Indira, superdelegada

 

Despejada la incógnita con respecto a quién será en Colima la coordinadora general de programas sociales –figura que sustituye e integra en una sola persona el papel que los delegados federales han jugado hasta ahora en los estados como representantes del gobierno de la república–, queda pendiente analizar la trascendencia de estos cambios en la conformación de una nueva clase política.

Según el portal Estación Pacífico, este miércoles Indira Vizcaíno recibió el nombramiento de coordinadora general en Colima. Un día antes había recibido su constancia de mayoría como ganadora en la elección a diputada federal por el segundo distrito, cargo que en todo caso ejercerá su suplente.

La noticia sorprendió porque se había publicado una nota diciendo que Andrés Manuel López Obrador había adelantado, en una reunión privada, que Graciela Valencia era una de los legisladores federales que deberán solicitar licencia al Congreso de la Unión para asumir la coordinación general.

Valencia compitió por Morena en la segunda fórmula al Senado (la primera le correspondió al Partido del Trabajo y a su líder estatal, Joel Padilla) y ganó la elección por mayoría de votos. Así como ella, en la lista preliminar de senadores que no ocuparán su escaño aparecía Delfina Gómez del Estado de México, Víctor Manuel Castro (BCS), Jaime Bonilla (Baja California), Miguel Ángel Navarro por Nayarit y Rubén Rocha en Sinaloa. Pero evidentemente se hicieron ajustes.

Es muy posible que la primera noticia haya sido resultado de una confusión al suponer que, como Delfina Gómez y otros senadores electos serían llamados a representar al gobierno federal en sus respectivos estados, la designación en Colima se haría a favor de Graciela Valencia. Como sea, el dato que luego se revelaría erróneo generó, en las pocas horas que estuvo circulando, diversas especulaciones.

¿Le salió ganando?

 Una apresurada conclusión es que, en el póquer político, senaduría mata diputación federal. Mas no faltó quien pensara que a Indira le salió caro declinar la primera oferta que le hicieron como candidata al Senado.

En realidad, a Vizcaíno Silva la están premiando con este encargo  por haber conseguido (casi) carro completo en el distrito cuya campaña electoral le tocó coordinar.

La única posición que no consiguieron Morena y sus aliados en los comicios federales y locales, fue la alcaldía de Minatitlán, donde Indira no hizo campaña por una cortesía política ya que el candidato de AMLO ahí es hermano de quien fue candidato del Frente a la diputación federal en ese mismo distrito, es decir, competidor directo de Vizcaíno Silva.

Indira no irá a San Lázaro pero adquiere, en compensación, un puesto cuyos alcances ni siquiera imaginamos: uno de estos coordinadores generales de programas sociales podría ser una especie de virrey; aunque, dado el tabulador que López Obrador fijará para los funcionarios de su gobierno, podría terminar siendo un operador político muy poderoso pero mal pagado.

Sin duda, Vizcaíno Silva tiene un perfil idóneo para el nuevo cargo. Fue diputada federal (sabe por lo tanto cómo se presupuestan y se asignan los recursos para estados y municipios), alcaldesa de Cuauhtémoc (conoce entonces las dificultades inherentes a la gestión de recursos extraordinarios) y secretaria de Desarrollo Social del gobierno del estado (donde padeció el viejo esquema en el que la estructura federal duplicaba las funciones que se supone habían sido transferidas a las entidades).

El próximo sexenio ya no habrá delegado de Sedesol y titular de Sedescol, pero el aprendizaje obtenido en la dependencia estatal le servirá Indira para su nuevo encargo.

La duplicidad de nombres y atribuciones en dependencias que se encargan del desarrollo social en dos órdenes de gobierno distintos, explica la racionalidad de la fusión de delegaciones federales.

AMLO ha dicho que se podría ahorrar hasta un 70 por ciento del pago a representantes del gobierno de la república. Pensemos que de las 16 dependencias que tienen oficinas en los estados, algunas tienen hasta dos delegados, lo que implica la existencia de más de 500 oficinas en todo el país.

Sin premio de consolación:

El factor económico es clave, pero hay también una racionalidad política en la medida. Siguiendo la pauta de los mandatarios priistas y panistas, quienes se la jugaron con Andrés Manuel ya se imaginaban en una u otra delegación.

Eran demasiados los solicitantes de empleo y en la lógica de reconocer el trabajo realizado en la campaña 2018 (o desde las dos campañas anteriores en las que López Obrador buscó ser presidente) hubiera sido necesario triplicar el tamaño de la burocracia federal destacamentada en los estados. Entonces, mejor a ninguno que a todos.

Entre los peticionarios de chamba en la estructura federal, evocando lo que ocurrió con Vicente Fox cuando por falta de cuadros hubo que mantener como delegados a incontables priistas, estaban políticos que no se la jugaron con AMLO pero que se amparaban en la supuesta concertacesión de Peña Nieto.

Hubiera sido el colmo que políticos rechazados en las urnas siguieran cobrando sueldos bien pagados en el gobierno de López Obrador, como parte de una cuota de poder del régimen neoliberal.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.

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