El colimense César Alejandro Yáñez-Centeno y Cabrera es subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación. ¿Le da ese cargo posibilidades de aspirar a la candidatura de Morena al gobierno de Colima en 2027?
Técnicamente sí. Otra cosa es que le interese y, más improbable aún, que la presidenta Claudia Sheinbaum le permita usar la posición para promoverse políticamente en un estado de donde ha estado alejado desde hace cuatro décadas.
César trabaja con Rosa Icela Rodríguez Velázquez. Y no es dato menor que titular de la Segob es, entre las y los secretarios de Estado, de lo más influyente. Comparte con ella un origen profesional en la comunicación social. Curiosamente, los dos desarrollaron con el tiempo una experticia en trabajo político y administrativo.
Yáñez terminó la licenciatura en Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana, e hizo carrera en las oficinas de prensa de gobierno, partidos y campañas electorales. Rodríguez realizó sus estudios universitarios en la Escuela de Periodismo ‘Carlos Septién García’, y ejerció el oficio periodístico en Televisa Radio, El Universal, La Afición y La Jornada.
Más interesante que las coincidencias entre César y su jefa en el Palacio de Cobián, es que la familia Yáñez ha sido contraria a la Vizcaíno desde que el grupo de los notarios, al que pertenecía Ismael Yáñez junto con el finado Jaime Alfredo Castañeda, disputó con la corriente del PRD en la que coincidieron Arnoldo Vizcaíno Rodríguez y Carlos Sotelo García, el control del partido fundado en 1989 por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, entre muchos otros.
Más recientemente, como diputada federal por el primer distrito, Claudia Yáñez contendió por la candidatura de Morena al gobierno de Colima con la representante popular por el segundo distrito electoral federal con licencia y delegada de Bienestar en el estado, Indira Vizcaíno Silva.
En esta historia de desencuentros, los Vizcaíno se impusieron siempre a los Yáñez. En los albores del Sol Azteca, el hermano mayor de César, Ismael, acabó deslindándose de la política perredista cuando el ingeniero Cárdenas se decantó por ‘el clan’ Sotelo-Vizcaíno. Y su otra hermana, Claudia, renunció a su militancia en Morena tras calificar como una “farsa” el proceso interno de 2021. Finalmente compitió por la gubernatura con los colores de Fuerza por México, en un intento por dividir la votación a favor de la izquierda en la entidad.
Las tensiones entre las dos familias se relajaron cuando Indira, ya como gobernadora, dio su beneplácito –o, por lo menos, no vetó– la designación de Rolando Yáñez, otro hermano de César pero a quien no se le conocía interés por la política, como delegado de Relaciones Exteriores en Colima. Un nombramiento extendido por el entonces canciller Marcelo Ebrard.
NUESTRO HOMBRE EN BUCARELI
César Yáñez viene, nominal pero complicadamente, del primer círculo de Andrés Manuel López Obrador:
-Fue coordinador general de Política y Gobierno de la Presidencia de la República, en lo que se vio como un castigo y no como un reconocimiento a los años de acompañar al Peje en su lucha.
-Por invitación de Adán Augusto López Hernández, que había sido llamado a Gobernación para darle operatividad a la cartera que ocupó la ministra de la Suprema Corte en retiro, Olga Sánchez Cordero, cuando ésta reasumió su escaño como senadora, César fue nombrado subsecretario de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos.
-Conservó el cargo cuando el exgobernador de Tabasco se fue a buscar la candidatura presidencial, y Luisa María Alcalde llegó a la Segob. Pero cuando arrancó la campaña de Sheinbaum, Yáñez se integró al equipo de Claudia como coordinador de Agenda y Giras.
Ahora en el gobierno federal, César Yáñez se desempeña como subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración. Por la naturaleza de sus responsabilidades, nos preguntamos si el colimense participó en la redacción de la disculpa pública para familiares y sobrevivientes de la matanza en Tlatelolco, que el gobierno de Sheinbaum ofreció en voz de la secretaria Rosa Icela Rodríguez durante la primera conferencia mañanera.
Ya vimos que Yáñez llegó al nuevo gabinete por la vía de la campaña electoral de Sheinbaum y el equipo de transición. Pero es probable que en su nombramiento como subsecretario haya pesado más la carrera que hizo en los últimos años como operador político, que su trayectoria de más de dos décadas en el área de comunicación social.
Se comentó en las columnas de trascendidos que César recuperaría ese perfil de comunicador profesional, tomando el relevo de Jesús Ramírez como vocero de la Presidencia. No fue así. Ahora, algunos especulan si el papel de César Yáñez como subsecretario en Bucareli será hacer contrapeso a Ramírez, coordinador de asesores de la Presidencia. Con ello, libraría a la nueva coordinadora de Comunicación Social y vocera de la Presidencia, Paulina Silva Rodríguez –quien viene de ejercer un encargo similar en el Gobierno de la Ciudad de México–, de opiniones no pedidas sobre la política comunicacional o la realización de las mañaneras.
UNA BODA FIFÍ
Nacido en Colima en 1962, César terminó el bachillerato en la UdeC y la licenciatura en la UAM. En 1994 empezó a trabajar para el entonces presidente del Partido de la Revolución Democrática, Porfirio Muñoz Ledo, quien estuvo casado con su hermana Bertha durante varios años. Se vinculó a Andrés Manuel López Obrador en 1997, cuando el tabasqueño pasó a ocupar la dirigencia nacional del PRD.
Acompañó a López Obrador en su campaña por la Jefatura de Gobierno, y en 2000 fue nombrado director de Comunicación Social del Distrito Federal. Fue jefe de prensa en la campaña presidencial de 2006 y, tras el fraude electoral, formó parte del “gobierno legítimo”.
En los comicios de 2012 volvió a ser coordinador de Comunicación Social y vocero de la campaña presidencial de López Obrador. En 2015 asumió como secretario de Comunicación y Difusión del Comité Ejecutivo Nacional de Morena. En esa responsabilidad creó el periódico Regeneración, del que fue director. Y lo sustituyó, precisamente, Jesús Ramírez.
Entre 2016 y 2017 formó parte de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, donde fue presidente de la Comisión de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas. Fue secretario de Comunicación, Prensa y Propaganda del Movimiento Regeneración Nacional. Pero su carrera como enlace con los medios culminó en 2018, cuando ejerció nuevamente como vocero de la campaña presidencial.
César se forjó una leyenda como escudero de López Obrador, a quien acompañó en su periplo nacional. Juntos le dieron tres vueltas al país sin dejar de pisar un solo municipio, durmiendo a veces en hoteles de piojito y bañándose en las duchas para camioneros de las gasolineras.
Esa hermandad se rompió cuando César, para celebrar su segundo matrimonio esta vez con Dulce María Silva Hernández, organizó una boda fifí que se dice fue al gusto y a costillas de su futura esposa. Sin embargo, Yáñez fue negligente al no calcular el terrible efecto que, para la imagen de austeridad que manejaba el ya para entonces presidente electo, tendría la difusión de la ceremonia y la fiesta en 20 páginas, más la portada, de la edición mexicana de Hola!, con decenas de fotografías incluida una en la cubierta de la pareja López Obrador-Gutiérrez Müller como testigos del enlace.
VOCERO POR VOCACIÓN
Se infiere que la cobertura de sus elegantes nupcias le costó a César la coordinación general de Comunicación Social en 2018. Y aun cuando sea cierto que fue Yáñez Cabrera quien le pidió a López Obrador descansar de las agotadoras tareas de un vocero, que el colimense dejara de ser el vínculo de Andrés Manuel con los medios y con los periodistas determinó un nuevo rumbo y un nuevo tono en la relación prensa-poder.
Materializar una estrategia de confrontación con las figuras del periodismo y del empresariado mediático, le dio a Jesús Ramírez Cuevas además el protagonismo que acabó tomando como director de cámaras en la mañanera. En cambio, como auxiliar del presidente para temas de Política y Gobierno, el actuar de César Yáñez fue tan poco valorado que algún columnista lo apodó ‘el fantasma de Palacio’.
César tiene mala suerte con las mujeres. Hemos visto cómo su segunda esposa le impidió disfrutar de las mieles del poder, luego de casi cinco lustros de trabajar para convertirse en el Guillermo Prieto de nuestro Benito Juárez del siglo XXI.
Y su primera cónyuge, Elena Chávez de quien se divorció en 2015, se prestó para firmar dos de los panfletos contra López Obrador que se imprimieron y se distribuyeron masivamente en las redes sociales, con el único objetivo de acabar con la reputación de López Obrador:
-El rey del cash, de 2022, narra su experiencia como parte del equipo cercano de Andrés Manuel y, sin pruebas que sustenten las acusaciones, según la autora “evidencia cómo el poder ha sido el gran amor y obsesión del Presidente, y cómo el odio y el resentimiento han sido el alimento que lo sostiene”.
-En 2023, Elena (No) Chávez publicó El gran corruptor donde, con base en testimonios deshilvanados y según la contraportada la dizque periodista “nos sumerge una vez más en las entrañas de un sistema político donde la corrupción parece haberse convertido en la norma”.
Sobra decir que esos libelos y, de hecho, toda la bibliografía contra López Obrador que se publicó antes y durante el sexenio le hicieron al ‘indio de Macuspana’… “lo que el viento a Juárez”.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com