El ex presidente de Ecuador, Rafael Correa, pudo fundamentar –con la precisión que le ha faltado a Andrés Manuel López Obrador en las mañaneras– el derecho que los gobernantes tienen en una democracia a polemizar con la prensa:
“No son medios de comunicación, son medios de manipulación. Son los guardianes del status quo (el estado de cosas)… En Ecuador y gran parte de América Latina, esos medios pertenecen a élites que siempre nos han dominado y van a tratar de destruir a cualquier gobierno que intente cambiar las cosas”.
En una entrevista con Leo Zuckermann (Es la hora de opinar, Foro TV, 5 de noviembre de 2019; https://www.youtube.com/watch?v=pflZSmJ4YJA) que no tiene desperdicio, el político, catedrático y economista abundó:
“Pero además [los medios] caen en una gran inconsistencia: ningún periodista tiene derecho a mentir o a manipular en el nombre de la libertad de expresión. Están asumiendo un rol político, pero no quieren aceptar respuestas políticas. Ellos le pueden decir a un presidente ‘inepto’, ‘ladrón’, ‘corrupto’, pero el mandatario no les puede decir ‘incompetentes’ porque entonces ‘está atentando contra la libertad de expresión’. Si los medios asumen un rol político, que sepan soportar respuestas políticas.
“Nadie está contra la crítica inteligente, pero no critican, mienten. No se puede dar una opinión con base en hechos inventados… La verdad nos hará libre pero América Latina es muy tolerante con la mentira, es una gran diferencia con el mundo anglosajón. Nuestra prensa miente y no debemos permitirlo.
“Desde el punto de vista democrático, es un problema complejo. El más importante que enfrentan los movimientos progresistas y la propia democracia, porque una buena prensa es vital para la democracia y una mala prensa es letal para la misma”.
Y exclama Correa: “¡Los medios nos han robado la democracia! El sistema que tenemos actualmente es el de equilibrio de poderes que concibió Montesquieu a mediados del siglo XVIII, ¿pero cuál es el contrapoder de ese poder inmenso que se llama poder mediático? Y cuando no hay contrapoder, se requiere control social”.
PELEA DISPAREJA
Otro gran error es suponer que un jefe de Estado tiene más poder que cualquier medio de comunicación, dice el ex mandatario que en sus diez años de gobierno mantuvo una abierta confrontación con la prensa:
“En América Latina, ganar elecciones no es ganar el poder. El poder real sigue en lo que se llama factores reales de poder, encabezados por el poder mediático. No es el único –están el poder militar, el poder religioso, el poder económico– pero es muy importante porque el poder mediático no tiene contrapoder y nuestras democracias se han convertido en democracias mediatizadas. No importa lo que usted diga en la campaña electoral, importa lo que digan los titulares. Y eso no es democracia”.
Reconoce Correa que en Cuba no se puede criticar al gobierno, “pero eso no significa que la solución sea caer en el otro extremo: que por ser empresas privadas con fines de lucro, en nombre de la libertad de expresión puedan engañar, difamar y manipular”.
La verdad es que “nos roban la democracia y van a boicotear cualquier proceso de cambio, porque todo está en función de mantener el status quo. Basta ver a quién pertenecen los medios de comunicación en América Latina”.
La solución tampoco es la censura. “La solución pasa por el cambio en el sistema de propiedad. No nos engañemos: desde que se inventó la imprenta, la libertad de expresión es la voluntad del dueño de la imprenta. Son negocios privados con fines de lucro y, por definición, si hay un conflicto entre el derecho del ciudadano a ser informado y el lucro de esa empresa, va prevalecer el lucro”.
EL NEGOCIO ES OTRO
“Ahora, no son tan rentables los medios de comunicación –subraya Rafael Correa–. El lucro viene a través del poder, los medios tienen poder y buscan ese poder.
“En consecuencia, hay que cambiar las formas de propiedad. Debe haber más medios públicos, no gubernamentales sino medios controlados por los ciudadanos; más medios comunitarios y más proyectos en colaboración: el grupo de cinco, seis u ocho periodistas profesionales que se unan y a quienes el Estado apoye para que hagan verdadero periodismo; que no anden de auspiciantes, no busquen el lucro y se dediquen sólo a la tarea de informar”.
Contra lo que piensa Zuckermann, la tecnología no está rompiendo ese monopolio de los medios privados. “Por experiencia le digo que [internet] está sobredimensionada. Sí, se ha mitigado el poder de los medios hegemónicos, pero no porque ya sean más importantes las redes sociales. De hecho, muchas veces éstas reproducen lo que dicen aquellos”.
Los medios “siguen teniendo un poder enorme, si bien ahora disminuido. Antes podían imponer un gobierno, hoy conservan el poder de vetar cualquier política que no les convenga”.
EL ASILO A ASSANGE
Exiliado en Bélgica luego que su sucesor, Lenín Moreno (vicepresidente durante los dos periodos de Rafael), orquestó un juicio que derivó hace unos días en una orden de prisión preventiva, Correa Delgado fue el mandatario latinoamericano que desafió a Estados Unidos al ofrecer asilo político a Julian Assange en la embajada ecuatoriana en Londres.
“Soy coherente, lo que es un problema para la política. No coincido con todo lo que ha hecho Assange, pero era claro que no tenía garantías del debido proceso. Pedían juzgarlo en Estados Unidos con leyes que implican la pena de muerte, lo cual es rechazado por el sistema interamericano de derechos humanos y todos los tratados similares a nivel mundial”.
El reporte que Correa recibió después de dos meses de estudio, lo llevó a otorgar el asilo porque no había garantía del debido proceso. Recientemente, Moreno desalojó a Assange para congraciarse con Estados Unidos.
Mucho se comentó cuán raro que era un país donde supuestamente no se respetaba la libertad de expresión, le diera asilo al fundador de WikiLeaks. “Para que vean que era mentira” lo que decían de su gobierno, subraya Correa.
Con Assange no lo presionó Estados Unidos. “Con [Edward] Snowden [un ex agente de la CIA y de la NSA que filtró documentos clasificados a The Guardian y The New York Times] sí me llamó el Vicepresidente diciendo que estaban preocupados”.
“Nosotros tomamos en cuenta sus preocupaciones pero jamás habríamos aceptado ningún tipo de imposición o de amenaza. Darle asilo a Assange era nuestro derecho soberano, pero de todas maneras se hizo el estudio fundamentando las razones”, sostiene Rafael Correa.
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