“No tengo memoria, en mis 68 años de vida, de un gobierno y un presidente de México que hayan sido objeto de un ataque tan virulento, masivo y sistemático por parte de los medios de comunicación y los periodistas como lo es ahora, y lo fue desde antes de tomar posesión, Andrés Manuel López Obrador”.
Quien dice esto es Epigmenio Ibarra, en su columna Itinerarios que publicó en Milenio el 20 de noviembre de 2019: ‘Los medios y López Obrador’ (https://www.milenio.com/opinion/epigmenio-ibarra/itinerarios/los-medios-y-lopez-obrador).
“Todos los días, los ataques contra el mandatario que más votos a favor ha recibido en México, cuya victoria provocó muestras de júbilo nunca antes vistas y que mantiene índices de aprobación y confianza también inéditos, saturan los diarios, los espacios de opinión y los noticiarios de radio y televisión”.
Para el periodista (fue corresponsal de guerra entre 1980 y 1990) y productor de televisión (fundó, junto a Carlos Payán y Hernán Vera, Argos Comunicación, creadora de las telenovelas Nada personal y Mirada de mujer que convirtieron a TV Azteca en un referente del nuevo melodrama latinoamericano), esta agresividad de la prensa para con el gobierno de la 4T se explica de manera sencilla:
“A partir de diciembre de 2018 fue deshecho el perverso amasiato entre prensa y poder que dominó durante décadas y operó como el lastre más pesado para la democracia. Desde entonces, prensa, radio y televisión, los periodistas y columnistas que escriben en sus páginas, hablan frente a los micrófonos o aparecen en la pantalla —salvo contadas y honrosas excepciones— se han empeñado en lo que puede considerarse un linchamiento mediático sin precedentes”.
LO MISMO QUE A MADERO
Ibarra le da la razón a Andrés Manuel López Obrador cuando se apropia de toda la simbología maderista, desde llamar a sus críticos ‘prensa fifí’ a reprocharles porque ‘muerden la mano que les quitó el bozal’:
“Solo Francisco I. Madero fue atacado también de manera tan brutal por una prensa, que entonces no tenía, ni por asomo, la penetración, el alcance y la influencia de la prensa actual”.
Como dice Epigmenio, para López Obrador no es algo nuevo ser víctima de un linchamiento mediático. “En la mira del sistema político —y de los medios— ha permanecido toda su vida pública. Con millones de líneas ágata y miles de horas en radio y televisión en su contra, ha pagado el haberse convertido (hasta derrotarlo en las urnas) en un peligro para el viejo régimen”.
Pero como ya está “habituado a este conflicto, López Obrador —quien no tiene intención de someter a la prensa al control gubernamental— se mueve como peje en el agua entre unos medios a los que tuvo la osadía de reducirles 50 por ciento de la publicidad oficial y a los que cortó de tajo las multimillonarias entradas de dinero del erario que —bajo la mesa y fuera de la ley— solían entregarles la Presidencia y casi todas las instituciones y los altos funcionarios”.
Por más que se hayan revivido las isotopías en la oposición comunismo-populismo o capitalismo-democracia, en una prensa que parece no haber salido de la guerra fría, la pugna con la 4T no es ni por asomo una discusión sobre la filosofía del poder:
“Más allá de las legítimas y genuinas discrepancias ideológicas y políticas con el Presidente, se advierte en la comentocracia una saña que solo se explica a partir de la pérdida de privilegios y prebendas que habían hecho que muchos de esos líderes de opinión, además de enriquecerse con el erario, se convirtieran —en este país de reporteros pobres que se juegan la vida a cada paso— en miembros destacados de la élite política y económica”, resume Epigmenio Ibarra.
MALDITAS REDES SOCIALES
Este linchamiento no se reduce a los medios tradicionales. “En las redes sociales (espejo de los medios y a las que la derecha conservadora, con sus mensajes de odio, ha quitado lo que de benditas les quedaba) la violencia verbal empleada por los detractores y sus maquinarias de bots contra el Presidente ha roto todos los límites de la convivencia democrática y roza la ilegalidad”.
Primero en entrevistar al subcomandante Marcos luego que el guerrillero se estrenara como vocero del EZLN el 1 de enero de 1994, Epigmenio Ibarra estrenó en septiembre de ese año su documental Viaje al centro de la selva, sobre la revuelta zapatista. Un cuarto de siglo después, sentencia:
“Los medios y muchas de sus figuras relevantes fueron a la vez sirviente y cimiento para el viejo régimen, que ahora pretende usarlos para descarrilar al gobierno democrático. Poco les importaba el público al que decían servir; les pagaban por callar, les ordenaban qué decir y tenían una existencia de privilegios asegurada. Hoy, que su único privilegio es una libertad que siempre les fue negada, extrañan el yugo al que antes estuvieron sometidos” remata el columnista.
SE FUE, NO LO SACARON
“Hubo un tiempo en que los comunicadores y sus espacios desaparecían por órdenes de la autoridad. Alguien decía algo incómodo, los representantes del gobierno hablaban con sus jefes y en cuestión de días, ese columnista, conductor o comentarista, se tenía que ir”, evocó Álvaro Cueva, en su columna El Pozo de los Deseos Reprimidos que se publica en ese mismo diario (‘La salida de Brozo’, 2 de diciembre de 2019; https://www.milenio.com/opinion/alvaro-cueva/el-pozo-de-los-deseos-reprimidos/la-salida-de-brozo).
“A Brozo le pasó muchas veces. Hoy el contexto es diferente. Ahora, el que no da resultados, se va sin importar trayectorias o líneas editoriales. ¿Qué significa dar resultados? Que lo que ese personaje genere cubra sus costos, los de su producción y, de preferencia, que deje una ganancia”.
Crítico profesional de televisión, Cueva es despiadadamente objetivo con Víctor Trujillo:
“Con la 4T está complicadísimo que los comunicadores de la vieja guardia den resultados, porque cobran mucho y porque están acostumbrados a una serie de privilegios, de todo tipo, que ya casi nadie les puede dar. Imagínese una empresa joven como Aire Libre tratando de sostener algo como El Mañanero sin las carretadas de dinero que los gobiernos anteriores tiraban a destajo. ¡Era un suicidio!”
SE VA DE VACACIONES
Para el historiador de la telenovela en México, quien conduce sus propios espacios en la televisión privada (Alta Definición en Proyecto 40) y la TV pública (es uno de los cinco comentaristas que se turnan Debate 22): “Esto no es un tema de censura (o autocensura), aunque esta salida, como otras, coincida con una posición enemiga respecto al gobierno”.
“Esto es un asunto superior, de adecuación a los nuevos tiempos. Ya no hay dinero. Ya no hay privilegios. Tan sencillo como que El Mañanero, en esta nueva versión, se iba de vacaciones de a tiro por viaje cuando su conductor quería descansar”.
¿Qué programa se puede sostener hoy así, tomando descansos en Semana Santa, el verano o Navidad? “Será radio, será internet, pero la radio e internet también merecen respeto y no hay anunciante en sus cinco sentidos que le quiera entregar sus presupuestos a un concepto así de caprichoso, mucho menos, audiencias que puedan construir hábitos sobre semejante inestabilidad”. Los youtuberos nunca dejan de subir videos.
LE SACAN PROVECHO:
“El problema con la más reciente versión de El Mañanero no fue que AMLO haya amenazado con desaparecer toda esa estación de radio si Brozo no le bajaba a sus críticas, como hubiera ocurrido en otros sexenios. El problema tiene que ver con otras situaciones más ‘humanas’ que no son muy diferentes a las que vemos con otros personajes en otras plataformas. Hoy hay que bajar costos y trabajar más. Internet es un gran negocio, pero ahí tampoco regalan ni el dinero ni la popularidad”.
Cueva, según dice, fue uno de los periodistas que “más elogiaron” la propuesta de El Mañanero, “a pesar de que el perfil de Aire Libre va por otro lado. Pero no creo que esté bien confundir a la opinión pública insinuando cosas que no son y que, por supuesto, deben tener fascinadas a miles de personas en estos tiempos de odio”.
La noticia, concluye Álvaro Cueva, no es sólo la salida de Brozo, sino acerca de cómo se le puede hacer para sacar provecho a esa salida.
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