LA TOMA DE RADIÓPOLIS

La que llegó a ser la empresa de televisión más importante de habla hispana, desciende de la radio como otras muchas cadenas del mundo. El actual canal de Las Estrellas nació en 1951 como XEW-TV, casi dos décadas después que en 1930 empezara a transmitir la XEW, La Voz de la América Latina desde México.

Distribuidor en nuestro país de los receptores radiales RCA, Emilio Azcárraga Vidaurreta pocos meses antes de la W había lanzado la XET, La T Grande de Monterrey, de la que luego se deshizo. Después, en la ciudad de México lanzó en 1938 la emisora XEQ y en 1947 adquirió la concesión de la XEX.

La W tuvo sus estudios originales en los altos del Cine Olimpia (16 de septiembre 23) pero, ya instaladas la Catedral de la Radio y sus hermanas en los edificios de Ayuntamiento 52 y 54, en 1975 nacería oficialmente Grupo Radiópolis.

La ciudad de la radio surgió a semejanza del Televicentro, en Chapultepec 18, donde se habían concentrado las señales de televisión abierta que conformaron en 1955 Telesistema Mexicano, con los canales 2, 4 y 5.

Ese conglomerado se convertiría en 1973 en Televisa, tras fusionarse Televisión Independiente de México (el Canal 8 de Bernardo Garza Sada) con la empresa ya dirigida para entonces por Emilio ‘El Tigre’ Azcárraga Milmo.

El tercero de la dinastía, Emilio Azcárraga Jean, contrariando la vocación expansionista de su padre, vendió en 2001 al español Grupo Prisa el 50% de las acciones de Televisa Radio, que había trasladado para entonces sus instalaciones a Calzada de Tlalpan 3000. Pero al no encontrar otra salida a la crisis financiera que enfrenta el consorcio, la televisora se deshizo en 2019 de su 50% de Radiópolis en favor de Grupo Coral.

Este otro conglomerado es encabezado por Miguel Alemán Magnani, nieto de Miguel Alemán Valdés –el presidente de la república que entregó las primeras concesiones de televisión– e hijo de Miguel Alemán Velasco que fue, durante años, vicepresidente ejecutivo de Televisa y, en 1986, presidente de la compañía durante la fugaz aventura de Azcárraga Milmo en Estados Unidos, con Univisa.

LA NOVELA DE TELEVISA

El Tigre fue obligado por la ley antimonopolios a vender la cadena Univisión y regresó a la presidencia de Televisa hasta poco antes de su muerte, ocurrida en 1997, cuando nombró sucesor en el consejo de administración del Grupo a Guillermo Cañedo White y, en la presidencia de Grupo Televicentro, a Emilio Azcárraga Jean.

Con el apoyo político del presidente Ernesto Zedillo, la participación financiera de Carlos Slim y el respaldo de Miguel Alemán Velasco, a los pocos meses del deceso del Tigre, su hijo despojó a Cañedo del control administrativo y hasta lo sacó de la empresa, al adquirir las 10.2% de las acciones que conservaban los herederos de Guillermo Cañedo de la Bárcena. La familia Alemán se retiró también del consorcio televisivo en 1998, cuando vendieron su 14.4% de acciones.

Los vínculos entre estas familias se remontan a los abuelos. El presidente Alemán se otorgó a sí mismo la frecuencia del Canal 4 (XHTV), el primero que salió al aire, aunque tenía como prestanombres al empresario Rómulo O’Farrill Silva. Ya fuera del gobierno de la república, se asoció en Telesistema Mexicano con Azcárraga Vidaurreta (quien operaba además el Canal 5, creado por el ingeniero Guillermo González Camarena, célebre por la invención de un sistema de imágenes a color que no llegó a convertirse en estándar).

PRISA, INVERSIÓN ILEGAL

Cuando Televisa cedió la mitad de Radiópolis a Prisa, la ley prohibía que una empresa poseedora de una concesión vendiese parte de sus acciones a una firma extranjera. Pero el gobierno de Vicente Fox ignoró dicho ordenamiento. Así lo recuerda la crítica de medios electrónicos Florence Toussaint, en su colaboración para el número 2287 (del 30 de agosto al 4 de septiembre de 2020) de la revista Proceso.

Fox tampoco intervino en el conflicto entre TV Azteca y CNI Canal 40, resuelto extrajudicialmente cuando la empresa de Ricardo Salinas Pliego se apoderó con un grupo armado de la antena en el cerro del Chiquihuite y, con ello, de la señal de lo que hoy es ADN 40.

Una reforma a la ley, en 2014, permitió hasta un 49% de propiedad extranjera en una concesión. Y con ello se normalizó la sociedad en la que Grupo Prisa, dueño entre otros medios del periódico El País, controlaba la línea editorial y Televisa sólo administraba.

Radiópolis llegó a manejar 104 estaciones: 17 propias y 87 afiliadas, pero en 2011 el corporativo decidió retirar la cadena de W Radio para crear una distinta con el concepto de Los 40 Principales. Se hizo evidente así que la vieja W (cuyas siglas propuso Azcárraga Vidaurreta para que evocaran a una emisora de Estados Unidos, donde los prefijos asignados a las frecuencias radiales son W y K) había perdido todo su valor simbólico.

El monto pactado entre Televisa y Coral fue de mil 248 millones de pesos. La mitad de enganche y el resto al finalizar la operación. Sin embargo, el segundo pago se pospuso por problemas de liquidez del Grupo Alemán, dueño también de la línea aérea Interjet que enfrenta serias dificultades económicas con motivo del covid-19. El banquero Carlos Cabal Peniche ofreció su apoyo financiero a Coral, pero no pudo concretar el empréstito sino con retraso, apunta Toussaint.

Antes de desglosar las peripecias que se han dado en la trama de la negociación entre Azcárraga y Alemán, o entrar a los detalles de la agresiva toma que Grupo Coral hizo de la administración de Radiópolis, vale consignar la conclusión a la que llega Toussaint:

“El fondo del asunto va más allá de la disputa entre empresas. Muchos miles de pesos involucrados en la transacción con las concesiones que otorga el Estado, que pertenecen a la nación y que no deben ser objeto de venta, compra o canje sin el aval de las autoridades competentes, en este caso Ifetel”.

RECUPERAR CONTROL EDITORIAL

Entrevistado por Julio Hernández López en el espacio de Astillero Informa, el 26 de agosto de 2020 (https://www.youtube.com/watch?v=1Nd998SxhtE), Darío Celis, columnista en El Financiero, conductor de programas en Imagen y colaborador en temas económicos de ADN 40, reconoce que “sí fue una toma hostil de las instalaciones en pos del control editorial”, pero no hubo realmente “ese asalto violento” del que se habló en algunos espacios periodísticos.

Celis, recuerda Julio Astillero, fue el analista que comenzó a dar información y contexto de lo que estaba pasando en W Radio. Y para el analista, “este asunto se veía venir, tarde o temprano iba a suceder” el choque. La operación de compraventa entre Coral y Televisa fue “muy accidentada”.

“Se pactó en julio del año pasado y, Alemán, tenía que pagar prácticamente a los tres meses el otro tanto”: 624 millones de pesos. “Se le complicó mucho, a tal grado que Televisa lo demandó penalmente”. Y justo “cuando la sangre iba a llegar al río”, “mágicamente aparecen los empresarios Alejandro del Valle, Carlos Cabal Peniche y Carlos Aguirre”, aunque fueron las esposas de los dos últimos quienes dieron la cara.

Un año después de la operación se saldan los otros 624 millones de pesos, pero Alemán ya tenía tres nuevos socios. Además, “es ilógico” que si alguien pagó mil 248 millones de pesos por el 50% de un grupo radiofónico, “tan influyente y tan icónico como es Radiópolis”, no tenga acceso al control editorial. “Pero es lo que estaba planteado en el contrato original”.

Era de esperarse que Coral intentara recuperar el control editorial que Televisa cedió a Prisa con tal de conservar el control financiero de Radiópolis, pero la inercia se frenó cuando Miguel Alemán, agobiado por el problema de liquidez que tenía, por la demanda de Televisa y la casi quiebra de Interjet, “les vuelve a firmar a los españoles el mismo contrato e, incluso, uno todavía más leonino en el sentido que les daba la autorización para designar al director general y a la mayoría de los miembros del consejo”.

Saldada la operación, “viene un revés jurídico” (Televisa exigió más dinero por el incumplimiento del plazo de tres meses para finiquitar el pago) y, “presionado Alemán por sus nuevos socios”, cae en la cuenta que tiene que tener el control editorial.

LA 4T NO TUVO QUE VER

Para Celis, “esta sociedad entre Televisa y Prisa desde el inicio fue muy nebulosa, siempre se manejó entre claroscuros”. De hecho, acota Astillero, durante una gira del presidente Fox a Europa en 2001 Lino Korrodi estuvo presente en algunos de estas negociaciones.

Televisa cedió el control editorial porque el negocio de radio “ya no era estratégico y no se quiso meter en la operación. El punto es que ese acuerdo lo ratifica en julio pasado Miguel Alemán”, hasta que decide aprovechar “una rendija que estuvo abierta desde 2001: la ley de inversión extranjera tiene limitado el voto y la influencia de capital extranjero en medios de comunicación”.

Los abogados de Coral se están agarrando de esa ley para quitarle el control editorial a Prisa, porque una empresa extranjera no puede tener más allá del 50% de acciones. Es más, no puede tener en acciones L más allá del 25%, pero puede llegar con inversión extranjera neutra hasta el 50%, explica Celis.

En resumen, la argumentación de Miguel Alemán Magnani respecto a su derecho a manejar la línea editorial de Radiópolis es legítima. Pero, entonces, ¿de dónde viene la especulación de que la 4T o, directamente, el presidente López Obrador está cobrando venganza contra Prisa?, pregunta Astillero.

“Es una leyenda urbana, es lo que está diciendo la gente en las redes. El presidente y la 4T no tienen absolutamente nada que ver en un pleito entre particulares”, sentencia Darío Celis.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.

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