La renuncia de Urzúa, con copia al viejo status quo neoliberal; y la corrupción de Nacho y Mario

Renunció el secretario de Hacienda Carlos Urzúa, y la prensa fifí, con sus seudoanalistas, con perversidad que no nos extraña, consideraron que estaban ante la gran oportunidad de desabarrancar al gobierno popular, honesto y humanista que les ha ido reduciendo las subvenciones a sus medios y a ellos que cobraban sin trabajar, solamente legitimando la corrupción. Pero lejos de ocurrir su augurio deleznable, nada pasó, sino que, por el contrario, bien pronto los niveles de la bolsa se estabilizaron y la especulación financiera apenas duró unas horas. La confianza en México y su gobierno, volvió a ser creciente, animosa, con perspectiva exitosa.

La renuncia de Urzúa hay que verla como lo que es, en un sentido estrictamente objetivo y crítico; y de ello ya habló Ricardo Monreal, diciendo que el ahora ex funcionario -ya colocado como sujeto fifí, de plano- no entendió la enorme importancia y la esencia que para un país que estuvo sumido en la corrupción del prianato, y la prominencia de políticas privatizadoras sobre el interés social y popular; que tiene la Cuarta Transformación.

Se equivocó Urzúa, creyendo que recomendándole al presidente políticas económicas netamente de factura neoliberal ponzoñosa en el programa de gobierno, le hacía un favor, cuando lo cierto es que este personaje cuando así actuaba ya, lo hacía como golpista del gobierno honesto y humanista del peje.
No nos vayamos con la finta, Urzúa sí era colaborador de Andrés Manuel López Obrador, pero si se le analiza la ficha profesional, tenía más vínculos políticos y teóricos con los viejos exponentes del corrupto sistema político, que con la ideología que hoy significa la Cuarta Transformación. Y esto poco a poco se irá clarificando, si analizamos la grosera carta de su renuncia, que algunos señalan como demoledora o contundente, cuando cualquier malagradecido funcionario, en un momento de cobardía, sea para irse a la hueva, cumplir con más tiempo con la familia, puede renunciar de esa manera. Su renuncia, conlleva falta de carácter, de visión social, aunque economista y teórico burócrata, se desinfló a la mera hora de comprometerse en serio con el nuevo gobierno.

Tras su renuncia complaciente y que ha cacareado la mafia fifí del poder, a través de personeros y palafreneros que a diario cuestionan al nuevo gobierno; Carlos Urzúa se desnudó como un infiltrado conservador fifí: quiso salirse del gabinete para ir a dedicarle más tiempo a su hija fifí, pero dando el portazo de la manera más perversa, tratando de hacerle el mayor daño posible al gobierno que le dio chamba y al país, a través del mal cálculo que hizo de que se cimbrarían las bolsas y la confianza financiera en el país se derrumbaría. Nada pasó, como ya dije.

A raíz de este hecho, donde un funcionario menor, no obstante el cargo que le confió Obrador, se cree ministro de potencia económica alguna; tengo la percepción de que él funcionario cubría solamente un trabajo de transición, con el que chocó a la hora de las definiciones; y el ahora defenestrado mal agradecido y traidor, optó por estar más cerca de los enemigos del proyecto social y político de gran magnitud, es decir, con la renuncia grosera, está ya del lado de Fecal, Peña Nieto y Salinas.

Lejos de hacerle daño al país y al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que sigue cosechando éxitos, la renuncia de Carlos Urzúa debe ser analizada en su justa dimensión: renunció de su encargo de transición, aún sin haber entrado a las ligas mayores de las grandes decisiones que vendrán con la Cuarta Transformación. Y qué bueno que se fue, porque era necesario contar en el cargo con un funcionario convencido de la necesidad de transformar al país con desarrollo social. La prensa mundial y la poca qué hay en el país con manejo crítico de la política y la economía, acertadamente ha reconocido la manera certera y oportuna con que el presidente manejó la pretensión de crear un ambiente de crisis orquestada por Carlos Urzúa.

López Obrador, como lo dijo el crítico Jalife, actuó con magistral reflejo beisbolero, y rápidamente, llamó a hacerse cargo del mismo puesto que tenía el ahora traidor y golpista moral de la Cuarta; a un político que trae una trayectoria en mando de decisiones, muy importante, como se vio en las primeras declaraciones que hizo, despejando dudas y aclarando qué hay capacidad para el desempeño.

Sirva la renuncia de Urzúa, como un motivo de reflexión, para que al interior del gabinete presidencial, se analice también la forma en que llegaron a los cargos de importancia en el gabinete, otros funcionarios que tendrían el estigma de fifí y que vienen de ser colaboracionistas de la mafia del poder económico y político del viejo régimen. Es urgente. Y aquí en Colima, doblemente urgente. Debe analizarse el cargo de la API, y las delegaciones federales, y buscar perfiles que no tengan duda sobre el compromiso con la Cuarta Transformación. Ya no se debe seguir operando con el esquema utilitario aquel de conformar gabinete u ocupar cargos de relevancia con personajes de poca claridad o convencimiento sobre el cambio de régimen que debe seguir adelante.

PUNTO Y RAYA

Nacho y otros, en aprietos serios. Aunque aquí en los medios oficiales que protegen el mal gobierno de Ignacio Peralta, lo niegan; a nivel prensa crítica surge la noticia de que la Auditoria Superior de la Federación, la ASF, le está, solicitando a la actual administración, que regrese casi mil millones de pesos malversados o desviados o desaparecidos.
Hay aquí un verdadero problema para el gobernador Nacho, pero también para el que fuera de Mario Anguiano, que tuvo, como este, a tesoreros ávidos de riqueza y de poder, algunos cuya fortuna asciende a millones de dólares, y por más señas, andan promoviéndose para más cargos federales, toco madera porque AMLO no los llame.
La cuarta transformación va caminando despacio pero los últimos golpes contra la corrupción, y la propia protección judicial, a través de ministros y jueces corruptos, muestran que efectivamente se combate a los corruptos. Y en este combate a la corrupción, el ejército fiscalizador federal debe hacer también una escala para aterrizar en Colima y revisar el uso que se le ha dado y se le da a los recursos de la Federación, lo mismo en los sexenios de Mario Anguiano, como en el actual de Nacho, y el corrupto rectorado de los últimos periodos en el campus de la Universidad de Colima, donde los ex rectores y el actual han amasado grandes fortunas que les permiten mantenerse en la agitación política y en el confort del retiro millonario. ¡Sas!
¡Hasta la próxima!

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