La lucha por la gubernatura se encuentra, como las demás, en sus últimas semanas. Tenemos más candidatos que en los procesos anteriores pero no por eso, mejores, ni una lucha más interesante. Y es que desde antes del inicio formal del proceso, todos los colimenses sabíamos el nombre de la triunfadora, y cuando escribo todos, quiero decir precisamente eso, todos; es decir que incluye a los candidatos y los partidos políticos que participan. Las muchas encuestas, las ocurrencias disfrazadas de propuestas, las giras proselitistas, los debates como el que habrá de celebrarse unas horas después de que se juntan estas letras, así como otros actos, tienen explicaciones diferentes.
Algunos candidatos al Gobierno del Estado, saben que no tienen posibilidad alguna de triunfo y otros saben que tienen oportunidades mínimas si la candidata puntera tuviera algún tropiezo importante, cuestión que no ha sucedido y que muy difícilmente sucederá. Debe resultar difícil apostar a eso.
Probablemente algunos candidatos a la gubernatura tengan la función de ayudar a que se posicionen mejor los candidatos a diputados o a presidentes municipales de sus partidos. En el caso de los candidatos a las diputaciones es importante que logren los mejores resultados posibles porque de eso depende conservar el registro y los dineros públicos que se les canalicen durante el siguiente trienio.
Quizás no falta algún candidato que busca exhibirse para conseguir empleo de buen nivel como parte del gobierno que encabezará la candidata que va a ganar y probablemente tampoco falte alguno otro que lo haga, simplemente para alimentar su ego y después, esos, nos dirán que lo importante no es ganar sino competir.
Ahora a cualquier encuesta se le trata de dar el mismo valor que a cualquiera otra, y eso resulta muy engañoso, pues una encuesta seria debe aplicar un cuestionario cara a cara, debe tener un buen diseño de la muestra a la que se aplicará y también, muy buenos factores de ponderación. Encuestas telefónicas o vía Internet o de alguna red social, no sirven para nada, pues resultan incapaces para reflejar la realidad.
Los resultados publicados son muy diversos y siempre hay segundos y terceros interesados detrás de cada encuesta (para eso pagan). Sin embargo, todos los ejercicios han coincidido en la ganadora del proceso, aunque alguno le otorgue una mayor o menor ventaja o coloque en segundo lugar a tal o cual candidato. Entonces, alguien que quiera desafiar tales acuerdos, no puede. Así lo ha empezado hacer desde hace más de una semana un desesperado candidato que empezó a solicitar el voto útil para él, en el que es apenas su cuarto intento fallido por alcanzar la gubernatura.
Además, los tiempos para una posible voltereta cada vez se acortan más y la ventaja de la puntera resulta cada vez más difícil de superar, si no es que resulta ya imposible. A estas alturas del proceso, seguramente podemos afirmar que ya resulta imposible.
Pero este proceso ha servido para dejar en claro varias verdades, como la altísima aprobación del Presidente de la República, que ofrece una ventaja indiscutible a quienes compiten como candidatos por su Partido y lo convierten en el principal proveedor de votos para los suyos, excepto en aquellos casos en los que el pueblo no identifica a los candidatos morenos con el cuatroteísmo.
También queda claro el hartazgo hacia los políticos tradicionales. Se rechaza por igual a panuchos y tricolores a quienes, unidos ahora, no se les concede credibilidad alguna, aunque intentan defenderse usando un color morado, que tradicionalmente nunca habían usado. El pueblo quiere gobiernos distintos a los del pasado y los partidos tradicionales no han realizado un esfuerzo por cambiar realmente, sólo intentan reciclar a los mismos candidatos de siempre, y éstos no pueden resultar populares si siempre han sido impopulares y su discurso no es distinto al de antes. El cambio para ellos, resulta imposible y por tanto, posicionarse en esta nueva realidad, también resulta imposible. Y sus propuestas tampoco se refrescan, quieren que vuelvan las guarderías, el seguro popular y otras tonterías del mismo pasado, útiles para propiciar las grandes utilidades, como bien sabemos.
Seguramente algunas posiciones en el Congreso local o en los ayuntamientos sí están por decidirse, pero no es así en el caso de la gubernatura o de las diputaciones al Congreso de la Unión. La oposición habla de la urgencia de convertirse en un contrapeso al Ejecutivo Federal, pero el pueblo decide y decide diferente de los deseos de esos partidos y de sus textoservidores y los partidos continúan sin tener la menor idea de lo que deben hacer para poder regresar a la escena política real. No podrán ser contrapeso de nada ni de nadie.
Los partidos políticos tradicionales han intentado hasta lo impensable, como animar al protagónico consejero presidente del Instituto Nacional Electoral junto con un consejero-peón de estribo a lanzarse como niños héroes a la política partidista electoral, mismos que ahora se escandalizan cuando otros los juzgamos del mismo modo que lo hacemos con otros actores partidistas, pero lo cierto es que ellos cayeron en ese círculo porque se lanzaron voluntariamente al mismo y ganaron, como consecuencia, el nuevo trato que se les otorga. El pueblo también se apresta a derrotar a estos consejeros conservadores junto con los partidos políticos a los que intentan servir. Las jugadas de estos no han logrado cambiar la opinión de los electores y por ejemplo en Guerrero o en Michoacán, han ayudado a posicionar mejor a los nuevos candidatos morenos.
Así, el pueblo seguirá concentrando poder alrededor de la figura presidencial y otorgándole el poder y el mandato para que profundice más en la transformación de la vida pública del País. Una vez más se hará notar que el pueblo manda. La transformación se ha logrado sin disparar una sola bala y continuará así, sin derramar sangre de los mexicanos.
Es todo, nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.