La edición es un negocio

“Con demasiada frecuencia la gente piensa que cualquier ocurrencia o aventura merece ser narrada y publicada. Pero no todo sirve para una obra, ni todos somos buenos escritores”.

Así sintetiza la redacción de El País el texto que Kate McKean, vicepresidenta de la agencia literaria Howard Morhaim, escribió y al cual tituló con la respuesta que frecuentemente tiene que darles a todos aquellos que se le acercan con una propuesta literaria que juzgan interesante: “No, tu historia no da para un libro”.

Publicado originalmente en inglés en The Outline (theoutline.com), el artículo fue traducido al español por María Luisa Rodríguez Tapia y reproducido en la sección “Ideas” del diario madrileño.

En la primera parte en la que dividimos el artículo, McKean explicó qué es un libro, qué largo debe tener un texto para que pueda convertirse en libro y cuán duro es escribir las páginas que han de conformar un libro. En esta segunda entrega, la agente literaria habla de cómo funciona la industria editorial:

“La edición es un negocio comercial, no una meritocracia. Escribir es un arte, los libros son arte. Pero existen dentro de un sistema que depende de que los lectores den dinero a cambio de un producto. Ese dinero paga el alquiler y la factura de la luz del editor, y los sueldos de los empleados -a menudo cientos e incluso miles- que están contratados para hacer los libros que los lectores compran. Y si un libro no da dinero, es muy difícil pagar esos sueldos.

“Los editores asumen un riesgo económico con cada libro, porque nadie sabe cómo se va a vender hasta que está en las estanterías, y autores de mucho éxito (los J. K. Rowling y James Patterson) ayudan a pagar las facturas de los libros que venden menos.

“Claro que los editores publican libros que saben que no van a dar mucho (o ningún) dinero, y lo hacen por amor al arte, por prestigio o por muchas otras razones. Pero no pueden hacerlo con frecuencia.

“Así que, puede que usted tenga una historia maravillosa que contar, pero si no existen indicios suficientes de que los lectores irán a buscarla, lo más probable es que no se la publiquen. Nadie merece publicar solo por haber escrito un libro. Esto no consiste en ‘escribe, que ya llegarán los lectores’”.

Escribir es correr la maratón

“Dominar el lenguaje no implica necesariamente que se pueda escribir”, sentencia Kate McKean, vicepresidenta de una agencia literaria que ha representado a autores desde 1979, con el objetivo de “hacer coincidir a escritores talentosos con profesionales especializados en publicaciones, con el fin de traer ficción de calidad y no meramente ficción al mundo”.

De acuerdo a la página de internet de Howard Morhaim, esta agencia literaria “es conocida por representar a autores que trabajan en la cima de sus campos y abogar firmemente por los derechos” de esos escritores.

Su lista de clientes, presumen, “incluye best-sellers del New York Times, académicos galardonados y autores debutantes por igual”. A todos los cuales, aseguran, “los defendemos a lo largo de sus largas carreras” como escritores, con publicaciones constantes.

Como en su momento les aclaró a esos autores consagrados, a las promesas del mundo literario McKean les dice:

“Si está usted leyendo esto, es muy probable que sepa escribir. Seguramente domina el idioma y es capaz de transmitir sus ideas mediante palabras. Pero eso no significa que pueda escribir un libro.

“Pongámoslo así: yo corro desde que tenía un año. ¡Casi 40 años corriendo! Pero sería completamente incapaz de correr una maratón. No estoy capacitada físicamente para hacerlo aunque puedo correr varios kilómetros seguidos.

“Escribir un libro es una maratón. Hay que entrenarse, practicar, comprender cuáles son los propios puntos fuertes y débiles, y trabajar mucho para superarlos. Se necesita ayuda, comentarios y apoyo, y hacerlo muchas veces antes de que se llegue a correr la mejor carrera.

“Escribir un libro que alguien quiera leer es correr la mejor maratón posible. Nadie lo hace de buenas a primeras, y pocos escritores tienen el aguante necesario sin un entrenamiento riguroso”.

Escriba porque le gusta

McKean cierra el texto aludiendo a las líneas iniciales en donde se quejaba de la cantidad de gente que se lanza a escribir un libro porque alguien supuso que, si es bueno contando historias a sus amigos, a sus hijos o sus alumnos, debe poder escribir y, más aún, debe poder publicar esa historia en un libro:

“Si usted quiere escribir un libro, escríbalo. Es maravilloso, horrible, gratificante y demoledor, todo al mismo tiempo. Pero hágalo porque quiere, no porque alguien se lo sugirió una vez.

“Tenga en cuenta lo que implica antes de empezar, para que sus expectativas y sus objetivos sean razonables. No tiene que escribir para que le publiquen su historia, ni tiene por qué publicar con un editor clásico.

“Hay muchas otras opciones, si lo único que quiere es tener en sus manos un ejemplar de su relato. Simplemente tenga cautela cuando la gente bienintencionada, pero completamente desinformada, le dice que debería escribir un libro”, concluye la agente literaria.

 

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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