Cristina Fernández, “la que tenía bóvedas llenas de billetes que nunca nadie vio; la que padece síndrome de Hubris o de ego desmedido que le diagnosticó un señor por la televisión; la que
[dicen]
se afanó todo sin que en ningún momento mostraran pruebas contundentes de ello, salvo un sinnúmero de publicaciones”, resume Inna Afinogenova los señalamientos contra la vicepresidente de Argentina.
De esta misma señora están diciendo que, ahora, “se hace la víctima porque le apuntaron una pistola en la cabeza, al parecer sin razón alguna como si todo lo dicho no fueran razones suficientes”. Y agrega estos otros a la lista de dicterios: ‘La pistola ni siquiera disparó y ellos ya montando escándalo donde no lo hay’; ‘¿Quién me demuestra que no es un montaje barato?’
“Si han seguido los medios argentinos durante los últimos años, todas estas historias y frases hechas les suenan. Todas tratan de una sola persona: Cristina Fernández de Kirchner”, ex primera dama, expresidenta de su país, “actual vicepresidenta de Argentina”.
“A lo largo de años se han destinado unos esfuerzos al límite de la capacidad humana, precisamente para deshumanizarla. ¿El resultado? Pues la aparición de una persona que [el jueves 1 de septiembre] decidió que no era tan mala idea dispararle en la cabeza. Increíble que haya llegado a esa conclusión, con toda esa información de la que hemos hablado”, ironiza la especialista en América Latina de Diario Público, en su videocolabración del 9 de septiembre de 2022 (https://www.youtube.com/watch?v=ogbC3w1T_6c).
“Fernando Sabag Montiel, de 35 años, apretó el gatillo dos veces de un arma cargada con cinco balas. Por fortuna, la bala no salió y ese fue el detalle que les hizo un favor a todo tipo de periodistas incisivos y voceros políticos para que pudieran cuestionar el arma, la intención del terrorista y el intento de magnicidio en sí”, señala Afinogenova.
LOS NEGACIONISTAS
Como apunta Marco Teruggi, sociólogo y periodista: ‘Tal vez, pasado el primer momento, algunos sí tuvieron el reflejo o la reacción de, efectivamente, condenar un atentado tan visible (se alcanza a ver la pistola a poca distancia de la cabeza de la vicepresidenta). Pero, luego, comenzó rápidamente a difundirse, a instalarse, la idea de un auto atentado, de un montaje, de que todo esto finalmente fue una gran simulación’.
Entre otros, el diputado opositor Martín Tetaz quiso minimizar el fallido magnicidio: ‘Yo veo 500 personas en la puerta de la casa de Cristina, tratando de tapar el ajuste que está haciendo del gobierno, tratando defender una persona que está sospechada de corrupción’. Y cuando sus contertulios en una mesa de periodistas intentan ‘ponerlo en carril’, Tetaz descarta: ‘No veo violencia política’. Y como él, muchos otros no ven la violencia política, acota Afinogenova.
“Los días posteriores al intento de magnicidio han dejado varios diagnósticos –señala la periodista rusa en su perfecto español–: primero, el extraño caso de la ceguera de este señor que no ve violencia política en un intento de asesinato perfectamente documentado; y, segundo, el estado de los medios argentinos que han pasado de darle plataforma a todo tipo de negacionistas del magnicidio fallido, a titular ‘supuesto ataque’ en pocos días, si no horas.”
‘¿Cristina sabía?, ¿ayudó a Sabag a organizar el supuesto ataque?’, se preguntaba una de las conductoras de TN (Todo Noticias), televisora del Grupo Clarín. Y su compañero a cuadro, aclaraba: ‘Ya es supuesto ataque, por las dudas que empiezan a aparecer’. Y a la pregunta retórica de la comentarista respecto a si los fiscales dudan de que haya sido un ataque, su pareja en pantalla concluye: Dicen ‘que hay cosas que no están coincidiendo, y que no coinciden desde el inicio’.
“Hablan de un supuesto ataque –se indigna Afinogenova– que fue grabado por cámaras de televisión, transmitido en vivo y del que hay como 20 testigos interrogados y pruebas de que fue premeditado. Pero ‘hay cosas que no están coincidiendo’. ‘Cosas’ [versiones] que impulsan una serie de cuentas de derecha y de parte de la oposición política en redes sociales, y que luego una variedad de medios están dispuestos a amplificarlas. Como el guión no es nada nuevo, lleva años repitiéndose, parte de la sociedad recibe estos mensajes como algo totalmente lógico y probable”.
NO ENSAYÓ ANTES
‘Me parece que sí hay un clima político que lleva mucho tiempo instalándose–comenta Marco Teruggi–, elevando a niveles muy preocupantes de subjetividad, donde se crean una serie de deseos y pulsiones de muerte que son muy evidentes en las movilizaciones contra el gobierno. En las movilizaciones contra Cristina han llevado guillotinas y bolsas mortuorias. Esta semana se recupera un testimonio de gente que dice: hay que contratar un sicario, esto se resuelve con la desaparición de Cristina.
‘Hay, pues, todo ese clima de radicalización narrativa que luego pasa al acto en esta persona. Si fuera, efectivamente, la hipótesis de la autorradicalización, el producto de un empuje consciente en una estrategia política, ¿cuántas más personas piensan así o están buscando un posible pase al acto?
‘Cuando entrevistaron a su mejor amigo, dijo de Sabag: lamentablemente, no había ensayado. ¿Qué quiere decir? Que en el fondo sí desea la muerte de la vicepresidenta. ¿Cuánta gente hoy desea la muerte de Cristina? ¿Y cuánta está dispuesta a pasar al acto?’, subraya Teruggi.
Cuando en un canal de Rosario le preguntaron al mejor amigo del atacante quien ya había dicho que Fernando ‘era un marginal y no tenía nada que perder’, si sintió que Sabag quiso realmente matar a la vicemandataria, contestó: ‘Yo creo que su intención original era matarla, sí, pero lamentablemente no ensayó antes’.
LO CREEN SIMULACRO
“Aunque lo más escandaloso de esto es la frase del amigo del atacante, la pregunta que le hacen no es menos preocupante: ‘¿era o no era la intención del terrorista matarla?’, ‘¿cuando le pusieron la pistola en la cara y apretaron el gatillo, sentíste que realmente quisieron asesinarla?’ Este es el nivel de análisis de la realidad palpable y visible”, subraya Afinogenova.
“Así las cosas, entre dudas, preguntas y permanente cuestionamiento de algo que parece obvio, salió un estudio de conversaciones en redes que reveló que casi el 63% de los usuarios argentinos no cree que el atentado fuera real, sino que considera que se trató de un simulacro. No tienen pruebas, pero tampoco dudas.”
Y es otra vez Teruggi quien comenta que, por ejemplo, la presidenta del partido Propuesta Republicana, Patricia Bullrich, está diciendo que fue una simulación, que fue un teatro grotesco. De hecho, ‘los principales medios se victimizan’. Dicen: ‘los violentos son ellos, nosotros somos perseguidos por el poder, nosotros hacemos un periodismo que desnuda el autoritarismo de este gobierno que se parece al de Nicaragua y al de Venezuela’.
Ese es el discurso, hoy. O sea, no se ve que se desescale; se ve que se sigue apretando un botón que lleva de mínima a lo que pasó, y de máxima a la hipótesis, las preguntas, la especulación sobre: ¿y si fue algo más?, advierte Teruggi.
“Pese a que a estas alturas ya se sabe que el terrorista no actuó solo, sino en complicidad con su pareja; y pese a que está claro que la pistola no era de agua, sino una muy real con la que ambos posaron en fotos días antes del ataque, continúa el show de dudas, sospechas, victimización y odio, envuelto en un manto de periodismo crítico, imparcial e incisivo.
“Y para cuando se vuelva más complicado sostener la teoría del autoatentado, la derecha mediática argentina ya trabajó en otra versión: la culpa de que le restregasen una pistola por la cara a Cristina Kirchner, es de Cristina Kirchner”.
He aquí el editorial en voz de Luis Majul de La Cornisa, el programa periodístico que transmite la televisora del periódico La Nación: ‘Pero acá tenemos que ser muy sinceros. Y ser sincero es no tener miedo de decir lo que hay que decir. Porque la verdad que parte de lo que sucedió, y esto es comprobable chequeando los videos desde que empezó la vigilia, es que Cristina había tomado la decisión de alentar esa vigilia, de permitir que se acercasen a ella para demostrar que sigue teniendo apoyo popular. Yo lo voy a decir y no tengo miedo de decirlo: no tuvo una conducta responsable.’
LA FALDA ERA CORTA…
“No tuvo una conducta responsable, una nueva versión del mítico ‘la falda era muy corta y salió de noche y sola’. La deshumanización y el odio que a lo largo de años se presentó como información, hizo que de entrada se crea más en teorías de conspiración que en el sentido común, que la víctima sea puesta en duda y, cuando no queden demasiados argumentos para sostener esto, sea directamente acusada de provocarlo todo ella misma por su irresponsabilidad. ‘No fue un simulacro, pero, bueno, por poco’. ‘Y si no lo fue, en realidad se lo merecía, así que tampoco pasa nada’. ‘Y suerte tuvimos de que no funcionara o se habría convertido en una mártir, que no lo es’. Y así hasta el infinito.
“El odio difundido por acción u omisión, le hizo creer a ciertos personajes que un atentado o un asesinato podría justificarse. Pero quizá lo que más llama la atención es que, en el momento que estos personajes pasaron del pensamiento a la acción, la estrategia mediática no es que haya cambiado mucho. Todo lo contrario: se suben las apuestas y ya la víctima no es tan víctima y, el verdugo, un pobre inútil cuyas polémicas intenciones se desconocen.” Eso hace Jonatan Viale cuando, en un editorial para el canal La Nación+, presentó un afiche de la película de Tim Burton sobre la novela de Roald Dhal, Charlie y la fábrica de chocolates, con el título cambiado: ‘CFK y la fábrica de odio’.
Hay una pregunta que se hace Marco Teruggi, ‘cuando uno ve que los medios siguen con la misma estrategia de inflar, apretar y empujar, surge una duda: lo que pasó, ¿fue un error?, o, lo que pasó ¿es una consecuencia de una estrategia que, justamente, crea estas condiciones? Porque si fue un error, pues seguramente haya una suerte de recalcular sobre lo que se está haciendo. Pero si, finalmente, hay detrás de estos grandes medios y grupos económicos, gente que piensa y hace estrategias, tal vez no sea un error o algo que se salió de control sino algo que forma parte de lo posible, en cuyo caso estamos ante medios que están trabajando para que este tipo de situaciones puedan ocurrir. Y cuando ocurren, en vez de recular siguen apostando a empujar un poco más’.
LIBERTAD DE DIFAMAR
Son “medios que trabajan para que algo así ocurra, a sabiendas de que la intoxicación puede tener semejantes consecuencias –observa Afinogenova–. Se hizo viral esta semana un video de la manifestación posterior al intento de magnicidio, que no podría resumirlo mejor”:
Una reportera de televisión le pregunta a una de las manifestantes si los medios de comunicación son responsables. ‘Seguro, los medios de comunicación: [los periódicos] La Nación, Clarín; todos esos canales en donde pertenece Héctor Magnetto [CEO del Grupo Clarín], sos culpables’. Magnetto: ‘odiador del odio’, lo llama la chica.
Para Inna, “la responsabilidad de los medios, siempre amparada por la libertad de expresión”, no es sino “libertad para difamar sin consecuencias, para fomentar el odio sin medida, para deshumanizar al adversario político hasta donde sea necesario para lograr unos objetivos políticos y, finalmente, el atentado del que se habla como si no fuera gran cosa o, mejor todavía, como si no hubiera existido”.
“El odio, como decía Gerard Depardieu de los fascistas en la película Novecento de Bernardo Bertolucci, no nace de la nada como las setas. Se le alimenta, se le riega, se le deja crecer con todo cariño y, al final, pues pasa lo que tiene que pasar con el odio”, cierra Afinogenova.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com