Lucha de Poderes en Colima

Se dice que los partidos políticos son medios para acceder al poder público y que el poder existe para conseguirse, ejercerse y no perderse. Esta máxima de la política la entendieron muy bien quienes fueron parte de las filas del Partido Nacional Revolucionario de 1929 a 1938, del Partido de la Revolución Mexicana de 1938 a 1946 y del Partido Revolucionario Institucional de 1946 al 2000. Con una increíble disciplina, rigurosidad y verticalidad jerárquica, lograron conseguir, ejercer y no perder el poder público de manera casi hegemónica durante 71 años.

Su principal derrota la obtuvieron en la elección del 2 de julio del año 2000, perdiendo la Presidencia de la República y la mayoría legislativa tanto en la Cámara de Diputados como en la Cámara de Senadores. Esto significó un cambio drástico en cómo se accede al poder y cómo este es ejercido en México. Antes de esa fecha el PRI y los priistas no se había visto, a sí mismos, nunca, como fuerza opositora, ni habían tenido que negociar con tanta necesidad, las decisiones en el poder legislativo federal. Esta reconfiguración en quién tiene el poder, pasando de un solo a partido a varios y experimentando alternancia en diversas ocasiones, ha llevado a una relación de más respeto mutuo entre los poderes legislativo y ejecutivo, federales.

Pero esto no ha sucedido en Colima. Acá la lucha entre poderes es vibrante y constante. Aunque el 1 de octubre de 2015 el PRI perdió, a manos del PAN, el control del Poder Legislativo estatal, éste ha buscando una y otra vez y de diferentes maneras, hacerse nuevamente de él. ¿Cómo? Al nulificar a la oposición más férrea o al dispersar las cuotas de poder y diluir el peso de las decisiones al interior del Congreso del Estado. Un ejemplo de ello es que, aunque en la LVIII Legislatura (2015-2018) el PAN logró mediante las elecciones alcanzar, por primera vez en la historia de la entidad, mayoría absoluta (más de la mitad de los Diputados que integran el Congreso) y control administrativo de este poder público, lo perdió apenas 9 meses después, en una estrategia que, a decir de muchos, se fraguó o autorizó desde Casa de Gobierno.

Así, aunque el PRI perdió legalmente el control del Poder Legislativo en el año 2015, lo ha mantenido en disputa constante en términos fácticos, habiendo ganado diversas batallas. El 22 de junio de 2016, apenas 9 meses después de iniciada la llamada “histórica” LVIII Legislatura de control panista, 3 Diputados hasta ese momento pertenecientes al Grupo Parlamentario del PAN deciden declararse independientes y logran se reforme la Ley Orgánica del Poder Legislativo no otorgándole con ello el poder al PRI, pero sí quitándoselo por completo al PAN, lapidando con ello décadas de trabajo panista.

Con esto, el propósito del PRI y más directamente del Gobernador Ignacio Peralta, no necesariamente fue retomar el control del Congreso del Estado, pero al menos quitárselo a sus principales opositores, restando con ello fuerza a las voces que se enfrentaran a las decisiones y políticas del Poder Ejecutivo estatal.

En las elecciones de 2018 el PRI no logra recuperar el control del Congreso del Estado de Colima. El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) obtiene el triunfo en 15 de los 16 distritos electorales y se le otorga 1 diputación plurinominal. Asimismo, en su momento, al inicio de la LIX Legislatura, se sumó al Grupo Parlamentario de Morena, la Diputada Rosalva Farias Larios, electa por Nueva Alianza, con lo que el Movimiento de Regeneración Nacional alcanzaría por primera vez mayoría calificada (cuando menos las dos terceras partes). Esto acentuó aun más la lucha entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo del estado de Colima.

¿Por qué es tan importante para el PRI buscar el control del Congreso del Estado por medio del Poder Ejecutivo estatal? Porque el estado de Colima se mantiene hasta la fecha, por diversas razones, como uno de los pocos bastiones del PRI en el país. En Colima, el PRI ha perdido posiciones e influencia en diversos espacios y ámbitos, pero mantiene poder y control, legal y fáctico, en los mismos lugares. El PRI de Colima ha sabido conseguir, ejercer y no perder el Poder Ejecutivo estatal durante los últimos 69 años. Lo mismo logró en el Poder Legislativo estatal hasta el año 2015, pero se aferra a mantener, a casi cualquier costo, dominio y mando sobre el rumbo del Congreso.

En la LIX Legislatura (2018-2021) la reconfiguración interna del Congreso del Estado ha tenido una suerte similar a su homóloga anterior, pues Morena perdió no sólo la mayoría calificada sino también la mayoría absoluta, teniendo en la actualidad apenas 9 Diputados integrantes de su Grupo Parlamentario, siendo una de las legislaturas más plurales hasta ahora. Esto se explica no por el crecimiento y desarrollo de nuestra democracia, sino por la socavación de poder impulsada desde el PRI y el Poder Ejecutivo estatal, cuyos principales instrumentos son, como lo dije antes, nulificar a la oposición más férrea, dispersar las cuotas de poder y diluir el peso de las decisiones al interior del Congreso del Estado.

La lucha de poderes en Colima continuará. Los dirigentes de partidos y los gobernantes saben que las batallas por el poder ya no se dan solamente en tiempos de elecciones, sino de forma permanente. Hoy el poder cambia de manos tan rápido como un pestañeo; pues una vez que éste se consigue y ejerce, nada garantiza mantenerlo. Las principales batallas que luchan los partidos ya no son las de los votos, sino las de evitar que sus correligionarios duden de sí mismos y su convicción partidista, decidiendo cambiarse de partido o color, una vez electos por la gente. Aquí se erige la principal debilidad identificada por el Poder Ejecutivo para mantener influencia en el Congreso del Estado. Hasta aquí esta participación, nos leemos en la siguiente.

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