LA DE AMLO Y EL CONTRARIO

Toda especulación respecto a quienes serán los candidatos que disputarán la gubernatura del estado en 2021, empieza por establecer cuáles son los proyectos políticos que se ofrecen como opciones al elector colimense.

Desde mi punto de vista, la alternativa se reduce a instaurar en Colima el régimen de la 4T o frenarlo. Por ello, independientemente de los partidos o coaliciones que les postulen, la pugna electoral será encarnada por el o la abanderada de López Obrador contra el personaje que encabece el movimiento anti López Obrador.

En esta primera entrega veremos aquellas figuras que suenan como aspirantes a la candidatura lopezobradorista, todos los cuales por cierto han seguido una ruta diferente y tienen un grado distinto de acercamiento al Presidente de la República.

Institucionalmente, la más vinculada al Ejecutivo es la delegada federal Indira Vizcaíno Silva. Aunque sus detractores han querido relativizar el peso de su nombramiento constriñéndolo al ámbito de los programas sociales, ella representa al Gobierno de la República para todos los fines, no sólo en los temas de la política de desarrollo social.

Por ejemplo, Indira se sienta a la mesa de seguridad cinco días a la semana. Y recientemente el subsecretario de Educación Superior de la SEP, Luciano Concheiro, ratificó que, para cualquier asunto de su dependencia relacionado con Colima, el enlace es ella.

ATADA DE MANOS

Indira ha asumido la vocería de las políticas públicas nacionales, entre ellas las de salud que tanta controversia causó en el marco del arranque del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi), y, por supuesto, de aquellas orientadas a la juventud.

Estas políticas públicas que incluyen las becas para estudiantes y aprendices laborales, son las mismas que alimentan el discurso de la gratuidad en la educación superior. Con todo, no será en la UdeC o en el Instituto Tecnológico de Colima donde veremos materializarse primeramente este discurso, sino en la Universidad para el Bienestar ‘Benito Juárez’ de Armería.

Por el impacto que las políticas públicas asistenciales tienen en la sociedad colimense, y por el celo que ese protagonismo político despierta, Indira ha sido el pararrayos de los ataques ideológicos lanzados contra el presidente López Obrador.

Los detractores de la delegada apuestan a que Vizcaíno no sobrevivirá al desgaste, pero sus simpatizantes confían en que las embestidas de la reacción, al no acabar de matarla, simplemente la fortalezcan.

Lo cierto es que, pese a la ventaja relativa que implica el cargo, Indira es la aspirante a la gubernatura que está más atada de manos. Siempre vigilada de que no incurra en actos anticipados de campaña, no puede hacer alianzas ni compromisos con los grupos políticos locales, como no sean los acordados por el propio Andrés Manuel.

Y, en ese sentido, tal parece que a Colima no le ha llegado el turno de entrar a la mesa política de Palacio Nacional. Todavía no es una prioridad para el cuarto de guerra que decidirá la estrategia electoral, conseguir que la alternancia partidista en nuestro estado coincida con el advenimiento de un gobierno identificado con la Cuarta Transformación.

EL PLAN DE MARIO

Otros cuadros de la 4T, dentro y fuera de Morena, buscan desplazar a Indira de esa candidatura natural. Algunos con sobrada violencia verbal, como la diputada federal Claudia Yáñez; otros esperando que se les acomoden las piezas en el tablero de la política nacional.

Sin terminar de reconocer sus aspiraciones, el diputado federal Mario Delgado Carrillo piensa bien sus jugadas. Se ha dicho hasta el cansancio que si Marcelo Ebrard no consigue la candidatura oficialista para suceder a López Obrador en 2024, su carta de negociación será el actual coordinador de la bancada de Morena en San Lázaro, quien recibiría la nominación para jefe de Gobierno de la Ciudad de México si el actual canciller no va por la grande.

Pero el 2021 ocurrirá antes y tanto Delgado como Ebrard tienen que decidir si la gubernatura de Colima tiene la fuerza suficiente para apalancar el proyecto presidencial de Marcelo, o si Mario podría ayudar más desde el gabinete.

No es que necesariamente el colimense esté llamado a pasar la segunda mitad del sexenio de Andrés Manuel como secretario de Estado. Pero incluso la titularidad de un organismo descentralizado puede ser tanto o más operativa que el gobierno de un estado tan pequeño como Colima. Y sin alejarse del centro.

Pero el principal problema de Mario Delgado como eventual candidato a gobernador, es su viabilidad de triunfo. Sus vinculaciones con el gobierno de Ignacio Peralta (su hermana Leticia Delgado es secretaria de Salud en Colima) no le ayudan como eventual candidato pues, al costo político que entrañará ser el candidato del gobierno federal, habría que sumarle el enorme costo electoral de ser el virtual sucesor de Nacho Peralta.

Golpeado de coletazo por los choques entre morenistas que amenazan con destruir la unidad de la fracción en San Lázaro, antes que pensar en otro cargo Delgado Carrillo tiene que mantenerse en la coordinación o al menos salir airoso de la encomienda. No es fácil y él mismo poco se ayuda con descuidos como este de someterse a un check-up en un hospital privado, cuando están a debate las virtudes del Insabi. 

En uno de los otros temas que formarán parte de la agenda electoral de 2021, Mario Delgado ya se definió por la defensa de la autonomía universitaria. Eso le da bonos entre los ciudadanos que están por preservar la estabilidad en la casa de estudios, pero se los resta entre aquellos sectores que no simpatizan con la continuidad de ciertos liderazgos.

LA RESERVA DE MORENA

Morenista químicamente pura es la alcaldesa de Manzanillo, Griselda Martínez. Si alguien maneja el discurso y reivindica los ideales de la cuarta transformación es la edil porteña.

Mujer de izquierda, la gran oportunidad de Griselda es demostrar que el proyecto alternativo de nación puede lograr una verdadera transformación urbana y social en Manzanillo, escenario de una guerra entre el Estado y los grupos delincuenciales que operan en el puerto.

Por su parte, la senadora Gricelda Valencia juega con la posibilidad de convertirse en la yegua negra de esta carrera por la gubernatura. Si bien, no gasta la pólvora en infiernitos.

En el contexto de un candidato oficial y de unidad, cualquiera puede ser el abanderado del lopezobradorismo en Colima, incluso quienes están fuera de la órbita de Morena.

En esta hipótesis cobran fuerza los perfiles de Virgilio Mendoza y Joel Padilla, cabezas en la entidad del PVEM y del Partido Trabajo, quienes podrían beneficiarse de una candidatura otorgada por cuota a cualquiera de los partidos que se aliaron con Morena para llevar a López Obrador a la Presidencia, como es el PT, o de los que pactaron con la bancada mayoritaria para garantizar la gobernabilidad en el Congreso de la Unión, como es el Verde.

En un careo entre el candidato de López Obrador y el candidato anti-AMLO, Virgilio destaca sobre el senador Padilla en cuanto a un menor potencial de enriquecer el voto útil de la reacción. Pero, en un análisis sereno, el oficialismo tendría que calcular cuánto se diferencia la oferta política de Mendoza Amezcua –antiguo panista–respecto a la de Leoncio Morán (hoy en Movimiento Ciudadano) o la Jorge Luis Preciado, los dos aspirantes mejor aspectados para ser el candidato de los que van contra la 4T, esto es, de la derecha.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.

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