Santiago Igartúa publicó en la página web de la revista un recuento de cómo ‘Columnistas y analistas opinan sobre la postura de AMLO ante la portada de Proceso’ del número 2192, en la que se lee: ‘AMLO se aísla. El fantasma del fracaso’, titular que el Presidente electo descalificó por “sensacionalista” y “amarillista” (https://www.proceso.com.mx/558461/columnistas-y-analistas-opinan-sobre-la-postura-de-amlo-ante-la-portada-de-proceso).
De acuerdo a ese compendio, en Milenio, Julio Patán publicó su análisis del “escándalo”. En el texto ‘Los medios y el Estado’, dentro de su columna Malos Modos, dijo:
“Una de las grandes mentiras del discurso progre, siempre y desde luego hoy, es que el Estado, lo público, vive amenazado por el poder privado, eso que algunos llaman ‘poderes fácticos’. Lejos de ello. Desde Chávez, que arrasó con la clase empresarial y al hacerlo, como pasa siempre en esos casos, arrasó con el país, hasta Trump, que tiene la oposición explícita de un puñado grande de los magnates más poderosos de la historia y resiste haciendo más o menos lo que le da la gana sin abolladuras mayores, la historia reciente confirma que el Estado, en plan hegemónico, es una fuerza muy difícil de contrarrestar, y que las amenazas autoritarias vienen esencialmente de ahí.
“Por eso es tan grave que un presidente y su entorno —secretarios, subsecretarios y asesores convertidos en articulistas o talking heads— torpedeen a los medios: pese al victimismo subyacente en su discurso, es una pelea desigual, sobre todo cuando están en juego concesiones que pueden ser revocadas, y es —otra vez, de Chávez a Trump— un síntoma de mala salud democrática porque es un ejercicio de intimidación, aunque un ejercicio que, de momento, no parece haber tenido los resultados que esperaban. Proceso lo recordó con ruido porque es una publicación difícil de acomodar en el discurso maniqueo tipo pueblo bueno vs prensa fifí: ha sido una revista incluso proclive al obradorismo, de ahí que su manotazo en la mesa haya causado tanto pasmo entre los influencers 4T” (http://www.milenio.com/opinion/julio-patan/malos-modos/los-medios-y-el-estado).
PROCESO YA ES PRENSA FIFÍ:
También en Milenio y bajo su seudónimo Gil Gamés, Rafael Pérez Gay publicó en la columna Uno hasta el Fondo el texto ‘Proceso va’. Ahí se lee:
“La portada de Proceso le arrimó un varapalo al Presidente electo en su portada. Las redes hervían, los mentideros estallaban, los seguidores de López se desgarraban las vestiduras. Ingratos, inverecundos, les decían a los editores de Proceso. La misma esposa del Presidente participó en el estruendo y mandó un tuit airado (…) La revista presenta una entrevista de Álvaro Delgado con el constitucionalista Diego Valadés en la cual se dice que el Presidente no cuenta con la participación de su gabinete y de sus legisladores. Mjú, como ño. ¡Aislado, al borde del fracaso! ¿No es un poco demasiado? Ahora mal sin bien: ¿Proceso formará parte de la prensa fifí? ¿De esos impresos que atacan el cambio como lo atacaron cuando Madero ocupaba la presidencia? Como dice un amigo: interesting” (http://www.milenio.com/opinion/gil-games/uno-hasta-el-fondo/proceso-va).
TÍPICO DE LA REVISTA:
En Reforma, Sergio Sarmiento escribió ‘Prensa progre o fifí’. Dice la columna Jaque Mate:
“No es inusitado que el semanario Proceso haya dedicado una portada editorializada a cuestionar a un político. El titular de esta semana, “AMLO se aísla: El fantasma del fracaso”, es típico de la revista, solo que no ataca a un Presidente del PRI o del PAN, sino a Andrés Manuel López Obrador.
“Los simpatizantes de la izquierda aplaudían las golpeadoras portadas de Proceso cuando etiquetaban a otros mandatarios, pero no consideran hoy aceptable cuestionar a un Presidente electo de su misma ideología. La revista, lectura de cabecera de la izquierda durante 42 años, se convierte así en una traidora a la causa, especialmente porque Julio Scherer Ibarra, hijo del fallecido fundador y gran patriarca de Proceso, Julio Scherer García, será consejero jurídico de la Presidencia en el gobierno de López Obrador.
“La portada de Proceso es cuestionable. Tomar una frase de una opinión y colocarla como titular sin ninguna atribución no es una buena práctica periodística, aunque es lo que ha acostumbrado la revista durante décadas. Pero no se puede cuestionar la práctica solo cuando afecta a un Presidente ‘progresista’”, remata Sarmiento (https://www.reforma.com/aplicacioneslibre/preacceso/articulo/default.aspx?__rval=1&id=145238&urlredirect=https://www.reforma.com/aplicaciones/editoriales/editorial.aspx?id=145238).
INTOLERANCIA A LO DIFERENTE:
Raymundo Riva Palacio, en páginas de El Financiero, abordó en su columna Estrictamente Personal el tema así: ‘La polarización somos todos’.
“Si es difícil establecer con precisión cuándo nos empezamos a dividir como sociedad, es claro cómo la división ha escalado a la confrontación y el rencor, cada vez más abierto y violento. El choque en Twitter entre Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de Andrés Manuel López Obrador, y el director de la revista Proceso, Rafael Rodríguez Castañeda, por la imputación conspiracionista derivada de publicar una portada donde decían que el presidente electo se estaba quedando solo y se encaminaba al fracaso, tuvo una secuela condenatoria del semanario en las redes sociales que galvanizó la intolerancia ante quien piensa diferente. La intransigencia ha desbordado el campo de la libertad de expresión y se manifiesta de manera dogmática y fanática, en uno y otro sentido, para aniquilar política y moralmente al adversario. El pensamiento único que se quiere acabar es lo que se está imponiendo como palanca de subordinación”, apuntó Riva Palacio (http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/raymundo-riva-palacio/la-polarizacion-somos-todos).
NO LE GUSTA LA CRÍTICA:
En ‘Nuestra tarea’, otra columna (La Nota Dura) que apareció en El Financiero, el periodista Javier Risco, que se hizo de una gran influencia desde las redes sociales –según observa Igartúa–, escribió:
“Ayer publiqué en mi cuenta de Twitter que el presidente electo había calificado de ‘muy sensacionalista y amarillista’ a la revista. Varios usuarios contestaron mi tuit diciéndome que pusiera la cita completa, que también hacía un llamado a la libertad de expresión; sin embargo, no es ningún favor aplaudir que él mismo comunique que no quiere ser un dictador o que diga que vivimos en un país plural. No es una concesión presidencial, sino un derecho básico ganado.
“Los adjetivos vertidos por él y sus cercanos, Beatriz Gutiérrez Müller, por ejemplo, sí exhiben a un presidente electo que no le gusta la crítica, que no argumenta sobre el trabajo periodístico, sino que sólo descalifica. ¿Por qué es amarillista y sensacionalista? López Obrador no tiene la respuesta.
“La no descalificación también forma parte del respeto a la libertad de expresión. Es importante reconocer que existe el debate, que la exposición de ideas se da en ambos lados. Ojalá fuera más profundo, ojalá tanto el presidente electo como su esposa argumentaran en lugar de sólo adjetivar o dar por sentado prácticas periodísticas que desconocen”, concluyó Risco (http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/javier-risco/nuestra-tarea).