LES AMIGUES DEL LENGUAJE

Alumnes, todes, chiques son algunas de las palabras que los jóvenes argentinos y chilenos usan para relacionarse entre ellos, buscando defender la igualdad. Es la punta de lanza de una propuesta lingüística basada en el morfema -e, como enseña del género neutro entre una buena parte de las nuevas generaciones de hispanohablantes, resumen Ana Marcos y Mar Centenera en una nota para El País reporteada tanto en Madrid como en Buenos Aires.

En ‘Les amigues del lenguaje inclusivo’, fechada el 22 de diciembre de 2019 (https://elpais.com/cultura/2019/12/21/actualidad/1576920741_401325.html?rel=str_articulo#1578089811151), las corresponsales señalan que mientras en el activismo, las universidades y la política crecen las voces que apuestan por el uso del morfema –e como forma de visibilizar las políticas de género en español, en España el debate sigue centrado en tratar de aclarar si es necesario utilizar el masculino y el femenino para ser más inclusivos o si el masculino se mantendrá como neutro en pro de la economía del lenguaje.

Las instituciones reflexionan (en su caso, la RAE, sobre cómo redactar una Constitución española más inclusiva), pero la sociedad actúa y traza otro camino en el uso de la lengua:

“La -e cobró visibilidad durante las manifestaciones multitudinarias a favor de la legalización del aborto en 2018 en Argentina. Arrancó en las escuelas secundarias, el principal motor de esta reivindicación que fue rechazada por el Senado, y se extendió, impulsado por los movimientos feministas y a favor de la diversidad sexual, con una fuerza mayor a la que habían tenido anteriormente el asterisco, la equis o la arroba. Los jóvenes e integrantes de la comunidad LGBTIQ+ son los principales abanderados de un cambio que gana terreno en las calles y en las aulas de Buenos Aires”.

NO ES POR DECRETO

Una maestra del último año de primaria en una escuela pública de la capital argentina, reconoce que sus alumnos y alumnas usan la -e cuando hablan “más que nada entre ellos, pero no tanto cuando escriben”. El último día del curso escolar, los estudiantes posaron con camisetas en las que está escrito Egresades. Esto no pasa tanto en los colegios privados.

A falta de una normativa al respecto, cada plantel deja en manos del profesorado cómo actuar. Las universidades argentinas, en cambio, sí que se posicionan. Hasta ahora hay seis que aceptan como válidas “las expresiones del lenguaje inclusivas y no sexistas en las producciones escritas y orales”. El Consejo de la Magistratura argentina habilitó a los jueces escribir con el morfema y ofreció redactar un manual para el uso de lenguaje no sexista.

El morfema -e para el genérico, por el momento, no ha llegado a los plenos de debate de la Real Academia Española (RAE), una institución con 46 sillones, solo ocho ocupados por mujeres. El periodista Alex Grijelmo, autor de Propuesta de acuerdo sobre el lenguaje inclusivo (Taurus), opina al respecto:

“Para analizar las decisiones y propuestas sobre este morfema en el plural genérico, habría que saber primero qué se pretende con ello. Si se trata de denunciar las desigualdades y el machismo, la campaña de comunicación me parece magnífica. Si se trata de modificar el idioma de una forma unilateral, desde arriba, desde el poder o las élites sociales, dudo que casi 600 millones de personas vayan a seguir esas directrices de un día para otro. Sería un proceso muy lento, que llevaría siglos”.

La RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española, en el primer capítulo del Libro de Estilo, desautorizan el lenguaje inclusivo. Son innecesarias las variables que han surgido para incluir al género masculino y femenino en la lengua española: “Todos y todas”, “todes”, “todxs” o “tod@s”, son construcciones que la Real Academia rechaza.

POLÍTICA DE LA GRAMÁTICA

Al margen de la Academia de la Lengua, es en el Congreso español donde más polémicas ha generado el lenguaje inclusivo. Los diputados de Unidas Podemos fueron de los primeros en optar por el femenino plural o la doble fórmula en sus intervenciones parlamentarias. Según el protocolo de comunicación de la formación de Pablo Iglesias, se deben usar términos que apelan a la colectividad —alumnado o ciudadanía— y que, en palabras de la diputada Sofía Castañón, son “impecables y respetan la economía del lenguaje”, resume El País.

Castañón y Eduardo Fernández Rubiño, senador de Más País y antiguo miembro de Podemos, son de los pocos políticos españoles que ya usan el morfema -e. En la presentación de la candidatura de Íñigo Errejón a la presidencia, Fernández Rubiño se dirigió a “todas, todos y todes”. “Lo hice por respeto a muchos de mis compañeros que se identifican con el género neutro y pertenecen, como yo, al colectivo LGTBI”, explicó.

“De repente no vamos a usar la -e por sistema, por sistema estaría bien usar bien la lengua, y no hacer un [uso] vago y tradicional, es decir, patriarcal”, agregó Castañón.

«Cuando el machismo desaparezca y disfrutemos de la igualdad total entre varones y mujeres, la lengua dejará de ser importante en estas cuestiones», remataría Grijelmo.

«El lenguaje inclusivo no es un lenguaje, sino el espejo de una posición sociopolítica», señala a su vez la presidente de la Academia Argentina de las Letras, Alicia Zorrilla. Y remata: «Carece de fundamento lingüístico, está fuera del sistema gramatical».

Para Beatriz Sarlo: “La historia de las lenguas enseña (a quien la conozca un poco) que los cambios en el habla y en la escritura no se imponen desde las academias ni desde la dirección de un movimiento social, no importa cuán justas sean sus reivindicaciones”. En un texto para Babelia, escribió en octubre de 2018: “La militancia puede favorecer esos cambios, pero no puede imponerlos”.

“HEN” EN SUECIA, “THEY” EN EEUU

Si entre la clase media progresista de Buenos Aires y otras ciudades argentinas es cada vez más frecuente que hasta los niños usen “amigues” para referirse a un grupo de amigos donde estará una niña, los sectores más conservadores suelen rechazar ese tipo de cambios lingüísticos de forma abierta.

Sin embargo, en un recuadro de la nota anterior la redacción de El País explica que, mucho antes de que los jóvenes argentinos comenzaran a usar la -e como neutro, la Academia sueca fue la primera en introducir este género en el diccionario oficial de la lengua en 2015. Hen es el término en sueco con el que se identifican las personas no binarias (el equivalente en español sería elles).

El pronombre they, que en plural es “ellos” o “ellos y ellas”, pero usado en singular como epiceno, se ha empezado también a extender con fuerza entre los anglosajones que no se identifican con un género para definirse públicamente.

Esta fue precisamente la palabra del año 2019 escogida por el diccionario estadounidense Merriam-Webster. En 2019, las búsquedas de este término se incrementaron más de un 300% respecto a años anteriores, según datos del diccionario que incluyó la palabra el pasado mes de septiembre.

“Su uso se ha extendido en publicaciones, en redes sociales y también entre los anglohablantes en su día a día”, explicó la editorial estadounidense que asume las funciones de una academia del idioma. “No hay duda de que [they] se ha establecido en la lengua inglesa”.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.

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