano del propio ICRTV), exhortó al personal de este instituto “a seguir ejerciendo una comunicación de alto contenido hacia la sociedad, no sólo en materia informativa, sino en materia educativa y cultural, sin olvidar la vertiente de sano entretenimiento”.
Abundaba el comunicado: “en estos momentos en que la información se distorsiona con facilidad, por obra del mal uso de las redes sociales, las instituciones públicas de comunicación deben ejercer un estilo veraz y objetivo”, en una declaración del Ejecutivo que dejó de lado la autocrítica, tras incidentes en esos espacios radiofónicos y televisivos en los que incluso, durante las campañas electorales más recientes de 2018, el canal y la radio estatal se vieron envueltos en cuestionamientos sobre el respeto a las leyes electorales, y si no, a la ética de la comunicación oficial.
“Instituciones como ésta, en suma, deben convertirse en un referente para nuestra sociedad y eso sólo se logrará con ética en el desempeño y calidad en los contenidos”, refirió el gobernador, tras el acto celebrado en la sala de juntas de Casa de Gobierno, finalizando que de este Consejo Ciudadano espera “una participación decidida, que resulte útil para los importantes fines institucionales de la comunicación responsable”.
Dado que el funcionamiento del ICRTV se genera con los impuestos de todos, la sola existencia de esta radio y canal oficial debería estar desligada de los tres poderes, supeditado a un verdadero escrutinio público. Difícil será empezar a ver contenido independiente y sin sesgos en estos espacios públicos de Colima mientras no se consiga una verdadera autonomía de los puestos directivos y de la conformación del Consejo Ciudadano.
Por otro lado, debería ser público, pero suficiente, el presupuesto que se destina al canal y radio oficial, también contemplado en una revisión de cuentas vigilado por un ente ciudadano.
La definición de los altos cargos de estos espacios, que deberían cumplir con metas y objetivos de beneficio social muy específicos, también debería funcionar en un esquema de interés y participación ciudadana. Dada la alta responsabilidad que es encargarse de la televisora y estación de radio pública de nuestra entidad, al menos la dirección general debería ser convocada públicamente, basada en méritos, conocimientos, afinidades y entrevistas previas que solventen sus conocimientos.
Las vacantes laborales, tan escasas en materia de comunicación, también deberían otorgarse libres de compromisos políticos y de intereses personales, buscando capacidades requeridas y niveles de cumplimiento.
Es muy factible que deba intervenir otro Poder, como el Legislativo, para delinear el proceso de separación de la televisión pública con respecto al Ejecutivo estatal. Aprovechando que la bancada mayoritaria es actualmente de un partido distinto al del Ejecutivo, se abre la posibilidad de que algunas de estas acciones sean posibles. Mientras al canal y la radio oficial no les llegue su “4T”, el ICRTV seguirá siendo donde el verdadero Colima no se ve, solo las actividades del gobernador.