¿Es la crónica el género periodístico que va a salvar al periodismo, en concreto al oficio de reportero, en esta época de redes sociales y periodismo de robots? A la pregunta responde Juan Villoro, narrador y cronista, dramaturgo y ensayista, autor lo mismo de relatos para niños y crónicas de futbol, que de novelas y estudios literarios:
“La crónica es el género periodístico más interesante porque combina mejor los temas de la información y la emoción, es decir, la objetividad y la subjetividad. Hay muchas noticias que nos logran sorprender con una estadística pero no nos tocan. Por ejemplo, si en un terremoto mueren 500 mil personas, nos impacta. Pero cuando leemos eso en una crónica, lo que es genérico se puede volver individual, lo que es público se puede volver privado. Es decir, un dato frío, estadístico, se vuelve en un conjunto de historias humanas.
“Hay un libro maravilloso de John Hersey sobre la bomba de Hiroshima, que se llama precisamente así. Y ahí se narra la vida de varias personas unos minutos antes de que cayera la bomba. Lo que es una tragedia abstracta, se convierte en una tragedia viva, en los destinos humanos que terminaron su existencia con la bomba. Ahí es donde nos damos cuenta de la importancia de convertir lo colectivo en individual, porque nosotros nos relacionamos con una vida. No nos podemos relacionar con una estadística, por eso la crónica es tan importante.
“Y además la crónica tiene, en este sentido, un valor ético muy sustancial porque cuando te emocionas leyendo una historia verdadera sientes deseo verdadero, una motivación para cambiar las cosas. Ese es el gran cometido de la crónica: que si hace una denuncia tú también quieres hacer una denuncia; que si dice algo que debe ser transformado, te dices que a partir de ahora debes hacer algo por esas personas”.
DATOS CON ALMA
Si la crónica es pasión, ¿cómo le podemos insuflar alma a ese periodismo de datos en boga, incluso al reportaje de investigación?
“Uno de los problemas que tenemos es que parecería que los medios, con la competencia que hay ahora en redes, han perdido confianza en sus propios recursos. Es decir, como si el cine de pronto dijera: ‘esto es demasiado cinematográfico’”, expone Juan Villoro.
“A veces cuando se hace un periodismo de investigación que es más largo y minucioso, decimos: ‘esto es demasiado periodístico, la gente no va a tener tiempo de leerlo’. Y entonces decidimos darlo en cápsulas, hacerlo más breve, ofrecer la información en línea. Vamos a diferir las cosas para que la gente solo reciba algunos balazos y, con ellos, pueda armar su propia historia. Creo que eso es tenerle miedo a la grandeza de la crónica y del periodismo en sí mismo, que es el arte de contar historias reales.
“Necesitamos al periodismo porque nuestra vida sólo se entiende a través de las historias. El ser humano necesita estructurar su mente en una historia. Vas al médico y, cuando te dice que tiene malas noticias, de inmediato te preguntas qué me va a decir y cómo se lo voy a decir a los demás, y cómo me voy a plantear mi propia vida en el futuro. Empiezas a contarte una historia para soportar lo que el médico te va a decir. Y según lo que te dice, más o menos estructuras esa historia porque no puedes tolerar una noticia en frío sin darle un sentido, y las historias le dan sentido a la realidad.
“Pasan cosas en México de increíble violencia, en las circunstancias más lamentables, pero si las podemos entender por duras que sean podremos sobrellevarlas, criticarlas y salir adelante”, resume Villoro en una entrevista que nos concedió al término de un visita al museo de Alejandro Rangel Hidalgo en Nogueras.
NO HAY UNA ESTATUA AL LIBRO
El narrador, dramaturgo, cronista y ensayista estuvo en esta ciudad a invitación de la Fundación Puertabierta, la Universidad de Colima y la Secretaría de Cultura, para dictar en el Teatro Hidalgo un par de conferencias, una el miércoles 6 y otra el jueves 7 de febrero, sobre ‘la conciencia narrativa’ y el ‘viaje al centro de la mente literaria’.
La víspera ofreció una rueda de prensa en la que abordó los temas que le plantearon los reporteros sobre dos temas en particular: la Estrategia Nacional de Lectura lanzada por la administración López Obrador y el futbol.
Sobre las políticas de fomento a la lectura, Juan Villoro reconoció en cierto modo que hasta ahora el Estado ha emprendido acciones aisladas e inconsecuentes probablemente porque los gobernantes no encuentran la manera de hacer obras de relumbrón en torno al libro:
“La lectura no se inaugura con un monumento o un edificio público. No tiene esa espectacularidad que pueden tener otros tipo de iniciativas como los festivales o espacios públicos más grandes.
“También, es cuestión de que los gobiernos locales se involucren. Soy un convencido del federalismo, una de las grandes lacras del país ha sido el centralismo y es muy importante que estados y municipios se involucren en estos programas. Habrá algunos que harán más que otros, pero debe ir de abajo hacia arriba. No que llegue como un bombardeo o invasión en paracaídas, diciendo: ‘ahí están los libros, obedezcan nuestros lineamientos’.
“Este país tiene muchos países, y lo que les puede interesar a las comunidades yaquis o a las huicholas, no es lo mismo que lo que interesa a tzotziles o tojolabales, para hablar solo de pueblos originarios. Es muy distinto lo que requieren las comunidades, dependiendo hasta de los paisajes y de las condiciones en las que viven: si es ciudad o campo.
“El plan rector de fomento a la lectura debe irse adaptando también a las necesidades regionales, a los gustos, a las pasiones de ciertas zonas. Es importante que haya una organización local y ahí los padres de familia siempre juegan de locales, los maestros también.
“Y es necesario que las acciones locales afecten a las decisiones que se tomen en la capital del país, porque sería peligroso que en la capital se decidiera editar un millón de ejemplares de un libro porque todos lo tienen que leer supuestamente, cuando lo mejor sería editar 500 mil ejemplares de distintos libros según las necesidades de cada región. Hay que tener, pues, mucha sensibilidad ante lo que implica el plan federal y las decisiones que se deben tomar en los estados”, apuntó Juan Villoro.