En nuestro país y en Colima mismo, hay una fuerte tradición de lucha social que ha impulsado en parte los logros democráticos que hoy nos dan pluralidad y muchos otros éxitos, conquistados casi a sangre y fuego y cárcel y la persecución y marginación de muchos de aquellos activistas históricos.
No como ahora, que muchos andan de dizque luchadores, sin tener la conciencia política y la definición en favor de grandes causas sociales, y ahí está, por ejemplo, el botudo Vicente Fox que sólo porque prácticamente se meo en el aeropuerto, enderezó una aceda critica sobre los mingitorios del aeropuerto internacional de Ciudad de México; o los empresarios fifís que para protestar agriamente contra el primer informe exitoso del presidente, contrataron o pagaron por asolearse el pasado 1 de diciembre.
El verdadero luchador social es una persona, hombre o mujer que estudia y conoce el fundamento teórico y abraza una ideología de izquierda buscando siempre transformar lo caótico en bien de la sociedad y se identifica con el método dialectico para analizar un problema; muestra su solidaridad y asume un activismo crítico, sustentado en los principios éticos y morales solidarios con sus semejantes. No farsantes que cada temporada electorera, son promovidos para que agiten, critiquen sin fundamentos y asumen luchas que no son tales, sino provocaciones calumniosas contra instituciones y personalidades de la política.
Los luchadores falsos, salen a la calle, mantenidos o subvencionados por otros políticos colmilludos, para defender a estos, sus intereses; o en otros casos, para defender lo indefendible, es decir, protestar por el cobro de servicios, haciendo pasar su lucha como colectiva, cuando en realidad lo hacen para chantajear que se les restituyan supuestos derechos, o se les cancelen cobros, estos son de la peor laya.
Uno de los grandes y auténticos luchadores sociales, por ejemplo, fue don Chava Dominguez, de enérgico carácter, que prefirió la cárcel, a transar con el poder corrupto. Solo salió de la cárcel, por razones humanitarias y de salud, -a él no le valieron su edad avanzada para excarcelarlo que la misma ley contempla- para terminar sus días en la más completa pobreza en compañía de su querida esposa. Lo recordamos aquí con gran cariño.
De las luchas sociales, recordamos a los profesores que lucharon en contra de las viles pichoneras que el gobierno corrupto de entonces les ofrecía como residencias; o últimamente a los heroicos y triunfantes colimenses que se manifestaron con valor y gallardía en contra de la abusiva caseta de la autopista, que sangraba a los automovilistas.
Recordamos también una de las muchas luchas que dio nuestro compañero Arnoldo Vizcaíno con otros colimenses, defendiendo un inmueble histórico, que por décadas el PRI había ocupado abusivamente, se trata del espacio que hoy ocupa el Archivo Histórico del Estado de Colima, gracias a la lucha social verdadera.
Incluso, se recuerda la lucha social de destacados universitarios que se enfrentaron a la negra nomenclatura porril a la cabeza de rectores y rectorzuelos, nos referimos al famoso “Grupo Morelos”. Estos valientes jóvenes se enfrentaron al enorme poder corrupto universitario que en estos días se congrega para defender el sope de la corrupcion y los privilegios impunes de que gozan sin dar cuentas cabales del uso de los recursos.
O la lucha en favor de los obreros de la Termoeléctrica de Manzanillo, en aquellos años ochentas, que contó con la solidaridad activa de nuestro amigo y escritor Alfredo Montaño Hurtado, y el actor y maestro de teatro, Gilberto Moreno, que ya descansan.
Hay más, muchas más luchas y actores que en ellas participaron; que sería largo enumerar, y solo recordamos aquí algunas para apoyar el concepto y definición de lo que es un luchador social.
Luchadores sociales célebres, son por cierto, recientemente reconocidos, Valentin Campa y Arnoldo Martinez Verdugo, y como lo es la gran activista en la lucha en favor de los derechos humanos, los presos y los desaparecidos políticos: Rosario Ibarra de Piedra.
Pero también hay algunos que Usaron la figura de luchadores sociales, para apoyar causas políticas, grupos o sacar raja. Son los menos, claro. Entre estos acá por Manzanillo, hay algunos, que desvirtúan la verdadera lucha social, al defender sus propias causas, o problemas, originados por la falta de responsabilidad en sus deberes cívicos, y uno de ellos es pagar los servicios públicos.
Como dice el poeta en su célebre canción “siempre habrá por quien luchar por quien vivir por quien amar”; pero en el caso de luchadores sociales, para efectivamente serlo, se requiere de ética, de moralidad, de ser ciudadanos ejemplares y sin cola que les pisen. Así de claro.
PUNTO Y RAYA.
TRAIDORES CÉLEBRES
Así como hay falsos luchadores sociales, también hay falsos legisladores, que transan, que oyen el canto de las sirenas, y están lejos de ser verdaderamente representantes populares y defensores de las instituciones publicas, de la transparencia y la honestidad. Van en contra de las recomendaciones de nuestro propio presidente y de la Cuarta Transformación.
En el Congreso colimense se presentó una iniciativa de ley que pretende reformar la Ley Orgánica de la Universidad de Colima, y al casi momento en que se presentó el documento, se convocó a la guerra mediática por parte de la nomenclatura porril y sus enormes recursos. Financieros y mediáticos. Para pronto, doblaron a los sumisos diputados y diputadas, algunos, no todos, pero que hacen muy difícil el caminar de la propuesta.
El más repugnante traidor es el diputado Toscano, seguido del diputado Farías, quienes, ignorantes de la problemática que se pretende resolver, como es la ausencia de democracia y de transparencia en el manejo de los recursos universitarios, creen que se vulnera la autonomía. Son verdaderamente diputados facciosos e ignorantes que en nada ayudan a la democracia ni a la legalidad. Su dueño o dueña, el que o la que los puso como candidatos, deben una explicación al pueblo colimense.
Y hay más traidores, y ya parecen endémicos del congreso colimense, fenómeno que retarda la democratización de la vida publica colimense. Y ante esta tremenda realidad, los colimenses, quizás, debemos recurrir a otras tácticas. Y una de ellas, es ver como apestados a estos traidorzuelos, y si pasan por la banqueta, o los vemos en las grandes tiendas gastando su jugoso aguinaldo, hay que rodearles, bajarnos de la acera, no saludarles, porque así debe tratarse a los traidores.
¡Hasta la próxima!