LA COMUNICACIÓN DE PEÑA

¿Cuál fue el modelo de comunicación política de Peña Nieto?, le preguntaron los moneros Hernández y Helguera a Jenaro Villamil, columnista en Proceso y autor de varios libros donde analiza la relación del poder político y los medios:

“Justamente no comunicar con los ciudadanos y fabricar una imagen: la idea de que un rock star, un bombón, alguien bonito, podía ser un gran líder político. Había que construir un carisma y eso supuso inversión de dinero del estado de México y luego del gobierno federal.

“Con todo, fue la peor inversión. Gastar 50 mil millones de pesos destinados a la comunicación social únicamente en la promoción de la figura del Presidente, y que acabes con el 14 por ciento de la aceptación nacional, quiere decir que se alteró toda la ecuación.

“A Peña Nieto lo timaron o, más bien, se construyó un circuito de corrupción. Volvió a los medios adictos al dinero público y no a la audiencia. Por eso pasó lo que ha sucedido: que la gente acabara harta del modelo televisivo comercial al que vincularon con Peña, del modelo de la prensa señalada como chayotera, del modelo de los opinólogos que aunque no sean corruptos entran en el paquete (de los medios en los que escriben o comentan)”.

Para Jenaro Villamil, la polémica por la portada de César Yáñez en ¡Hola!, el 11 de octubre de 2018, fue “una secuencia del efecto Peña. La gente está harta. Hay gente que lo defiende en términos formales: que no es dinero público, que es su derecho, pero venimos de una crisis y es como si sustituyeras a José López Portillo y tu jefe de prensa se construye una casa en la colina del perro. Es su dinero, pero es también un símbolo del hartazgo”.

DERECHO DE LAS AUDIENCIAS

En el tercer programa de la segunda temporada de El Chamuco TV (https://tv.unam.mx/portfolio-item/el-chamuco-tv-temporada-2-programa-2-2/), Villamil conversó en TV UNAM con los moneros respecto a la política de comunicación social de Peña Nieto:

“Se malacostumbró a los medios”. En ese sexenio surgieron muchos portales y todos estos medios inflados se van a venir abajo con el inicio del nuevo régimen. “Se va a quedar en la calle mucha gente. Ese es el problema”, observó Helguera.

“Pero el problema no es del dinero público –atajó Villamil–, los periodistas tenemos que voltear a las audiencias. Escribimos para los lectores, transmitimos para las audiencias, hay consumidores de contenidos de todo tipo y mucho más en esta generación. Es mentira que la generación de las redes sociales no lea, a lo mejor leen de una manera fragmentada o distinta a la que a nosotros nos acostumbraron, pero están consumiendo contenidos y generando opinión pública. No lo están haciendo a través de los medios tradicionales y, mucho menos, de los medios que quedaron en esta nata de descrédito por, justamente, no haber respondido a lo que sociedad estaba demandando: decirle al señor presidente y a la señora de la estafa maestra y al señor del socavón, que renunciaran.

“No es casual la crisis, es el producto de la desconexión de los medios con los ciudadanos. Crearon una burbuja. Todavía estamos escuchando a periodistas [el programa se transmitió en octubre de 2018], como ese intelectual orgánico de Carlos Marín, diciendo que los padres de familia de Ayotzinapa tienen que aceptar que sus hijos fueron quemados.

“¡¿Qué le pasa a este subnormal?! Es decir, no puedes como comunicador decir eso. Si hubiera derecho de las audiencias se le sancionaría a este comunicador porque esta haciendo uso y abuso de un medio concesionado, público al final de cuentas, dando un dictamen que ni siquiera la PGR sostiene. ¡¿Qué le pasa?!”, insistió Villamil.

Aunque los moneros piensan que Carlos Marín tiene algún mérito periodístico, para el entrevistado tiene especialmente uno: el de concentrar los odios. En lo que dijo sobre los 43 normalistas, reiteró, “hay una violación a la ética periodística, a la comunicativa y al derecho de las audiencias”.

EL VALOR DE LA CREDIBILIDAD

Como observan los moneros de El Chamuco, Marín no es el único caso de periodismo desubicado. “Como la voz de él hay muchas en los medios impresos, radio, televisión y digitales”. Durante el gobierno de Peña se trató de construir una voz única. “Con diferentes tonos, con voces destempladas como la de Marín y otras voces aparentemente más sensatas, pero el discurso es el mismo”, señala Helguera.

Ya durante la transición, ese grupo de articulistas, comentaristas y opinadores se mostró “muy desesperado, enojado. Porque son una generación que se va, es un recambio generacional”, añade Villamil.

Y no es sólo que se acabe el flujo de publicidad, sino la preferencia del gobierno. “El principal valor del periodismo no es el dinero, es la credibilidad en los medios. Y cuando ya perdiste tu credibilidad, aunque te inyecten dinero, aunque ni siquiera hubiera dicho López Obrador que iba a disminuir los recursos de comunicación social, ni aún así se puede recuperar lo que ya perdiste. El bien intangible más importante para un comunicador, para un periodista, es la credibilidad. Y esta generación perdió eso”, enfatiza Villamil.

Quien no ha entendido eso es el senador Miguel Ángel Mancera –dice Helguera–, o mejor dicho su prestanombres, Héctor Serrano, quien acaba de lanzar un periódico que es una réplica del viejo modelo. “En qué pensabas cuando sacas un nuevo periódico y pones como director a Rubén Cortés, que estuvo en La Razón como director, donde se deshicieron de él porque se vio que les convenía quedar bien con Andrés Manuel”, comentan los moneros.

Para Villamil, “es la clásica fórmula de los políticos que dejan el poder y necesitan un periódico que, aun cuando no tenga audiencia, aunque no venda ni se lea, es su parapeto para protegerse. Algún problema de conciencia debe tener Mancera y la gente que trabajó con él, para abrir un periódico en una coyuntura en la que nadie está reclamando un periódico así en la Ciudad de México.

“Todavía si se fueran por un periódico distinto… Pero ese medio que se llama ContraRéplica me recordó a un periódico del PMT que era en rojo y negro. Es decir, está en el pleistoceno de los medios impresos”, ilustra Villamil.

Finalmente, le preguntan los moneros: Un medio así, ¿nace para golpear?

“Sí, pero el problema es si tú como gobierno o como responsable de un área de comunicación le haces caso, si entras en ese juego”.

Para Hernández, no sólo es el dinero sino la cercanía con el poder lo que alimenta a estos periodistas: les filtran información y eso les funciona a los políticos para golpear. Es la fórmula de López Portillo pero al revés: “pago para que les pegues”.

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