LA RUTA INMOBILIARIA DE PERALTA

Los últimos gobernadores de Colima se han caracterizado por su inquietud inmobiliaria y su gran actividad en ese campo. Lo mismo han sido capaces de construir imperios, como el de Fernando Moreno al norte de la zona conurbada de Colima y La Villa (incluido el Centro Comercial FOSAP, ahora suspendido) o la colección de ranchos de Silverio Cavazos, de quien, en broma, se decía que había peleado con el Obispo porque quiso hacerse del rancho más productivo del Estado, el Rancho de Villa; o bien, que han arrastrado al Gobierno del Estado (con Peralta, los ejemplos son abundantes) o transmitido su desenfrenado emprendimiento a sus pupilos (Arnoldo Ochoa trató de apropiarse un rancho, por ejemplo).

La ruta recorrida por Ignacio Peralta desde la cima del Ejecutivo local es y seguramente, será recordada por tantos negocios inmobiliarios que han sido de escándalo: Mal había tomado posesión cuando dio el primer campanazo al adquirir el predio de La Campana, del cual todavía debe muchas aclaraciones. Magnífico negocio, al parecer, para los vendedores (quienes, no sabemos si eran los legítimos dueños), pero mal negocio para los colimenses.

Luego se presentó el asunto del Parque Metropolitano convertido a EcoPark, que si bien, no fue desincorporado del patrimonio estatal, sí fue concesionado a particulares, con dudosos beneficios para la hacienda pública y para que significara la pérdida de un espacio público para los colimenses. Y esto sucedía en un momento en el que resultaba urgente la recuperación de espacios públicos para la población. De este negocio, también faltan explicaciones a los colimenses.

Más tarde vinieron los negocios de la Zona Militar. El primero de ellos, con la adquisición de los terrenos en los que ahora se ubica, comprados con dinero de todos nosotros y a un precio, aparentemente mucho más bajo del que registraron y nos cobraron a los colimenses. Muchas investigaciones al respecto y aclaraciones quedan también pendientes. La otra parte del negocio, se frustró: Consistía en vender los terrenos de la Calzada Galván, donde antes se ubicaba la instalación castrense y que movió a sus opositores a no permitir que la superficie fuera enajenada por el Ejecutivo.

También han surgido los negocios que tienen que ver con la adquisición de un inmueble para alojar a la Representación del Gobierno del Estado en la capital de la República: Poca información tenemos de esta operación, pero sí sabemos que fue adquirida a un precio mayor que el del mercado y mayor también al de la valuación practicada al mismo, y si esto no resultara suficiente, también sabemos que la finca padece daño estructural con motivo del sismo que sacudió a la ciudad de México el 19 de septiembre del 2017. Es decir, se compró el inmueble caro y además no puede ocuparse. Para hacerlo habrá que realizar una cuantiosa inversión adicional para poder darle el uso para el cual se ha de destinar. Sobra apuntar que también en este caso, quedan pendientes muchas investigaciones y aclaraciones para informar a los colimenses sobre el uso de los recursos de la hacienda pública.

La última noticia al respecto, también de corte inmobiliario, tiene que ver con el patrimonio personal del gobernador y se refiere a un condominio millonario también. Las explicaciones cantinflescas dadas hasta ahora, no son capaces de convencer a nadie, ni siquiera a quien las proporciona. Nadie puede incrementar su patrimonio en la forma en la que, aparentemente, lo ha hecho este gobernador. Y es que, las cuentas (de aritmética elemental), simplemente, no salen. Este economista graduado en las mejores universidades del mundo neoliberal (eso dicen sus biógrafos voluntarios, que abundan; y el que junta estas letras no comparte su opinión), es especialista en todas las técnicas de la ingeniería financiera (según supongo que lo piensan los mismos) y por ello tiene logros importantes como éste. Yo creo que, si lo fuera, ya habría arreglado el desgarriate que sufren las finanzas del Estado y eso, no lo ha logrado ni con el auxilio de los tecnócratas afamados que le rodean, sobre todo, para estos temas.

Estos asuntos, escandalosos todos, son los que marcan el derrotero por el cual ha transitado el gobernador que padecemos y por el que nos ha hecho transitar a todos sus gobernados (dizque gobernados, pues). Estos asuntos son los que marcan los niveles de aprobación tan bajos (y quizás son los que son, a pesar de que las encuestas que los muestren, sean cuchareadas). Es por estos asuntos que será recordado. No por sus obras (yo no conozco ninguna y su período se agota). Sólo un par de asuntos diferentes pasarán a la historia, además de los inmobiliarios: Uno, su descarado encubrimiento y la inmunidad otorgada a su Secretario de Turismo, en el del affaire de Las Palmas. Han apostado a que se nos olvide y no lo han logrado (ni lo lograrán). El otro, sus prolongadas e injustificadas ausencias del Estado.

Seguramente por eso quería una oficina digna de su linaje en la Ciudad de México, pues pasa allá más tiempo que en sus oficinas de la capital del Estado. Seguramente, esa pudiera ser una de las explicaciones pendientes de esta operación inmobiliaria. ¿Y si fue de ese modo, para qué adquirir un inmueble con daño estructural? ¿Para no poder usarlo? O será para dejar un palacio a su sucesor, y que sea como un pesado fardo, igual que a nivel federal dejaron el mega lujoso avión presidencial.

Creo que el señor Peralta es más que un tecnócrata profesional, un aprendiz de tecnócrata, un tecnócrata amateur y no realmente, un economista de verdad. Con su ruta inmobiliaria deja mucho trabajo a diferentes instancias investigadoras. Habrá de investigarse sobre el galimatías de los inmuebles adquiridos por cuenta del poder ejecutivo local, pero también, por el origen de los dineros que apuntalan sus operaciones inmobiliarias personales. Y todas esas investigaciones, también tendrán que ser financiadas con dinero de todos los colimenses. Excelentes inversiones hicimos al elegir como gobernador a este personaje, tan preclaro economista de la tecnocracia. Ojalá hayamos aprendido la lección.

Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.

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