No son pocos los funcionarios de la 4T que se han enfrentado a un dilema ético, apunta Ernesto Ledesma al conversar con Jenaro Villamil respecto a qué significa ‘hacer periodismo en tiempos de la 4T’:
El sobreviviente de Ayotzinapa, Manuel Vázquez Arellano, mejor conocido por el seudónimo que eligió como vocero de los normalistas, Omar García, y quien trabajó con Villamil en el SPR antes de ser electo diputado plurinominal de Morena en la actual legislatura federal, dudó antes de votar en contra la reforma para autorizar a las fuerzas armadas que se encarguen de la seguridad pública hasta 2028.
Alejandro Encinas, subsecretario de Gobernación para la atención de los derechos humanos, se opuso a la propuesta que hizo el senador Ricardo Monreal de convertir al procurador Alejandro Gertz Manero en fiscal general de la República. Sin embargo, Encinas no renunció cuando en una mañanera el presidente López Obrador se negó a vetar la propuesta a través de su consejero jurídico, como le sugería Ledesma.
Así como ellos, ¿a qué dilemas éticos se ha enfrentado Villamil como funcionario público?, le pregunta el director de RompevientoTV al presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR), en la tertulia especial que se celebró en el restorán Tierra Adentro el 11 de noviembre de 2022 (https://www.youtube.com/watch?v=ZpKwtKiyLCk&t=3116s).
“Dilemas éticos enfrentas todos los días –dice el también autor de una docena de libros, varios de los cuales estan dedicados a estudiar la relación perversa de las televisoras y el poder, al grado de que Televisa pudo poner a Enrique Peña Nieto en la presidencia–, pero los más fuertes son los que menos se ven. En tres años de gestión he tenido que remover a tres administradores, a una directora del canal y a dos ingenieros que yo llevé. El mayor dilema es cuando te falla la gente de confianza.”
En la historia tradicional del servicio público, la consigna era: ‘tapaos los unos a los otros’. Si Jenaro hubiese sido cómplice de los administradores, dice, no hubiera podido removerlos porque tendrían elementos para chantajearlo. Y, lo mismo, “los responsables de la infraestructura”.
“Te desgastas mucho con esas decisiones, pero como titular eres el responsable y no puedes salir como Rosario Robles que, ante las acusaciones de la estafa maestra, dijo ser inocente porque su firma no está en ninguna parte. Yo tampoco firmé muchos documentos, pero soy responsable ante el presidente que me propuso, ante el Senado que me eligió y ante la gente que votó por Andrés Manuel y que son las audiencias del SPR.
“El presidente López Obrador acaba de decir que los peores corajes son esos, cuando te falla la gente en la que confiaste. Y ya me hice fama dentro de la estructura de ser implacable.”
AMLO NO ES TENEBROSO
La pregunta de Ledesma iba orientada a que Villamil confesara los dilemas éticos que ha tenido por discrepancias con el presidente López Obrador:
“No los he tenido. Yo entiendo su trabajo y entiendo su papel, y el presidente entiende el mío y el papel de los medios públicos. En tres años nunca me ha llamado para recomendarme una persona o para que quite un programa. No se mete, Andrés Manuel no está dominado por la tenebra al estilo salinista o calderonista. Peña era otra cosa, vivió un mundo paralelo y se desatendió.
“Los dilemas éticos a los que me he enfrentado tienen que ver con los pleitos que ha tenido y las críticas que lanza López Obrador a periodistas y a medios. Por ejemplo, Proceso donde yo trabajé o Carmen Aristegui a quien considero mi amiga. Pero también entiendo que en esta acción periodística, estando o no del lado oficial, los periodistas tenemos una función pública y como tal somos sujetos al escrutinio de las audiencias, de los lectores.
“En ese sentido, no estoy de acuerdo con la cobertura que Carmen Aristegui hizo del caso de la casa gris de Houston. Es quizá el más claro ejemplo de errores periodísticos. Para empezar, no es un reportaje y además ni siquiera lo hizo su equipo. No es un expediente de corrupción sólido, es pura inferencia, un golpeteo. Tuve una diferencia frontal con ella por el tono y el tratamiento del reportaje.”
Ahí el dilema ético se resuelve separando el afecto personal de la relación pública, se deslinda Villamil. No puedes golpear a un presidente, y menos con toda la experiencia de Aristegui, si no tienes los pelos de la burra en la mano. La duda es por qué lo hizo Carmen.
“En el caso de Proceso, Andrés Manuel habla todo el tiempo sobre los cambios en la revista. Yo tengo la versión interna, viví esos cambios. Proceso, también es cierto, nunca fue una revista militante. Mis problemas en Proceso eran justamente por eso. Las discusiones con don Julio Scherer eran porque yo me consideraba un periodista con causas. Él era un periodista militante cuya militancia era Julio Scherer, así como la militancia de Carmen es Aristegui. Si uno lee los 20 libros de don Julio, se ve que está hablando de él, del golpe a Excélsior que fue su causa y muy legítima porque Echeverría derrumbó un proyecto periodístico alternativo.”
PERIODISTA DE CAUSAS
¿Cómo define Villamil el periodismo militante?, le pregunta Ledesma.
“Periodismo militante es aquel que, además de tener causas, responde a una militancia que puede ser orgánica, es decir, partidista o vinculada a una organización, a una causa ideológica, incluso a una guerrilla o a un movimiento social. Es un periodismo que se disciplina. Por eso, desde hace muchos años no milito, ni siquiera en Morena. Mi periodismo no es militante, es de causas.
“También son muy respetables los periodistas que hacen un periodismo de militancia. El periodismo a final de cuentas es un oficio. Lo que te descalifica como periodista no es si militas con una causa partidista o si adoptas la causa del INE o las del combate a los feminicidios y los derechos de la diversidad sexual. El problema es cuando tu oficio periodístico y tu solidez profesional, cuando tu capacidad de presentar hechos verídicos y dichos concretos, se ve absolutamente trastornada por los intereses.
“No es lo mismo el periodismo de causas y de militancia que el periodismo de intereses. Joaquín López Dóriga es un hombre con un gran oficio periodístico, por los años que tiene reporteando, por la escuela que tuvo y por su capacidad, pero su oficio fue comido por los intereses. Los intereses no son causas ya que cambian en función de quién te pague, de quién te rente. Si alquilas la pluma, si vendes el micrófono, si subastas tu comentario, ya no estás haciendo periodismo sino mercadotecnia. Y eso es lo que hace López Dóriga, a quien le molestó que se lo exhibiera con documentos y hechos concretos.
“Carmen Aristegui tiene causas, no milita en ningún partido pero una de sus causas clarísima es la defensa de este INE, de esta institucionalidad electoral. Tiene todo el derecho a defenderlo, pero no cuando el problema es la falta de rigor periodístico.
“En mi caso personal, si mi causa es la cuarta transformación, la transformación de este país y el cambio político, no por la causa voy a censurar un reportaje sobre la corrupción de Julio Scherer porque estaría traicionando al periodismo y a la causa”, dice en referencia a Scherer Ibarra, hasta hace poco consejero jurídico de la Presidencia.
PREFIERO A LA GN EN LA SEDENA
Para Ledesma, el dilema es ser funcionario y seguir siendo periodista. Como lo primero, estás obligado a asumir la línea institucional; como lo segundo, ¿cómo expresar tu opinión sobre temas controvertidos como la permanencia de las fuerzas armadas en asuntos de seguridad pública hasta 2028, si no estás de acuerdo con esa decisión?
“En el rudo tema del Ejército y la Armada en funciones policiacas, no tengo dilema ético –responde Villamil–. Este país necesita tener fuerzas policiacas modernas, no corrompidas, con capacidad de respuesta y de cobertura del territorio nacional. Pero no las hay y no las va a haber en cinco años. Es un país dividido y fragmentado frente a la criminalidad y la cartelización.
“Y si bien es cierto que la delincuencia organizada penetró en el Ejército, como ha dicho López Obrador varias veces gobernar significa elegir entre inconvenientes. Si no tienes esa fuerza policial y no la vas a poder crear en seis años, puedes echar mano de las fuerzas armadas (que suman 215,000 elementos) y obtienes una solución temporal.
“Esta discusión omite que no es lo mismo regularización que militarización. La militarización significaría limitar las garantías ciudadanas. Un régimen militar limita el derecho a la manifestación y al libre tránsito, hay toque de queda. Pero no es un proceso de militarización cuando en una estrategia de seguridad pública participan las fuerzas armadas, por razones de seguridad nacional, por el desafío que eso implica para el Estado y la sociedad.”
En el caso Ayotzinapa, echar mano de las fuerzas armadas no significa dejar impunes a los militares que participaron en los crímenes de lesa humanidad. “Hay un debate muy intenso y duro, hay intereses que se resisten” a que los jefes y soldados que incurrieron en responsabilidad paguen por sus actos. Pareciera que el gobierno está en la cuerda floja, pero si es verdad que se ha empoderado tanto al Ejército ¿por qué Andrés Manuel López Obrador no quitó a Alejandro Encinas?
“No tengo un debate ético, lo que los periodistas tenemos que observar es el proceso de eficacia de esta medida. No me gusta ver a los militares en la calle, pero prefiero que el general secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, y el almirante secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán, estén al frente de la Guardia Nacional y no que surja un supresecretario de Seguridad como lo fue Genaro García Luna.
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