Hay en muchos votantes de Indira Vizcaíno la convicción de haber sufragado por ella como un rechazo al grupo político que disputó el control del estado durante las últimas tres décadas. Pero también es cierto que en la votación diferenciada con otros candidatos de Morena, se puede leer un mensaje de inconformidad con la gestión de López Obrador mandado por no pocos de esos electores de IVS.
Como las percepciones de la 4T están influidas por la campaña de odio lanzada desde la derecha (pero también alimentadas por un Andrés Manuel que se divierte jugando con fuego y cucando a sus detractores), el primer paso en la construcción de una hegemonía de la ideología cuatroteísta en Colima será concretar ese proyecto alternativo de nación en acciones de gobierno.
Se requiere menos de esa retórica de los candidatos de Morena que funcionaron como simples repetidores del discurso presidencial, y más política social como la que practicaron aquellos alcaldes que buscaron su reelección haciendo resonar las palabras de López Obrador en la obra pública y en una gestión honesta y transparente.
Por lo demás, los poderes fácticos (políticos, económicos y hasta criminales) que hasta ahora se habían dejado sentir pero no necesariamente ver, se manifestarán con todo descaro en la esfera pública el próximo sexenio. A algunos ya los vimos operar en la contienda electoral, y no creo que sus capitanes regresen a la guarida. Frente a esas fuerzas, el gobierno de Indira tendrá que ser enérgico, decidido y contundente.
POLÍTICA Y ECONOMÍA
Con una gobernación directa en municipios tan importantes como Manzanillo y Tecomán (pero no en los dos de la zona conurbada Colima-Villa de Álvarez, cuyos alcaldes todo indica que serán de oposición), el primer desafío político de Indira es asegurar la gobernabilidad en el Congreso.
Para ello, habrá que fortalecer las alianzas con partidos que se pliegan a la 4T en lo federal pero juegan a la disidencia en el ámbito local. Y, sobre todo, mantener una disciplina de partido en los diputados electos con los colores de Morena.
Por otro lado, establecer una gobernanza en Colima es un reclamo ciudadano, un auténtico mandato popular tras seis años de una administración pública ineficaz, antidemocrática, opaca, excluyente y con nula rendición de cuentas. En ese sentido, en el acostumbrado plazo de los cien días tendrán que mostrarse dos propósitos: fortalecer la seguridad y mejorar la economía.
Además de la urgencia de recuperar para el Estado el monopolio de la fuerza, Indira tendrá que mostrar cómo el bono democrático, su capital político, su relación de amistad con el presidente de la república, el estilo personal de gobernar y hasta la definición que haga en su gabinete, se pueden traducir mediante el presupuesto en claras señales de recuperación económica.
Las vocaciones productivas de la entidad, al menos algunas tan características como la agricultura, el turismo y el comercio, han estado paralizadas desde hace varios sexenios.
Tras un periodo como el de JIPS, donde el aparato del poder asumió como muy pocos su naturaleza (neo) liberal en el sentido de ‘dejar hacer y dejar pasar’, Indira tendrá que evidenciar desde el arranque de su administración que hay gobierno.
Conviene, por lo tanto, explicar tres conceptos que muchos manejan como sinónimos de Gobierno: Gobernabilidad, Gobernación y Gobernanza.
GOBERNABILIDAD
Lo que le reclaman al PAN cuadros como Damián Zepeda, Gustavo Madero o Javier Corral es que, como integrante de la coalición Va por México, su partido haya desplegado una estrategia electoral pensada en restarle gobernabilidad a Morena en la Cámara de Diputados, mientras descuidaban la expansión territorial de la Cuarta Transformación.
Buscando minar la capacidad de la 4T de gestionar temas como el presupuesto o modificar leyes secundarias, PRI-PAN-PRD obviaron las implicaciones que tendría para el partido en el poder incrementar el número de estados bajo la gobernación de Morena.
Lo dice bien el senador Zepeda, los voceros de los otrora partidos dominantes se engañan solos y pretenden engañar a la población, diciendo que impidieron que el presidente López Obrador alcanzara en San Lázaro la mayoría calificada que necesita para continuar las reformas constitucionales. También Madero, expresidente nacional del blanquiazul, declaró:
“Los que queríamos frenar a Morena… ¡tenemos muy poco que celebrar! Es un autoengaño afirmar que le quitamos la mayoría calificada a AMLO para impedirle modificar la Constitución. La verdad es que en 2018 tampoco ganaron esa mayoría calificada”.
DOMINIO
Y es cierto, Morena no tuvo hegemonía parlamentaria en la LXIV Legislatura que está por terminar, en ninguna de las dos cámaras del Congreso de la Unión. Si bien, la alcanzó cuando fue necesario tanto en la Diputación federal como en el Senado, con el apoyo de sus aliados y “doblando” a congresistas del PRD o, en más de un caso, a diputados del PRI, apunta Zepeda.
Para colmo, los prian-perredistas tampoco impidieron que la bancada de la 4T mantuviera la mayoría simple (251 curules o más) en la Cámara de Diputados. Hace tres años Morena, casi por sí mismo, superó esa mitad más uno gracias al ocho por ciento de sobrerrepresentación que le concedía entonces la legislación electoral. Incluso ahora que ese criterio fue eliminado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Morena conservará la mayoría simple gracias a sus aliados y no obstante la considerable merma en la votación respecto a 2018.
No sólo no lograron frenar a Morena en la cámara baja, sino que además en el contexto de las reformas que requieren la aprobación del Constituyente permanente, a la mayoría simple en el Senado habría que sumar el control operativo que la 4T tendrá en por lo menos 19 congresos locales donde, el 6 de junio, Morena alcanzó (o recuperó como es el caso de Colima) el gobierno interno.
GOBERNACIÓN
Pese al cacareado retroceso en el número de alcaldías de la Ciudad de México dominadas por la izquierda, lo cierto es que Morena y sus aliados se preparan para gobernar en 12 de los 15 estados que estuvieron en disputa. Se amplió la gobernación, esto es, el ejercicio del gobierno que tiene el movimiento de López Obrador.
Hace tres años Morena consiguió el gobierno federal, irrumpiendo como una fuerza predominantemente de izquierda en el bipartidismo neoliberal que se había estado alternando la Presidencia de la República desde 2000. Y, ahora, a costas del dominio político del PAN y del PRI, que en estados como Colima nunca había perdido la titularidad del Poder Ejecutivo, Morena avanza como partido gobernante en once entidades. Sin el membrete del Movimiento de Regeneración Nacional, el PT y el Verde ganaron para la 4T la gubernatura en San Luis Potosí.
Va por México minimizó la debacle electoral en las candidaturas que presentaron de manera común para gobernador, observa La Jornada. Aunque en las ocho perdieron, los dirigentes del PRI, PAN y PRD insistieron en conferencia de prensa conjunta, dos días después de la elección, que el gran perdedor “es Morena [pues] tuvo 15 millones de votos menos que hace tres años”.
Según Alejandro Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano, sus partidos lograron en las urnas que Morena perdiera la mayoría en San Lázaro y, recalcaron, “ganamos presidencias municipales” y ciudades y capitales importantes [la de Colima entre ellas]. Crecimos en el número de diputados, la coalición fue contundente y tuvimos éxito”.
Es cierto que perdieron la mayoría de los gobiernos estatales que se disputaron, pero, insisten, “crecimos en el número de votos, en el número de legisladores [y] en los gobiernos municipales que encabezaremos, y ahora nos toca gobernar atendiendo a la gente”.
Jugando con la idea de que el ayuntamiento es el primer orden de gobierno, y que esa condición de gobernado prevalece en el ciudadano por sobre la de súbdito de un mandatario estatal, Cortés sostuvo que (como parte de la coalición) el PAN incrementó en 50 por ciento el numero de población que va gobernar en el país.
Alito Moreno, por su parte, afirmó que de siete distritos que se ganaron en 2018, ahora ganó 19; y refirió que de 30 diputados federales priistas que tenían en la legislatura pasada, ahora tendrán 72.
LEGITIMIDAD
En entrevista con Julio Astillero, Santiago Creel encontró un capital simbólico en el número de votantes del PAN: pesan aunque esa preferencia no se traduzca en posiciones de gobierno, sugirió el secretario de Gobernación con Fox.
Es un razonamiento similar al de esos colegas para quienes Indira es menos legítima que su antecesor, por haber ganado con menos sufragios de los que requirió Nacho para triunfar. La verdad es que, como dijeron todos aquellos que defendían en 2006 la cuestionable ventaja de menos de un punto porcentual de Felipe Calderón sobre AMLO, en democracia se gana con un voto. El michoacano fue ilegítimo porque esos votos eran inciertos, no por la mínima diferencia.
Es obvio, pero no se puede soslayar la importancia que López Obrador cuente con mandatarios estatales de su partido o identificados con su proyecto de nación. Por supuesto, de los gobernadores cuatroteístas que llegaron con AMLO al poder en 2018, más de uno ha dejado mal parado al Movimiento o a la coalición Juntos Haremos Historia. Y es predecible que alguno de los que lleguen en 2021 decepcione, tanto al presidente como a sus gobernados.
El desafío no es sólo encabezar un cambio de gobierno, comenzando el proceso para el desmantelamiento del viejo régimen, sino sentar las bases para la construcción de uno nuevo. Eso implica no sólo cambiar prácticas de gobierno que se volvieron características del mandato priista en el caso de Colima, como el autoritarismo, la corrupción y la ineficiencia, sino adoptar nuevos métodos de gobierno, establecer un gobierno de calidad o, como lo describen los teóricos de la ciencia política, construir una gobernanza.
GOBERNANZA
El término comenzó a utilizarse en la década de los noventa para referirse a la eficacia y calidad de gestión de un Estado, resume el redactor de la entrada Gobernanza en Economipedia (https://economipedia.com/definiciones/gobernanza.html).
En un documento del INEGI de 2017, donde se hace una revisión conceptual y metodológica del término, destaca aquella definición de gobernanza con base en la noción de calidad de gobierno, cuya característica esencial es la imparcialidad en el ejercicio del poder público.
Dicha imparcialidad ocurre, cita el documento, “cuando se interpretan las leyes y políticas y los funcionarios públicos no toman en consideración nada, sobre el ciudadano o caso, que no haya sido previamente estipulado por la ley o política” (https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/11/5247/5.pdf).
La promesa de Indira Vizcaíno es generar gobernanza, realizar un gobierno de calidad desde el Poder Ejecutivo a sabiendas que, como le pasó a López Obrador, está en vilo el Legislativo y habrá resistencias en el Poder Judicial y en los órganos autónomos, como los que insiste la administración Peralta en seguir creando para dejar amparados salarialmente a los protegidos de Nacho.
Su más reciente hallazgo fue convertir en órgano público descentralizado a la Comisión General para la Protección Integral del Ejercicio Periodístico, estipulando un sueldo para el presidente y el secretario general de la COPIP que, por supuesto, serán designados por el mandatario saliente.
HEGEMONÍA
El cambio de gobierno no implicará cambio de régimen a menos que venga acompañado de un ejercicio del poder con un manejo económico responsable y eficiente, dominio político indiscutible y hegemonía en la cultura política del proyecto de transformación.
Un modelo de pensamiento logra la hegemonía cuando, para persuadir a colectivos e individuos de caminar en una dirección, no tiene que ejercer la fuerza bruta porque avanzar hacia ese destino se percibe como sentido común.
El discurso de campaña de Indira se centró en una visión donde el presente (la votación masiva y pareja: cuatro votos de cuatro boletas) terminaría con el lastre de un pasado donde un mismo partido gobernó 90 años… y un mismo grupo de actores del poder se benefició en lo político y lo económico durante las últimas tres décadas.
Para persuadir al votante, Indira habló de un futuro en el que el Colima de nuestros hijos y nietos será mejor al que vivimos las actuales generaciones, específicamente en términos de tranquilidad y paz social. Pero la gente que votó por Vizcaíno lo hizo confiada en que ese futuro será mejor también en términos de prosperidad, y no está dispuesta a esperar a que el objetivo se logre a mediano plazo. La mayoría espera que el futuro nos alcance… a más tardar en 2022.