LA BELISARIO PARA PAYÁN

En 2018, el periodista y productor de cine y televisión Carlos Payán Velver se unió a una larga lista de ganadores de la medalla Belisario Domínguez vinculados a las letras o a la comunicación.

En su más reciente edición, el Senado de la República decidió entregar su máxima presea a dos periodistas: el ya mencionado director fundador de La Jornada y uno de los tres socios iniciadores de Argos Comunicación y, en forma póstuma, a Julio Scherer García.

Sin embargo, la familia del legendario director de Excélsior –de donde salió en 1976 por un golpe de los cooperativistas orquestado por el gobierno de Echeverría– y quien luego fundara la revista Proceso, declinó la distinción en congruencia de “la posición inalterable de Julio Scherer García en vida: el rechazo absoluto a todo tipo de premios, homenajes y reconocimientos provenientes del poder público, cualesquiera que fuese su signo político”.

Antes que Payán, hombres y mujeres de letras que en muchos casos incursionaron como él también en la política recibieron la Belisario Domínguez, que empezó a entregarse en 1954. De adelante hacia atrás, algunos de estos nombres relacionados con la palabra escrita son los del narrador Eraclio Zepeda (2014), el exégeta Ernesto de la Peña (2012, póstuma), periodistas como Miguel Ángel Granados Chapa (2008) y Carlos Castillo Peraza (2007, póstuma), el historiador Luis González y González (2003), el filósofo Leopoldo Zea (2000), el novelista Carlos Fuentes (1999), los poetas Alí Chumacero y Griselda Álvarez (ambos en 1996), el nahuatlato Miguel León-Portilla (1995), el también poeta Jaime Sabines (1994) o el estudioso de la literatura zapoteca Andrés Henestrosa (1993), para sólo remontarnos a tres décadas.

ADVERSARIO NO ES ENEMIGO

Nacido el 2 de febrero de 1929 en Ciudad de México, Carlos Payán escribió para diversos órganos de información de partidos políticos como El Machete del Partido Comunista Mexicano o la Revista Memoria del Centro de Estudios para el Movimiento Obrero Socialista.

Formó parte de la redacción del periódico Unomásuno y tras el rompimiento de la sociedad mercantil con Manuel Becerra Acosta, Payán se sumó al proyecto de La Jornada donde fue electo director fundador. En 1996 cedió la dirección del más importante periódico mexicano de izquierda a Carmen Lira Saade.

Desde antes de salir de La Jornada, Payán incursionó en la vida pública y en la política electoral. Fue consejero de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y miembro de la Comisión de Garantías y Vigilancia del Partido de la Revolución Democrática. El PRD lo hizo senador de la República, donde en 1995 formó parte de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa).

Junto a Hernán Vera y Epigmenio Ibarra, Carlos Payán fundó en 1992 la actual Argos Comunicación, una productora de contenidos independiente para televisión y cine que renovó la industria audiovisual mexicana.

Para la pantalla grande, produjeron Backyard: El traspatio, Sexo, pudor y lágrimas o Hidalgo, la historia jamás contada. También series como Capadocia. Y en formato telenovela algunos de los títulos que transformaron el género en México, como Nada personal y Mirada de mujer.

Germán Martínez Cázares, actual director general del IMSS y quien junto con el senador Félix Salgado Macedonio propuso la candidatura de Carlos Payán a la medalla Belisario Domínguez, escribió en La Jornada una semblanza en la que destaca uno de los rasgos distintivos del homenajeado como director de La Jornada: las

portadas.

Carlos Castillo Peraza, entonces colaborador en esas páginas, le dijo al ex presidente nacional del PAN en una ocasión, a propósito de las fotos que abarcaban gran parte de la primera plana y con frecuencia de la contraportada: “La foto informa, la imagen es la noticia, el retrato no miente”.

Payán Velver le enseñó a los colaboradores y lectores de La Jornada “el valor de la foto como noticia, sin trucos ni alteraciones”. Y eso es el homenajeado para Germán Martínez: “una imagen sin mentiras, ni simulaciones ni dobles juegos. Una foto de autenticidad”.

Alejado de “odios”, “recelos” y “complejos partidistas”, Payán le enseñó a Martínez, entonces diputado federal y miembro de la Comisión, que la política no era un asunto de amigos contra enemigos. Con Payán descubrió que “el otro, el distinto, el adversario no es enemigo” (https://www.jornada.com.mx/ultimas/2018/12/19/el-retrato-de-payan-5866.html).

APOCALIPSIS AHORA

En su mensaje de agradecimiento al Senado, Payán se refirió al “Apocalipsis, ese texto bíblico tan extraño, profético o delirante” que “habla de cuatro caballos de fuego y de rabia que vendrán a violentar y destruir lo existente”. El homenajeado reconoce por lo menos tres de esas bestias en los acontecimientos recientes:

La primera es “el agotamiento y la destrucción, por obra humana, de la naturaleza, esa madre nutricia y fuente absoluta de vida que ya no da más de sí”.

La segunda “es la indiferencia o la abierta hostilidad y la agresión con que un mundo privilegiado se comporta frente a las otras tres cuartas partes de la humanidad: los despojados, los perseguidos, los abandonados que huyen de la guerra, la sequía, las inundaciones, la violencia y el hambre, desbordando los caminos de la Tierra en una infinita caravana…”

“La tercera bestia de rabia y sangre es el regreso del fascismo. Hay quienes llaman neofascismo, protofascismo o ultraderecha a este fenómeno que renace con alevosía en las cuatro esquinas del planeta…” Nuestro nuevo gobierno mexicano, dijo Payán, “tendrá que lidiar con el iracundo vecino del Norte y su andanada fascista, haciendo un auténtico despliegue de honor, valor, soberanía, imaginación y habilidad diplomática”.

El fascismo de nuevo cuño, explicó Payán, se apoya en el caudillismo y el carisma; esos líderes no se atienen a programas fijos sino que incorporan infinidad de puntos y levantan consignas de odio según las circunstancias, pero con rasgos comunes en todos los casos:

Persecución del contrincante político, racismo, homofobia, islamofobia, antisemitismo, autoritarismo, sexismo y machismo, chovinismo, fanatismo religioso, ataques a los medios informativos y acoso o muerte de sus profesionales, desprecio por las instituciones democráticas y, al mismo tiempo, utilización de éstas como palanca de ascenso al poder.

NEOFASCISTAS Y CANALLAS

Para Payán, el caldo de cultivo que le sirve al fenómeno de radicalización hacia la extrema derecha es una circunstancia que las políticas neoliberales han ensanchado de manera brutal: el abismo entre una minoría de ricos y una inmensa mayoría de pobres.

No obstante, los neofascistas apuntan como peligros para la civilización a la gran oleada de inmigración de las últimas décadas. Y dan la alarma ante la crisis del medio ambiente, pero andan culpando a la sobrepoblación de desposeídos.

Por último, Carlos Payán llamó a preocuparnos por los efectos de la gran recesión que se avecina. Y tras enlistar a los países donde florece el fascismo, Payán compartió su reconocimiento “a este México de hoy, con la alegría y la esperanza de que logre afianzarse en la libertad, la igualdad y la justicia”.

Finalmente, dedicó la presea “a todos los periodistas muertos en nuestro país, que están sembrados a lo largo y ancho de toda la República, a ellos más que a nadie” (https://www.jornada.com.mx/ultimas/2018/12/19/discurso-de-carlos-payan-al-recibir-la-medalla-belisario-dominguez-642.html).

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