Manzanillo es el principal municipio de Colima por su destacada participación en la economía. Estatal, regional y nacional; su sitio estratégico en el comercio y el movimiento de carga de importación y exportación, le ha dado a nuestro puerto un rango mundial, que se ha venido conquistando gracias a su constante crecimiento. Y hubiera más, si hubiese estado libre de corrupción en el pasado.
Sin embargo, esa importancia estratégica en materia económica y fiscal, no se traduce en beneficios sociales, no al menos en una justa correspondencia a los Ingresos fiscales que genera para la Hacienda nacional.
Manzanillo tiene necesidad de mayores inversiones, es cierto; de mayores participaciones de partidas presupuestales.
Para hacer frente a los complejos problemas sociales, de urbanismo, de infraestructura, de servicios públicos que demanda su creciente población; se requiere de mayores recursos, y no el magro presupuesto que le escamotean a Manzanillo cada año el gobierno estatal y el Congreso.
La administración municipal que encabeza Griselda Martínez se concentra en un trabajo que ya se refleja en mejores servicios públicos de calidad, pero lo hace con el margen que le da un presupuesto que en más de la mitad se destina a pagar la nómina, óigalo bien usted, en la nómina de trabajadores sindicalizados.
Para ser preciso en los datos, la nómina del sindicato municipal de trabajadores, suma 328 millones, 322 mil 623 pesos, lo que equivale a 55.5 del presupuesto anual, y que sirve para cubrir los salarios a 690 trabajadores sindicalizados.
Hace días, la dirigencia sindical, encabezada por Acosta, presionó con desmanes y actitudes hoscas a la alcaldesa Griselda, exigiéndole desde ya el pago de sus jugosas prestaciones; sin el menor indicio de reflexión sobre la situación financiera del patrón, es decir de la Fuente de trabajo.
Para que la sociedad manzanillense, y en general a nivel estado, se dé una idea de la disparidad de los salarios existentes en los municipios, y en particular en Manzanillo, véase la diferencia entre un trabajador sindicalizado y lo que percibe uno de confianza.
Mientras que, por ejemplo, un trabajador del área de limpieza percibe mensualmente 29 mil pesos por 6 horas y media de trabajo de lunes a viernes y con 133 prestaciones; un trabajador eventual apenas sí recibe 4 mil 800 pesos, por una jornada de una hora y media más que el sindicalizado; trabajando también el sábado y con las consabidas prestaciones de ley.
Ese trabajador del sindicato municipal de Manzanillo rebasa, incluso, y por mucho, a una maestra de nivel de secundaria, pues mientras él gana los 29 mil pesos, la trabajadora docente, con un rol en la sociedad, gana 16 mil pesos, o sea, 13 mil pesos menos que el trabajador de limpieza en el Ayuntamiento. Así, de ese tamaño es la disparidad. ¿Cómo se llegó a esta realidad, no fue precisamente por avances sociales o laborales de la revolución, sino de la corrupción municipal de los trienios pasados, que cedían a presiones y que, en contubernio, ocurría una relación licenciosa, es decir, que haya aumentos para todos, alcalde, regidores, líderes sindicales y trabajadores; sin pensar en la escasez de recursos financieros.
Y no para la cosa en la sorpresa que arroja el comparativo. Ahora comparemos lo que percibe de sueldo nuestra presidenta, y lo que a su vez cobra el líder sindical Joel Salgado Acosta, crecido en sus exigencias de aumento salarial. Mientras que este. Cobra al mes 67 mil 520 pesos, nuestra alcaldesa, percibe 54 mil 289 pesos. El dirigente sindical por una jornada de 6 horas y media de lunes a viernes y con 20 días de vacaciones por año; y Griselda Martínez por 14 horas diarias de lunes a domingo y con 16 días de vacaciones.
El líder sindical cuenta, además, con apoyo económico por concepto de Cuesta de Enero; con apoyo de financiamiento en la compra de línea blanca; y prestaciones tan raras, como la de permiso con goce de sueldo por contraer matrimonio 10 días, y otras 130 prestaciones más. La alcaldesa solo con apoyo de Canasta Básica, compensación y prestaciones laborales.
En todo el país, el prescindente está poniendo el ejemplo bajando el sueldo a los de arriba para aumentar a los de abajo; se redujo el sueldo y gastos frívolos que los anteriores presidentes derrochaban a manos llenas, en la inmensa proporción a su adicción a la corrupción y la mediocridad en el cargo. Y aquí en Manzanillo, nuestra alcaldesa se redujo el sueldo en un 50 por ciento, obteniendo tal percepción menor a la que tiene el líder sindical señalado. Es un buen ejemplo el que predica nuestra presidenta municipal, y que debería ser emulado por otros alcaldes que cobran sumas millonarias y tienen una carga también pesada de prestaciones en sus trabajadores sindicalizados, mientras que los de confianza, o por contrato, carecen de ellos o son paupérrimos, de hambre.
Y a pesar de que tienen más de 130 prestaciones laborales y jugosos sueldos; la dirigencia sindical pide un incremento en los salarios, del 6 por ciento, a lo que, dadas las circunstancias de las finanzas municipales, no es posible otorgarlo; y en ello ha sido contundente nuestra presidenta municipal, porque sería poner en riesgo la operatividad en importantes funciones municipales, por lo que se les está planteando el aumento del 3 por ciento. Lo que en sí mismo reviste un despropósito al alicaído presupuesto.
PUNTO Y RAYA
Davide Arena. Sorprendió a todos la muerte del colega periodista Davide Arena, con quien tuvimos en su tiempo sanas discusiones y debates sobre la política en Colima. Era una persona con gran capacidad crítica pero propositiva, lo que ponía en práctica en los diferentes trabajos que realizó asesorando a políticos y legisladores; pero también, su capacidad profesional en la cultura, la comunicación y el arte, lo llevó a crear los dos grandes festivales que proyectaron a un inusitado plano nacional e internacional a Colima: el Sabora Fest y el Festival del Volcán de Colima, y que los colimenses hicieron suyos y se espera que se sigan presentando con éxito cada año. Descanse en paz, Davide Arena. ¡Hasta la próxima!