LA NOVELA QUE DENUNCIA

Con una economía que desemboca cíclicamente en el desastre y con sus altos porcentajes de pobreza y de frustración social, Argentina parece un territorio propicio para el género negro, sugiere la escritora Claudia Piñeiro quien este 31 de enero recibirá el premio Pepe Carvalho de Barcelona Negra por el conjunto de su obra.

Bcnegra es un encuentro literario que se celebra ininterrumpidamente desde 2005 a iniciativa de Paco Camarasa (fallecido en abril de 2018), dueño de la Librería Negra y Criminal de la ciudad condal, quien inició el festival como parte de los actos en memoria del novelista y ensayista Manuel Vázquez Montalbán, creador de Carvalho.

El detective privado con un pasado comunista y cuatro años de trabajo en la CIA, es protagonista de 18 novelas, 30 relatos, una obra de teatro y 11 libros de cocina pues las narraciones de esta serie incluyen tanto apretadas reseñas literarias de los libros que el personaje echa a la chimenea en forma ritual, como recetas de los platos que elabora su ayudante Biscuter.

No hay que confundir la Bcnegra con la Semana Negra de Gijón, el festival literario que nació en 1988 en esa ciudad de Asturias a iniciativa de Paco Ignacio Taibo II, y ha contado siempre con mayor presupuesto que el de Barcelona. Con todo, el premio Carvalho lo han ganado entre otros el sueco Henning Mankell, la británica P.D. James, el estadounidense Michael Connelly o el catalán Andreu Martín.

En una conversación con Enric González, ‘Claudia Piñeiro: “La novela negra nació para denunciar las injusticias”’, que se publicó el 18 de enero de 2019 en el suplemento Babelia de El País (https://elpais.com/cultura/2019/01/18/babelia/1547826210_171101.html), la escritora argentina evoca al griego Petros Markaris, creador del comisario Kostas Jaritos, “en cuyas novelas el tipo de crimen va cambiando según la situación económica”.

En las últimas, el crimen importa ya menos que el crimen detrás del crimen, es decir, el crimen económico. Es el origen de la novela negra, desde la seminal Cosecha roja, de Dashiell Hammett. “A veces perdemos el contexto histórico. En ¿Acaso no matan a los caballos?, de Horace McCoy, se refiere un crimen en un concurso de baile. Pero el auténtico crimen es el propio concurso de baile, en el que gana quien más resiste y la gente muere de agotamiento porque necesita los dólares del premio. Lo que McCoy denuncia es el salvajismo del capitalismo de su época, pero no sé si mis hijos lo captarían. La novela negra nació para denunciar las injusticias de la sociedad”.

ERÓTICA INÉDITA

Autora de novelas (no todas policiacas) y obras de teatro, Claudia Piñeiro goza de fama como constructora de tramas, apunta González. Lo que más le interesa, sin embargo, lo que mueve su escritura, son los personajes. “Una inventa continuamente abismos y situaciones críticas para saber qué hará su personaje. David Lodge, un escritor al que admiro, dice que la novela es solo una excusa para desarrollar la conciencia del personaje, para descubrir quién es”.

No se le ocurrió, en principio, crear un personaje para una serie, alguien como Pepe Carvalho. “Después de publicarse Betibú, mucha gente me dijo que los protagonistas podrían ser la base de una serie. Me convencí y me puse a escribir otra historia con ellos. Pero entonces murió el fiscal Nisman, murió o lo mataron, nunca sabremos, y resultó que mi novela se basaba en algo muy parecido. Decidí no seguir. Sé, en cualquier caso, que algún día volverán la Nurit Iscar y el Jaime Brena de Betibú o la Inés Pereyra de Tuya. No tengo un plan para ello, pero sí un deseo que me inculcaron los lectores”.

Piñeiro ha ganado premios desde el inicio de su carrera, la cual inició un buen día después de ejercer diez años como contador. Era alta ejecutiva de una multinacional de auditorías y de una gran empresa de maquinaria. Pero lo dejó todo para escribir.

Su primera novela, El secreto de las rubias (1991), permanece inédita no obstante haber resultado finalista en el certamen de narrativa erótica La Sonrisa Vertical de Tusquets. Publicó un par de trabajos de literatura infantil y Juvenil, antes de darse a conocer en la novela policial con Tuya (Ediciones Colihue, 2005; reeditada por Alfaguara en 2008). A ésta siguieron Las viudas de los jueves (Alfaguara, 2005), Elena sabe (Alfaguara, 2006) y Las grietas de Jara (Alfaguara, 2009). Volvió a la novela policial con Betibú (Alfaguara, 2011), antes de incursionar en otras temáticas y otros géneros, entre ellos la novela histórica.

EL FALCON VERDE

Enric González recuerda que Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003) era como un oráculo para la prensa. “¿Qué pasaba con la política española? Preguntábamos a Manolo. ¿Hacia dónde iba el mundo? Preguntábamos a Manolo”.

Y a Piñeiro le pasa lo que a Vázquez Montalbán: “por su papel público en asuntos como la legalización del aborto, la educación sexual, la violencia de género o los derechos cívicos, y por ser una persona inteligente y sensata, la prensa la busca continuamente”.

“Es casi de chiste –dice la escritora–, intento no hablar de lo que no sé, pero a veces una se compadece del periodista, que necesita hacer su trabajo…” Pero el caso es que Claudia Piñeiro sabe cosas. Muchas. Y tiene opiniones firmes, objeta el entrevistador.

González explica que los lectores de Claudia Piñeiro no se limitan a sus novelas. También la leen en Twitter, una red social de la que se confiesa “casi adicta”. “Entro de vez en cuando en Facebook o en Instagram, pero en Twitter me divierto, aunque el tono del debate sea bastante salvaje. Soporto mejor la brutalidad en Twitter que en Facebook, donde la gente te envía a veces textos largos, muy pasivo-agresivos, en los que te dicen barbaridades como si lo hicieran por tu bien. Y con el tiempo aprendes a no tomarte muy en serio algunas cosas”.

Piñeiro fue una de las voces más escuchadas durante la reciente batalla por la legalización del aborto (que fracasó en el Senado argentino) y su continua presencia en las pantallas y en las redes alimentan el odio de algunos. “Hace poco me enviaron en Twitter una foto de un auto Ford Falcon verde. En Argentina, ese auto significa que vienen los militares, te secuestran y te matan. La foto llevaba un mensaje, ‘¿Te olvidaste de esto?’, o algo así. En pocos minutos, el mensaje había sido denunciado miles de veces. Eso reconforta”.

EL POLICÍA MALO

Decidida a vivir de la literatura como había vivido de la contabilidad, Piñeiro se puso a escribir guiones para televisión y a producir unas novelas singulares, con unos personajes femeninos muy poderosos y, casi siempre, un crimen: “La muerte es una de mis obsesiones, se mete en mi escritura. Y en cuanto introduces una muerte violenta, un crimen, la historia se desplaza inevitablemente hacia lo policial”.

Los desenlaces de sus novelas guardan cierta relación con los que ideaba Ricardo Piglia. “Me influyó mucho Blanco nocturno, de Piglia. Como él, me pregunto por qué no soportamos no saber, y como él soy consciente de que las reglas del juego de la narrativa policial exigen un culpable mientras en la vida, por el contrario, no siempre hay soluciones claras”, explica.

En las novelas policiales de Piñeiro los protagonistas, los “buenos”, los investigadores, no son policías: “Después de la dictadura quedó mucha mano de obra de la represión, policías que formaron bandas de secuestradores y de sicarios. En España, probablemente, los padres aconsejan a sus hijos que en caso de problemas busquen a un policía. Los argentinos de mi generación les recomendamos que busquen a un quiosquero o a quien sea, pero no a un policía”.

“Quizá las cosas estén cambiando un poco”, matiza. Pero no hay día en que la prensa no informe de la participación de un policía o ex policía en un acto criminal.

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