“Lydia Cacho destrozó mi vida”

 

Desde Cancún, Quintana Roo, la cantante Edith Encalada proclama que Lydia Cacho “destrozó” su vida. Por ello, solicitó medidas cautelares para evitar que su historia sea llevada al cine luego de que la periodista diera a conocer, en exclusiva para la revista Vanity Fair, que realizará una película basada en su libro Los demonios del Edén (Debolsillo, 2004).

Después que el Comité de Derechos Humanos (CDH) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) recomendara al Estado mexicano hacerle justicia a Cacho -al considerar que existieron una serie de violaciones a los derechos humanos de la periodista-, hay quien se dice también víctima… pero de quien casi todos vemos como una víctima.

Según la intérprete de música ranchera, Los demonios del Edén está basado principalmente en la historia de Edith, quien fue una de las tantas víctimas de la red de pederastia que encabezó Jean Succar Kuri en Cancún durante los años 90.

Ese empresario textil fue también el impulsor de la persecución y detención de Lydia Cacho por parte del gobierno de Mario Marín. Un “secuestro legal” (su traslado desde Cancún a Puebla, donde fue torturada) que la periodista narra en otro libro: Memorias de una infamia (Debate, 2008).

“Muy pronto solicitaré medidas cautelares para detener los avasalladores abusos de los que he sido víctima desde hace ya casi 15 años, abusos cometidos por la activista y periodista Lydia Cacho”, señaló la cantante de 35 años, quien llegó a vivir a Cancún en 1991 cuando tenía ocho.

Encalada demandó en 2006 a la periodista y a la editorial que publicó el libro, Random House Mondadori, por daño moral y exigió 8 millones de pesos por derechos de autor. Pero la demanda no procedió porque se le concedió un amparo a Cacho. La quejosa afirmó entonces que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se dejaron influenciar por el poder que Lydia ha generado en la prensa.

A propósito de la advertencia que hizo la cantante de que recurrirá a todas las instancias legales posibles para evitar que su historia aparezca en la pantalla grande, como ya ocurrió con el documental homónimo realizado por Alejandra Islas en 2007, Cacho publicó un tuit en el que afirma:

“En mi libro Los demonios del Edén no utilicé los nombres reales de las víctimas. Una de ellas se vendió a los pederastas para defenderlos y perdió la batalla. La sentencia es firme y ejemplar”, señaló en alusión a la demanda por daño moral.

El segundo verdugo

El 25 de julio se publicó la entrevista exclusiva de Lydia Cacho en Vanity Fair, en donde la periodista reveló que la película basada en su libro será producida por los cineastas mexicanos Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón y Bertha Navarro, y dirigida por Patricia Riggen, realizadora en 2015 de Los 33.

A raíz de la publicación, Encalada Cetina contactó a sus abogados para proceder en contra de Lydia Cacho y “evitar que siga lucrando con mi vida privada, sin mi autorización”.

Según la cantante, en su momento Lydia la engañó al presentarse ante ella y sus familiares como presidenta de su entonces fundación CIAM Cancún:

“Nunca me dijo que era reportera, me sometieron a una especie de secuestro ya que no se me permitía salir, ni hablar por teléfono, ni usar internet, sometida a ese encierro por órdenes de Lydia hasta que descubrí un día que Lydia estaba reportando vía telefónica mi situación legal, lo que estaba sufriendo y enfrentando al haber denunciado a Jean Succar Kuri, todo eso sin mi consentimiento”.

Edith acusó a la periodista de violar su privacidad y derechos como víctima, pues el libro se basa en su información personal, como denuncias, testimonios y exámenes psicológicos que le realizaron en la fundación de Cacho, información que debería ser confidencial al tratarse de una víctima de abuso sexual.

“Es sabido públicamente, que en ese libro se narra parte de mi vida como víctima de pederastia cuando tenía 13 años de parte de Succar Kuri”, dijo Encalada Cetina. “Se exhiben fotografías de mi infancia y lo más lamentable, se menciona mi nombre”. Por ello, acusó a Cacho de revictimizarla.

De hecho, Edith Encalada considera a Cacho como su segundo verdugo -después de Succar Kuri- ya que ha generado ganancias con su historia de vida por más de 10 años, causándole daño moral y violentando su privacidad.

¿Cuánto le toca a la víctima?

Cuando se libra una batalla para acabar con los delitos contra el honor que en México se han convertido en una forma de censura y represión a la libertad de expresión, ya que los personajes señalados en una investigación periodística pueden demandar la reparación económica del supuesto daño moral, y aun suponiendo que Edith Encalada se vendió a los pederastas, prestándose para desacreditar a Lydia Cacho, el testimonio de la cantante refleja una situación común en la cobertura periodística: los daños colaterales.

Encalada lo pone todo en una perspectiva donde Cacho parece conducirse por el lucro. Se queja que mientras sus abogados le recomendaban no dar entrevistas, la periodista “vendió libros, dio conferencias y realizó un documental sobre mí”.

Revela que rompió con Cacho cuando descubrió que estaba reportando su caso y su situación legal “a la prensa”. Y cuando le reclamó, “se apiadó de mí” y dejó que le prestaran una computadora, aunque “siempre estaba vigilada por una muchacha y sin acceso a internet”.

Llegó un momento en el que Edith le dijo a Cacho que dejaría la fundación CIAM, en la que estuvo primero en Ciudad de México y luego en Cancún, “porque ella quería mandarme a otro refugio ubicado en Dallas, Texas, donde yo tenía que firmarle una documentación en la que autorizaba que estaría encerrada y no acepté, porque ya habían sido brutales esos cinco meses en que me tuvo encerrada en México”.

Relata que la movieron a Cancún y aunque estaba viviendo en casa de su madre, Lydia la mandaba buscar con guardias armados, quienes le vendían terror al decirle en el coche que se agachara porque podían matarla.

La periodista la trataba con cariño, pero le insistía en que dijera a políticos y otros periodistas que estaba viviendo en la Fundación: “Con los años me enteré que lo que hace una Fundación es pedir subsidios al Gobierno”.

Escalante asegura que Sedesol le dio a Cacho cinco millones de pesos y dos meses después otro millón y medio, con el pretexto de que la Fundación amparaba a unas 200 personas cuando en realidad, insiste la cantante, sólo eran siete las víctimas. De las cuales tres eran familiares de Edith, incluido un varón.

Sin poner en duda las buenas intenciones de Lydia Cacho, lo cierto es que la periodista y activista se ha vuelto una referencia editorial y académica en el tema de la explotación sexual de mujeres, especialmente de las menores de edad. Es famosa y obtiene con sus libros y conferencias un beneficio económico.

Como protagonista de su propia historia que será llevada al cine, ¿le corresponde a Edith Escalante una tajada de ese pastel?

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com

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