En su conversación de Largo Aliento con Sabina Berman, el ahora reportero de Sin Embargo y conductor junto con Alejandro Páez Varela de Los Periodistas, Álvaro Delgado, contó por qué se dio la salida de ambos de La Octava.
En la emisión número 11 del nuevo programa de la dramaturga, novelista y periodista en Canal Once, transmitido el 28 de mayo de 2021 (https://www.youtube.com/watch?v=rX14Y11QyOw&t=6s) y donde también estuvo como invitado Julio Hernández López, ‘Astillero’, Berman había preguntado si el reportaje sobre las fuentes de financiamiento de LatinUs, el proyecto de Carlos Loret de Mola, fue causa de la salida de Los Periodistas del grupo Radio Centro.
“Nos dimos cuenta que el ambiente que habíamos tenido para trabajar y ejercer el periodismo en Grupo Radio Centro, primero en radio y luego en La Octava televisión, ya no iba a ser el mismo a partir de las condiciones que impuso [el director general] Juan Aguirre Abdó. Y dijimos hasta aquí, tan simple como eso.
Sabina recuerda que cuando estaba en TV Azteca le pedían la lista de posibles invitados, y cuando alguno no gustaba a los ejecutivos era motivo de discusiones que ella finalmente ganaba con argumentos. Pero otros periodistas eran ‘menos afortunados o menos tercos’, y cuando entregaban su lista de invitados de plano les tachaban la mitad, les imponían a otros o les pedían los cuestionarios de antemano.
Esa es la vida en muchas de las televisoras comerciales para muchos de los periodistas, señala la exconductora de programas como Shalalá y Otras Historias en la empresa del Ajusco, o John & Sabina en la televisión pública. ¿La Octava quiso ejercer un control sobre la libertad de expresión de Los Periodistas?
“Nos advirtieron que en el futuro habría que ponerse de acuerdo con el director editorial, y eso era inaceptable para nosotros. Como tampoco Julio Astillero, ni Páez ni yo estamos acostumbrados a que nos condicionen con quién hablar y con quién no. Por eso renunciamos, por eso y por otras razones. Pero, las causas de fondo, seguramente el único que las sabe es Juan Aguirre Abdó.”
Es fuerte lo que dice Delgado, subraya Berman, porque sugiere que puede haber incluso intereses más profundos que Los Periodistas desconocen, negociaciones donde los conductores, sin saberlo, son usados como alfil en un tablero de ajedrez.
Sin elementos para hacer una acusación de ese calibre, Álvaro Delgado reitera que sólo Juan Aguirre sabe “las razones por las que un programa exitoso, con enorme audiencia en radio, televisión y YouTube, de pronto es aniquilado. Muy su negocio, él es el patrón. Los patrones son los que están al frente de las empresas y allá ellos. Aguirre nos quiso imponer condiciones que no estuvimos dispuestos a aceptar y, sencillamente, le dijimos adiós.”
ESPEJO DEFORMADO…
El triunfo electoral de la izquierda en 2018 generó una enorme paradoja en la relación entre empresarios de la comunicación y periodistas de izquierda, observa Berman.
En México hoy gobierna la izquierda, pero en los medios comerciales de mayor alcance cuatro de cada cinco comunicadores son gente adversa a la izquierda. Casi todos son neoliberales.
La metáfora que Sabina se cuenta a sí misma es esta: si el periodismo es un espejo, estamos ante un espejo deformado que le regresa a la sociedad una realidad distorsionada. ¿A quién debería preocupar esto: a los periodistas, a los medios o al gobierno?
Para Julio Astillero, “a todos debería preocuparnos porque no habrá salud democrática en México mientras no haya un periodismo respetado y respetable. No podrá darse el avance democrático al que aspiramos, mientras no haya medios de comunicación que estén alejados de las decisiones de poder de los grandes centros empresariales, consorcios o grandes negociantes.
De lo que hablaron en la primera parte del programa, los grandes negocios no necesariamente mediáticos que hacen los dueños de las empresas de comunicación, hay algo aún peor: “el control de la vida política”, dice el columnista de La Jornada.
“Televisa construyó, de manera consciente y sistemática, la candidatura de un hombre que ha sido el mayor ejemplo de la corrupción política en México. Y vaya que es muy peleada la lista para aspirar a ese deshonor. Construyó la candidatura de Enrique Peña Nieto teniendo como eje la historia del matrimonio del entonces gobernador mexiquense con una estrella de telenovelas.
“Otros órganos informativos se han convertido en un freno, un dique, para el desarrollo democrático, obstruyendo a los opositores, falseando la información y tratando de inyectar e inducir en la opinión pública la sensación de que las cosas son distintas a como la realidad política lo muestra.
“Andrés Manuel López Obrador fue obstruido en 2006 y en 2012 por esa misma alianza mediática, por Televisión Azteca y Televisa en particular. Y hoy, ese conjunto de medios electrónicos y prensa escrita, está en abierta campaña para tratar de mermar y disminuir el poder político del presidente de la república y su proyecto de la llamada Cuarta Transformación.
“Son muchos los elementos que nos muestran cómo este tipo de periodismo no está funcionando. Pero, aún peor, el gobierno del presidente López Obrador no ha podido construir las alternativas informativas que confronten realmente a ese monstruo de mil cabezas. Ni en los medios públicos ni en los medios privados ha podido crecer, con la dimensión adecuada, el equilibrio que brinde información y análisis. Tampoco un esquema distinto a lo que hacen los medios convencionales.”
REFLEJO DISTORSIONADO
Para Delgado, que el periodismo esté siendo un espejo deformado que está entregando a la sociedad un distorsionado reflejo de la realidad, “debe preocuparle fundamentalmente a la sociedad”.
“No se ve que al gobierno le preocupe mucho porque, finalmente, la estrategia que yo advierto del gobierno y de López Obrador en lo particular no es, efectivamente, auspiciar un mayor número de medios de comunicación. Al contrario, el presidente más bien se ha acomodado a los medios convencionales, putrefactos, corruptos, interesados. Los mismos de siempre.”
Más que una miopía, apunta Berman, es una costumbre del poder político no querer incidir en el periodismo. El presidente López Obrador podría hacerlo ahora mismo y, sin embargo, se pasa las mañaneras haciendo corajes, dándole una promoción indecible a estos medios que él mismo considera corruptos.
“Eso es lo irónico –tercia Julio Astillero–, López Obrador está promoviendo más la lectura y la visión de comentaristas y medios que, por sí mismos, no tendrían tanta difusión.”
Retoma el hilo Álvaro Delgado, reconociendo que son de esas cosas que “uno no entiende del ciudadano presidente: le ganan más sus motivaciones personales a una visión que tenga el propósito de transformar los medios de comunicación”.
“En México prevalece el mismo elenco informativo: quienes dominan la televisión están también en la radio, los medios impresos y los digitales. Con Peña, Calderón, Fox y desde antes, eran exactamente los mismos rostros los que veíamos a cuadro y frente al micrófono o firmando textos.
“Hay medios que han tratado de acomodarse. Grupo Radio Centro es un claro ejemplo de eso. ‘Somos progresistas’, decía Juan Aguirre un poco para acomodarse pero sin estar dispuestos a cambiar en lo más mínimo. Es el mismo caso de Milenio, Grupo Imagen o Televisa, y claro el de Televisión Azteca con una alianza muy pragmática entre Ricardo Salinas Pliego y el presidente, que el mismo López Obrador ha auspiciado al igual que su alianza con Televisa.”
Este amasiato se va a terminar “apenas Andrés Manuel se vaya de la presidencia de la república. Y nos vamos a seguir quedando exactamente con los mismos: López Dóriga, Loret de Mola, Ruiz Healey. Todo ese elenco de comunicadores que se enriquecieron mayormente con Peña, van a seguir ocupando los espacios en las estaciones de radio y televisión de la Ciudad de México. Y también, aunque a veces nos olvidamos, de los estados. Son exactamente los mismos”.
“¿Qué puede uno hacer como periodista? Pues buscar espacios donde se pueda realizar un trabajo que no solamente busca someter a escrutinio al poder público, sino también a otro tipo de poderes: el económico, el mediático, el militar, el religioso y hasta al poder criminal.”
UN LECTOR CONVENCIONAL
Al respecto de los vínculos de TV Azteca con la 4T, Julio Astillero hace notar que la televisora no sólo tiene negocios qué defender sino posiciones políticas y de gobierno. Tanto en el Poder Legislativo como en el Ejecutivo tiene personajes incrustados, como parte de un grupo político.
“No deja de ser irónico y paradójico que la visión del presidente López Obrador se sigue asentando en el tipo de periodismo convencional, y que él refleje diariamente que está atento a lo que dicen las columnas y los manejos de los personajes periodísticos de los cuales debería prescindir absolutamente, si es que de verdad su propio criterio político fuese de otra manera. Pero él sigue reaccionando como en la política antigua, atenido a lo que las columnas tradicionales o el periodismo convencional publican. Y, por eso, los combate y los replica.”
NEUROSIS PRESIDENCIAL
Con los estudios de siquiatría que plasmó en su obra de teatro Feliz nuevo siglo doktor Freud, Sabina Berman diagnostica a López Obrador como un caso de neurosis. La definición describe el estado de un sujeto que está ‘entercado con aquellos que te hacen daño y no con aquellos que te aman’. El presidente muestra una conducta así respecto a la prensa convencional.
A Julio Astillero le parece que “hay una decisión de tener cerca al enemigo, y lo entienden muy bien sus adeptos en las redes sociales cuando criticas algo. Si lo mejor es tener cerca al enemigo, entonces pongan a Salinas de Gortari en algún cargo político o administrativo para tenerlo cerquita”.
“El presidente López Obrador desarrolla una política de mucha confrontación, de tensión constante. Y, sin embargo, mantiene un mismo esquema periodístico que no ha sido combatido.
“Reducirles el monto de los ingresos por la vía publicitaria es, desde luego, un gesto importante pero no suficiente porque, finalmente, las fuentes de financiamiento empresarial, los proyectos abiertamente contrarios al presidente en turno, son los que ahora financian todos esos proyectos periodísticos convencionales.
“Y lo hacen con un claro sentido político de revanchismo, buscando recuperar el poder que sienten haber perdido y que, en realidad, ni está tan perdido. A últimas cuentas, la revista Forbes nos quita la ingenuidad al revelar que los multimillonarios mexicanos han seguido ganando igual o más que siempre.
“Esa cantaleta de que aquí se acabó el periodo neoliberal es solamente un buen deseo, una expresión oratoria o retórica. Ni ha muerto el neoliberalismo ni ha habido cambios profundos en la manera de operar de los grandes millonarios y los grandes consorcios.
“Por desgracia, tampoco ha podido ser corregido, moderado o modulado ese ente malévolo que es el periodismo convencional, desde el cual le están librando una dura batalla política y, pronto, electoral al presidente López Obrador y sus proyectos de gobierno.”
¡FUERA MÁSCARAS!
Para complicar las cosas, remata Sabina Berman, tenemos un presidente que además de engancharse con la prensa que más se le opone y no reconoce a la prensa de izquierda, dice desde el podio de la mañanera: ‘¡fuera máscaras!, no es hora de tibiezas, están conmigo o están contra mí’.
La conductora quiere saber qué le responden al presidente Julio Astillero y Álvaro Delgado. Pero la opinión de los periodistas de izquierda en una siguiente entrega de esta columna.