Las aguas del Pacifico, en cuyo nombre está el significado; no fueron propias de un mar picado, hablando con relación a la visita de nuestro presidente este 5 de marzo, la primera que hace ya al frente de los destinos de la Nación, pero que refrendará en tres meses próximos para dar seguimiento a los programas y acciones que en bien de todos los colimenses ha emprendido su gobierno, con gran atino y con tremenda responsabilidad social nunca antes vista y solo comparable al gobierno del querido también por los mexicanos, presidente Lázaro Cárdenas del Rio, su antecesor en cuanto a transformaciones sociales y políticas se refiere, pues representó entonces la tercera transformación, al concretar los propósitos de la Revolución Mexicana, de justicia.
Quienes llevamos tiempo ya en el activismo y la lucha política, sabemos de giras presidenciales, de visitas de una turbamulta de guaruras y agentes de espionaje político que infestan los hoteles y se entreveran entre los corrillos políticos; como también identificamos el modus operandis de las nomenclaturas de cacicazgos políticos locales para predominar en estos eventos.
Y lo que se vio en la gira presidencial, en cuanto a la logística nacional del equipo del presidente, en sintonía y armonía con la parte local; fue la ausencia de tácticas porriles presidenciales, que en el régimen anterior de la corrupción, cubrían en un cerco brutal al mandatario, y repartían codazos sin distinción de concurrentes, así fueran politiquillos locales o miembros de la prensa o clan empresarial. A veces, hasta le jeta les hinchaban. Ya no se vio eso: en esta visita del presidente López Obrador, se registra un cambio, un paradigma en las giras presidenciales. Y ni la venida del papa igualará al movimiento de libertad y de cercanía con su gente, que ha marcado el presidente mexicano en activo, y vaya que en activo no es cualquier cosa, pues desde las seis de la mañana está en pie, trabajando. Y esta es otra característica que lo acerca con la esfinge de Jiquilpan, el gran político que creo una corriente política y social en Latinoamérica: el cardenismo.
Son tiempos nuevos los que se viven en la relación del presidente con los gobernadores. Pero también, hay una nueva relación del pueblo con sus gobernantes. En un sentido más crítico. Y es lo que se vio en Manzanillo, independientemente de lo artificioso que se trató de hacer en la venida del presidente. Por ejemplo, debe revisarse si en las visitas de presidente, deben estar también los gobernadores en el presídium en busca de sus 15 minutos de fama en el boom de imagen presidencial. O reunirse con el presidente para atender directamente asuntos y planteamientos entre ambos. O de lo contrario, de querer medir fuerzas en imagen –lo cual les sería imposible, dado el dominio absoluto del escenario por parte del presidente- es exponerse a las bien ganadas manifestaciones del populo agraviado por tantos años de tradición corrupta. Qué esperaba el gobernador, podría decirse; sino el rechazo manifiesto contundentemente.
Y eso lo sabía el gobernador, y por ende mismo, debió cambiar su estrategia. Pero no hay modo de hacerles ver que esa soberbia ya no tiene asideros ni fundamentos de fuerza para enfrentar al presidente; está cascada, agotada, molacha, y eso se vio, pues no les fue posible al partido gobernante y sus intereses locales, controlar el escenario. Y a lo más que llegaron, fue a decir a través de la resonancia de algunos, que “el gobernador enfrento a AMLO”. Qué barbaridad. Pero eso es inocuo, no tuvo respuesta ni la tendrá de represalia alguna, pues si alguien está mandando mensajes de concordia, incluso en contra de propios que piden radicalizar el combate de costumbres corruptas, es el propio presidente.
El gobernador pareció estar siguiendo un script que pasaba por la aceptación de la estrategia priista de contraataque a la popularidad de AMLO, señalando -o casi llorando- que el pueblo les rechifla en los actos a dónde va el presidente. Riegan el piso de las giras presidenciales con su llanto, porque han perdido el reino donde nadaban en la corrupción y que nadie les diera nada.
La provocación en la visita del presidente Andrés Manuel y en la movilización política de algunos para cuestionarle, fue orquestada con la táctica porrista tan acendrada aún en el Colima en vías de la cuarta transformación. Sin embargo, la misma provocación fue esfumada y convertida en suave viento a su favor, como la brisa refrescante del Pacifico, por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien fue interrumpido pero no por rechiflas de rencor del pueblo, sino por felicitaciones entusiastas. Es la recompensa porque el pueblo, ahora más que nunca, sabe que hay niveles. Y el presidente está trabajando en forma determinante para cambiar al país, y no se va a detener como dicen, llorando, los gobernadores prianistas, en rechiflas a estos.
Lo más importante de la gira, y es lo que el gobernador no entendió ni consideró en su menaje: que miles de colimenses, jóvenes y personas de la tercera edad y jubilados y pensionados, ya han recibido los beneficios de los programas a los que se comprometió el presidente. Eso, debió reconocer el gobernador Nacho; pero le ganó el espíritu de la confrontación, de querer enfrentar la visita presidencial con su mensaje y con grupos afines al cacicazgo local priista.
Tuvo que ser, ante la debacle de la intervención y discurso del gobernador, el propio presidente el que atemperara a la gente y les hablara como estadista, diciéndoles que no es con gritos ni con insultos como se va a mejorar la gobernabilidad en Colima; sino con respeto a la autoridad, trabajando; y que mejor había que buscar un enemigo grande y poderoso a quien derrotar y contra quien verter la lucha: el gigante de la corrupción, “la bestia”, dijo el mandatario.
En fin, en tres meses próximos se va a saber si el gobernador aprendió la lección, y en vez de querer medir fuerzas mediáticas y de control político; se suma al trabajo y al llamado presidencial para cambiar el destino y la realidad de instituciones y pueblo.
PUNTO Y RAYA
Turismo negro. Hasta ahora, sobre los acontecimientos criminales que envuelven a un grupo de personas que se encontraban en la casa del secretario de Turismo estatal, Efraín Angulo Rodríguez, aparentemente en una fiesta íntima y que resultó en una tragedia donde perdió la vida asfixiado un joven menor de edad; sigue esperándose una información confiable, científica y que dé la pauta objetiva para castigar a los responsables de este hecho.
Es importante la opinión de los vecinos, que la dieron en forma detallada, señalando como brincaban desnudos los asistentes al convivio, por azoteas, huyendo de la violencia que ahí corría.
Violencia que tiene supuestamente dos hipótesis: que se violentó la convivencia por razones que se ignora entre los mismos asistentes; o que un comando armado penetró y los desnudó y habría generado el crimen. Eso es lo que hay, pero, no se tiene, sin embargo, información confiable no obstante la gravedad del hecho que ha trascendido internacionalmente, al nivel de aquel pederasta que chuleó a Gamboa en su tiempo.
Debe conocerse la verdad, y los hechos de esta naturaleza se siguen de oficio y se deben atraer por las instancias federales, pues por su tipo, se encuentra entre uno de los delitos de mayor importancia mundial, como lo es la presunta pederastia, así como la pérdida de un ser humano y una familia que se encuentra de luto.
Por otro lado, el gobernador es culpable en gran medida de no saber elegir a los miembros de su gabinete por su capacidad, pues en vez de ello, se ha rodeado de perfiles poco profesionales que han dado con la renuncia de unos y la llegada de otros igual de inútiles que los que se van.
A ver a quién va a poner ahora al frente de Turismo en el cargo que ha dejado el más señalado de los implicados en este hecho de gravedad que ha trascendido la entidad y colocando a Colima y su gobierno estatal como sin rumbo y al garete, señalado por prácticas bacanales e inmorales en una ola mediática de homofobia, pederastia y rumores.
¡Hasta la próxima!