MÁS MEDIOS, MENOS CENSURA

Los periodistas Sabina Berman y Jenaro Villamil repasaron, en el marco de la XX FIL Zócalo Virtual 2020, la discusión que mantienen los periodistas que afirman que ya se perdió la libertad de expresión en México, contra los que aseguran que ahora hay más libertad de expresión que en otras épocas.

En una mesa moderada por Fernanda Tapia el 9 de octubre de 2020 (https://www.youtube.com/watch?v=RbHSwrxQ_Rk), la dramaturga y novelista Sabina Berman fue la primera en tomar la palabra:

“Me parece que hay mucho menos censura en este momento en México, y reconozco al menos tres razones para ello.

“La primera es la multiplicación de los espacios en medios digitales, donde hay una censura mínima y por cierto no a cargo del gobierno.

“La segunda razón es que este gobierno inauguró algunos espacios en la televisión y la radio públicas con comunicadores de izquierda, algo que sencillamente no existió durante 30 años de neoliberalismo.

“Y la tercera razón por la que ha disminuido considerablemente la censura, es que el gobierno cerró el grifo del dinero público a los medios de comunicación privados”.

Berman se extiende en la segunda de esta razones. Durante el neoliberalismo “había en los medios masivos algunas raras voces, cual aves fénix, con una visión de izquierda. Pero siempre sonaban excéntricas, eran la minoría. La conversación giraba siempre alrededor de la teoría neoliberal. Y esa visión llegó a ser tan machacada en nuestra expresión pública, que parecía el sentido común”.

“Hoy en día las empresas de comunicación siguen teniendo una gran mayoría de comunicadores con visión neoliberal, y es lógico porque esos espacios tienen dueño. Los grandes empresarios suelen ser neoliberales por convicción y por conveniencia, por tanto, no favorecen una visión de izquierda. Aunque ahora tienen cierto pudor porque está gobernando un partido de izquierda y, por cada cuatro opinadores neoliberales, aparece a cuadro alguien de izquierda, siempre en minoría y siempre sonando excéntricamente”.

INTOLERANCIA A NUEVAS VOCES

“De ahí que estos nuevos espacios de la televisión pública abiertos por Jenaro Villamil como presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR), aunque no sean tantos han tenido muchísimo impacto por su novedad y la desmedida reacción de la vieja guardia de comunicadores, quienes hicieron un escándalo ante esa apertura”, sigue diciendo Berman.

“Canal 11 abrió tres programas nuevos y acusaron a la televisora del Instituto Politécnico Nacional de haber sido tomada por la izquierda. Aunque esos espacios novedosos representan apenas el 4 por ciento de la programación, alguien dijo que el Once es el Granma mexicano porque todos los conductores son comunicadores de izquierda [Granma es el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba y tomó su nombre de la lancha que, en 1956, transportó desde México a Fidel Castro para iniciar la Revolución en la isla].

“Nunca había visto un acoso de ese tamaño. Como estoy en uno de esos nuevos programas [John y Sabina], un comunicador neoliberal me dedicó todo un artículo en Milenio diciendo que era el colmo el populismo que yo apareciera con un sombrerito de cilindrero en la cortinilla. No se percató que Ricardo Raphael también lo usa en su propia cortinilla… Para mi disgusto porque yo pensaba que estaba rompiendo los moldes de la televisión”, ironiza Berman.

A John Ackerman y Sabina Berman los acusaron de estar cobrando cuatro millones y medio de pesos por cada programa, que es en realidad el pago de todo el equipo y por toda la temporada, equivalente al gasto de otros programas del Once y un presupuesto muy inferior al de programas de Televisa o TV Azteca.

“El acoso, pues, no era más que intolerancia a las nuevas voces”, resume la autora del libro de crónicas Un soplo en el corazón de la patria (2006), entre una veintena de obras de teatro, novelas y relatos.

CENSURA Y AUTOCENSURA

Para Jenaro Villamil, “hay evidentemente un sector que está descontento con lo que está pasando, y es una reacción lógica”. Pero el debate sobre la libertad de expresión tiene un contexto, no es un tema de buenos y malos. Estamos viviendo, en realidad, una transformación o transición de las relaciones entre el poder político, el poder económico y el poder mediático y de la prensa.

“En 2018 se rompieron los esquemas tradicionales que durante 70 años y, en especial, durante los últimos tres sexenios se habían habían establecido: los sectores privilegiados de antes ya no son privilegiados, los comunicadores anteriormente privilegiados ya no son los referentes, y los medios que antes marcaban la agenda de una manera determinante, sobre todo las televisoras privadas, ya no la marcan.

“Este fenómeno no ha sido provocado por el gobierno sino por las audiencias, aunque no lo admitan los 650 intelectuales abajofirmantes del desplegado donde advirtieron que la libertad de expresión está supuestamente bajo acoso.

“Lo que lo que ha sucedido es una crisis de credibilidad, que empezó a afectar mucho antes de que llegara a este gobierno a los medios que pertenecían históricamente al Establishment: televisoras, estaciones de radio y prensa”.

En cuanto a las amenazas a la libertad de expresión, Villamil las definiría en tres tipos: 1) las del poder político autoritario y de los poderes fácticos; 2) la autocensura y 3) el hipermercantilismo.

LOS PODERES FÁCTICOS

El primer tipo de amenazas a la libertad de expresión provienen “del poder político autoritario y de los poderes fácticos. Aunque se siguen dando amenazas de los poderes políticos locales, son los poderes fácticos –hablando en concreto del crimen organizado– los que están amenazando a los reporteros y a los informadores en las entidades federativas. Pero de eso no hablan los defensores de la libertad de expresión”.

“La segunda amenaza a la libertad de expresión es la autocensura. Todos quienes hemos trabajado en medios sabemos perfectamente que no son las llamadas desde Palacio Nacional o antes desde Los Pinos, las que determinan la salida o la entrada de alguien en un medio sino la autocensura de los propios periodistas o los dueños del medio.

“Y en tercer lugar está el hipermercantilismo. Eso fue lo que realmente hizo que muchas voces, por ejemplo Sabina Berman (en TV Azteca) o Fernanda Tapia (en MVS Televisión), ya no cupieran en esquemas donde lo que importa es vender, no informar; donde importa facturar comentarios o análisis a modo, para beneficio de quien paga. Eso no es libertad de expresión, eso es venta, una transacción contractual.

“Los abajofirmantes no admiten que venimos de un estado de cosas donde no existía libertad de expresión, sino mercantilización y subordinación de los medios y de los periodistas a quienes pagaban”.

DERECHO A SER INFORMADO

Para Villamil, “la reflexión obligada es: ¿estamos mejor o peor informados que antes? Los medios públicos, pero también los medios privados, ¿están ejerciendo el derecho a la información? Un derecho que, por cierto, debe garantizar el gobierno y también los particulares.

“Se debilita el derecho a la información con tantas fake news e infodemia (epidemia de desinformación), con tantas medias verdades y con esas tremendas exageraciones a partir de un análisis parcial de la realidad.

“Hay tres programas nuevos en Canal 11 y cinco series nuevas en Canal 14 (que depende directamente del SPR), pero siguen existiendo los 10 programas que antes existían en Once TV, con las voces que ahí estaban.

“Por tres programas con una visión de izquierda o centroizquierda, claman que vamos hacia la venezolanización de México. Es una absoluta exageración. Lo que les duele es que pluralización del debate que se está dando en la televisión pública y, sobre todo, en internet”.

En resumen, la libertad de expresión no está amenazada desde el poder político pero sí hay un debilitamiento del derecho a la información “por la falta de compromiso y por las agendas de intereses de los medios privados”, dice el autor de Peña Nieto, el gran montaje (2012) y varios libros más sobre la influencia política de la televisión y los fenómenos que han surgido contra esa influencia: la rebelión de las audiencias y el surgimiento de ciberdisidencias.

CENSURA A RAS DE SUELO

Con 40 años en los medios –inició en la radio–, Fernanda Tapia tiene un sinfín de anécdotas que contar sobre la censura en México. La conductora de emisiones que fueron célebres como Triple W en Televisa Radio o Almohadazo en MVS Televisión, y de otros que se mantienen al aire como Fernanda de Noche en La Octava o Diálogos en Confianza en el 11, recordó:

Había una “gran esquizofrenia en los medios respecto a cómo se hablaba afuera. Aunque esto se empezó a romper en los 80 gracias al rock en español, lo que ahora todo mundo dice, ‘no güey’, ‘sí güey’, estaba prohibido”. En la telenovela Quinceañera, cuya trama giraba en torno a una violación, ésa era la única palabra que no se podía decir.

Cuando empezó a sonar la canción Sufre Mamón de Hombres G, la única estación donde no la censuraban era La Pantera, que luego pasó a llamarse Espacio 59. “Y nos llegó una demanda por contenido obsceno del Gobierno de Querétaro, pues hasta allá se oía la emisora. La ley de radiotelevisión habla de la moral y las buenas costumbres, pero como no las enumera no sabemos entonces las buenas costumbres de quién son las que van rigiendo”.

Mas si la esquizofrenia del lenguaje está desapareciendo, no así los intereses comerciales y corporativos. “Había que estar atento a quiénes eran los políticos amigos del director. Pero la autocensura también surgía de los intereses de quienes te patrocinaban. La gente de Comercial Mexicana se quejó de un chiste que hice en La Pantera”: Tapia anunció una misa negra y empezó a recitar el Padre Nuestro con acento afrocaribeño, pero según el representante de esas tiendas de autoservicio, “estábamos hablando de satanismo”.

A Jordi Soler lo removieron como director de Rock 101 porque hizo un chiste del Gansito de Marinela. Queriendo hacerse notar, la cliente que estaba oyendo la estación se quejó. Por un mal entendido, el reporte llegó a oídos del entonces gerente quien sacó de inmediato a Jordi. Luego, la anunciante dijo que no buscaba un despido “pero el Osito Bimbo sigue diciendo si sale o no Facundo de los canales comerciales”.

“Por mi parte, cuando estaba en Radioactiva yo tenía marcaje personal del hijo de Zedillo, porque el niño ponía la estación cuando salía de la universidad y a diario nos hablaba”.

“Uno buscaba la forma de decir lo que quiere. Si no podía decir de alguien que no tiene madre, lo llamaba ‘amátrida’. Pero a Miguel Ángel Granados Chapa en esa terrible elección de 1988 cuando le hicieron fraude a Cuauhtémoc, como él fue el único que entrevistó en radio comercial abierta al ingeniero Cárdenas, al otro día le cerraron su programa en Núcleo Radio Mil. Se hizo un gran escándalo y salieron a manifestarse a la calle Germán Dehesa y Alejandro Aura.

En una estación donde trabajó Tapia, no podía hablar de las camionetas de Televisa que fueron decomisadas en Centroamérica cargadas con droga. En otra emisora le pidieron no hablar de la Casa Blanca de Peña Nieto. Y en una radiodifusora donde los dueños eran amigos de los propietarios de la Comercial Mexicana, “no podía hablar del chico que había atropellado a un policía”.

“No sé en qué país vivían los 650 firmantes del desplegado, pero la verdad es que la censura ha existido siempre y parecía que iba a seguir existiendo per sécula seculorum, hasta que llegó la 4T”, señala la locutora.

Por lo demás, “ahora en las redes todos somos opinólogos”. Pero si la justicia penal pasó de un modelo burocrático en el que ganaba el caso el abogado que presentaba más papeles, a un nuevo sistema acusatorio adversarial donde sólo se puede romper la presunción de inocencia con evidencia científica, también en el periodismo hay que privilegiar la información por encima de la opinión, apunta Fernanda Tapia.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.

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