¿Qué solución debe aportar la RAE a las demandas de lenguaje inclusivo de los colectivos feministas y de una parte de la sociedad?, le preguntaron en febrero de 2019 al catedrático de Estética, académico de la lengua y columnista de El País, Félix de Azúa.
“Esas son modas que pasan. Salen, florecen, se marchitan y mueren. Como el hula hoop”, respondió. Y cuando el periodista Iker Seisdedos, quien lo entrevistó para el diario madrileño (https://elpais.com/cultura/2019/02/13/actualidad/1550080795_319043.html), le cuestiona cómo puede comparar con el giro de un aro las aspiraciones de las mujeres que consideran esa como una vía para su visibilización, el autor del libro de ensayos Volver la mirada (Debate) replicó:
“Será de sonorización. Las mujeres se merecen muchísimo respeto, un respeto que no han tenido nunca. La historia de la humanidad es la historia de la esclavitud de las mujeres por parte de hombres terribles y patriarcales. Dicho esto, las reivindicaciones que estamos viendo ahora vienen de una élite. Eso es algo muy frecuente en el siglo XVIII. Se llamaba despotismo ilustrado, y tuvo buenos efectos. Alguna gente que hizo caso lo que decían las clases altas se ilustró un poco”.
Pero las manifestaciones recientes (como las que vimos en México contra la violencia de género) desmienten esa idea de unas cuantas elegidas, ¡fueron multitudinarias!, reclama Seisdedos:
“Sí, pero las que llevan la voz cantante son unas cuantas mujeres acomodadas, ministras, periodistas… que, con la mejor voluntad, conducen los debates a asuntos como el lenguaje inclusivo. Buenas intenciones cristianas”, sentencia De Azúa, quien ya había sorprendido a su entrevistador al decir que para él periodismo “es el periodismo en papel”, y que “los periódicos digitales se parecen a un periódico de verdad solo residualmente”.
Claro, el crítico de arte se refiere a la condición elitista del tema de inclusión en España. En Argentina es un fenómeno social, especialmente entre los jóvenes y los niños, el uso del todes y otras fórmulas de lenguaje inclusivo. Y en México ya vimos cómo esas manifestaciones de protesta contra la impunidad en la que se dan los casos de violación y feminicidio, fueron protagonizadas por encapuchadas que no eran infiltradas según las organizadoras de la marcha, quienes también defendieron el derecho de esas mujeres a vandalizar monumentos históricos.
LA LENGUA DE LOS PÁJAROS
Lo que no se nombra deja de existir, es el viejo tópico ocasionalmente enarbolado por quienes alertan del empobrecimiento del lenguaje. De lo que se desprende un corolario: para reducir el pensamiento, mutílese la lengua, escribía Jorge Freire en ‘La lengua de los pájaros’, un artículo publicado en El País en diciembre de 2018 (https://elpais.com/elpais/2018/12/03/opinion/1543851286_539256.html).
Pero ahora, apunta, la postura catastrofista se inclina hacia otra hipótesis: “la depauperización no se daría por defecto, sino por exceso”. En inglés y en español los diccionarios recogen voces que advierten del envilecimiento de la discusión pública (como posverdad o antagonizar) o describen el mundo virtual (cliquear, cracker). “Quizá por ello sorprende moderadamente el rechazo de la Academia al lenguaje inclusivo en su libro de estilo”, donde se sigue la máxima, propuesta por su entonces director Darío Villanueva, de ‘no confundir la gramática con el machismo’. De tal suerte, la economía lingüística impondría evitar expresiones, consideradas innecesarias, como “todos y todas”, resume Freire.
Las palabras no son estáticas, nunca hubo un idioma perfecto e incontaminado como aquella “lengua matriz que Cyrano de Bergerac hizo hablar a un semidiós sentado sobre la piedra filosofal: la lengua de los pájaros”. El deber de los lexicógrafos es “hacer inventario de una realidad en devenir, un río cambiante y proteiforme en que nunca es posible zambullirse dos veces”.
Y si con base en esa explicación deberíamos “postergar, al menos temporalmente, la incorporación de un lenguaje inclusivo todavía residual pero en auge”, la Real Academia Española tampoco “habría eliminado expresiones denigratorias, no siempre en desuso, como en efecto ha hecho”.
El diccionario ya no es “un mero reflejo del habla popular (…), precisamente, por la pericia que los académicos han demostrado a la hora de advertir cuándo esa imagen especular está curvada. Es por ello que el adjetivo fácil ya no alude exclusivamente a la mujer y la expresión sexo débil incorpora una marca de uso que indica su intención despectiva, al tiempo que una judiada ya no es una mala pasada ni jesuita es alguien taimado e hipócrita”.
Así como el desdoblamiento (el rey y la reina) no resulta “intuitivo ni cómodo”, tampoco el lenguaje inclusivo “ha de juzgarse por sus propuestas más extravagantes (el uso de la arroba en contextos formales)”. Aceptar algo no obliga a su uso. Si en verdad “el verbo funda el mundo”, no hay lengua que baste por sí sola para acabar con el machismo. Y, sin embargo, no podemos “negar la influencia” de tantas expresiones feministas que condicionan nuestra mirada, reconoce Jorge Freire.
EL LEÓN ANTIFEMINISTA
No todos los intelectuales ni los académicos de la lengua en España tienen esta apertura. “Tiene usted mi palabra”, escribió Arturo Pérez-Reverte, de que si se cambia el lenguaje de la Constitución del reino por uno inclusivo, el escritor deja la Real Academia donde ocupa el sillón T.
Un usuario de Twitter (https://elpais.com/cultura/2018/07/12/actualidad/1531393676_131652.html) le había escrito el 10 de julio de 2018, cuando apenas se dio a conocer la petición del Gobierno español a la RAE de proponer cambios en el texto constitucional que correspondan a una equidad de género:
«Es un intento de domesticar la RAE. Cederán los académicos, tras intentar suertes de esgrima desganada, algún bizantinismo apolillado. Solo Arturo Pérez-Reverte, el viejo león, marchará dando un sonoro portazo. País de cobardes», aseguraba el tuitero en este hilo. Y ya conocemos la respuesta del creador del capitán Alatriste y de Falcó, otro personaje machista de sus novelas históricas.
A fines de enero de 2020, la RAE deberá entregar el estudio que le solicitó el Gobierno por voz de la vicepresidente Carmen Calvo. Hace casi dos años el Ejecutivo pidió a los académicos de la lengua un informe que determine si la Constitución está redactada en un lenguaje que refleje por igual la realidad de hombres y mujeres y qué fórmulas podrían modificarlo en caso de que no sea así.
Calvo apuntó que «en cuanto» este informe estuviera terminado lo llevaría ante la comisión constitucional. Según manifestó, ese estudio es «independiente» al análisis del contenido de la Carta Magna y de abordar una reforma constitucional.
Desde ese momento, la Vicepresidente ha sostenido que la redacción de la Constitución en masculino «se corresponde» con una sociedad de «hace 40 años» y cree que «hablar en masculino» traslada al cerebro solamente «imágenes masculinas».
En ese sentido, recordó que en la toma de posesión de los ministros y ministras del Gobierno de Pedro Sánchez, a muchas de ellas les «costó trabajo prometer como ministros» precisamente porque son mujeres.
Como vimos a lo largo de la semana en esta columna, la RAE entregó en 2019, como avances parciales de este informe, una recomendación: usar rey o reina para referirse a quien ostente la corona, y príncipe o princesa cuando se refieran a quien ha de heredar el trono.
El tema es de particular interés en una monarquía donde las mujeres son discriminadas en el orden de sucesión. Hasta que se reforme la Constitución española, si a la primogénita del rey le nace un hermano, el varón la desplazará en su derecho.
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