MEDIOS Y COMENTOCRACIA

“Casi la mitad de los mexicanos desconfían de los medios de comunicación”, asegura Hernán Gómez Bruera en la emisión del programa La Maroma Estelar que dedicaron en Canal Once al tema ‘Medios y Comentocracia’.

“Según el barómetro de confianza Edelman, a través del cual se mide la credibilidad que tiene la ciudadanía en distintos tipos de instituciones, hay varias razones por las cuales está en crisis la confianza en los medios de comunicación:

“En primer lugar, porque tenemos una prensa muy cercana al poder, alejada de la gente y no ajena a la corrupción.

“En segundo, porque el verdadero periodismo tiende a ser la excepción más que la regla en México; los grandes medios piensan más en hablarle al poder que a sus lectores, radioescuchas o televidentes.

“Y en tercer lugar por la falta de transparencia, franqueza y sensatez por parte de los líderes de opinión para develar sus afinidades ideológicas, en lugar de simular como lo hacen una falsa neutralidad o una ilusoria objetividad en su oficio”.

En la transmisión del domingo 16 de junio de 2019 (https://www.youtube.com/watch?v=jJtJerbCY1E) del programa donde Hernán Gómez comparte estelares con el comediante Carlos Ballarta, se analizó la influencia de los medios de comunicación, el uso de la información como arma de control político y el rol de la comentocracia. Los invitados fueron el politólogo Gibrán Ramírez, la activista Renata Turrent y el periodista Julio Astillero.

“Son tiempos en los que el periodismo debería defender el derecho a la información. Hoy, de la misma forma que hablamos de separar el poder económico del poder político –la gran narrativa de la 4T– deberíamos hablar también de separar el poder económico del poder mediático”, sostiene como premisa Gómez Bruera.

LA OPINOCRACIA

En “la marometa”, como denominó Gibrán Ramírez a la sección que se anuncia se incluirá cada semana en La Maroma Estelar, el académico de la UNAM y la especialista en políticas públicas Renata Turrent reflexionaron sobre los medios de comunicación y la comentocracia.

Durante la campaña electoral se veía una desconexión muy fuerte entre el mundo de los medios y las realidades en las que viven o vivían los comentócratas, con lo que verdaderamente preocupa a las mayorías –planteó Hernán Gómez. A seis meses de iniciado este gobierno, ¿algo ha cambiado o sigue habiendo una comentocracia que vive en su propio mundo?

Para Gibrán Ramírez, “lo que ha pasado” desde la toma de posesión de López Obrador “es que se extinguió la comentocracia”.

Autor de la columna Pensándolo Mejor que se publica en Milenio, Ramírez explicó que comentocracia es “una traducción muy afortunada que tú y otras personas hicieron de opiniocracy, para referirse a la gente que podía fijar agenda desde los medios de comunicación, que podían –particularmente desde los diarios– decir que era lo importante y, además, que los presidentes, los personajes con poder, la recibieran e hicieran caso”.

Gómez Bruera reconoce que, en realidad, el término lo empezó a utilizar Jorge Castañeda. Pero él hablaba de “opinocracia”, transliterándolo del inglés.

YA NO LOS ESCUCHAN

Lo cierto es que ya no hay en los medios de comunicación quién le hable al poder y a quien el poder escuche, apunta Gibrán Ramírez.

“Algunas personas que simpatizamos con el actual gobierno de la república podemos estar en medios, escribir columnas y tener espacios en la televisión pero, una, no le estamos hablando al poder y, otra, ya no nos convocan a Los Pinos a dictar política pública, a hacerle libros a los políticos, etcétera.

“Lo que hay ahora es la consolidación de un espacio plural de voces, donde se disputan las razones, las opiniones, los valores de una diversidad de gente. Y lo que era la comentocracia se acabó. Hoy hay mucha más pluralidad y lo que les duele a los comentócratas es haber perdido influencia. Ya no los escucha el poder”.

Tampoco es cosa de haber perdido ingresos. La mayoría de los antiguos comentócratas conservan espacios privados en los que cobran, o se han vuelto empresarios culturales.

“Algunos de los más destacados ni siquiera han bajado el precio de sus artículos, como correspondería porque ya nadie les hace caso y ya nadie los lee. Lo cierto es que el poder ya no los escucha, ya no marcan agenda, y entonces perdieron el krátos”, el poder de opinar, resume Ramírez.

Para Renata Turrent, quienes integraron la comentocracia del calderonismo y del sexenio de Peña siguen hablándose entre ellos mismos y probablemente a las élites del país, pero nada más.

SE DICEN PERSEGUIDOS

Gómez Bruera recordó la polémica con León Krauze, cuando el conductor del noticiero de Univisión en Los Ángeles acusó a Hernán de estar pidiendo una purga de voces críticas al obradorismo.

Pero Gribrán Ramírez replica que después de la elección presidencial no hubo una purga. “Las voces ahí siguen. Krauze sale diario en MVS y sin embargo están clamando todo el tiempo sobre los riesgos de la libertad de expresión. Tienen cien espacios para gritar los riesgos de la libertad de expresión, y aun así se asumen como perseguidos”.

El reportaje de Operación Berlín que acusaba a gente cercana a los Krauze, “fue desestimado como un ardid del poder para perseguir a la crítica. Vaya, el poder tejiendo un ardid en un portal llamado Eje Central. ¡Increíble!”

Más allá de que ahí están, que nadie los censuró ni los mandó a su casa, y que siguen escribiendo o hablando, la pregunta que hace Hernán Gómez a sus invitados es si estos comentócratas entienden el país.

Renata Turrent destaca en el caso de León Krauze: “Me cuesta trabajo pensar que alguien que no ha caminado más allá de Polanco y [que vive en] Los Ángeles, entienda al país”.

El entendimiento que tienen muchos de esos comentócratas de México es el conocimiento que tienen del 1% del país, de la clase a la que ellos pertenecen. Viven en un país que no existe. “Literalmente León Krauze vive en otro país”: en Estados Unidos.

VIVEN EN OTRO PAÍS

No sólo viven en un país aparte, subraya Gibrán, sino que socializan en un país distinto, donde los blancos son mayoría, donde es mayoría la gente que tiene un apellido extraño entre los que más se escuchan en México.

“Viven en otro país pero, además de eso, están socializados en un sistema de ideas muy diferente. Y eso sí les impide, les hace complicado, ver que alguien que habla como López Obrador, que piensa y habla de temas como el nacionalismo, no es un objeto de anticuario.

“En ese sentido, no entienden qué le vieron a AMLO la mayoría de los mexicanos o por qué la mayoría lo aprueba como lo aprueba. Y por eso solamente tienden a ver en las masas irracionalidad, emoción, etcétera”.

Gibrán cita al caudillo colombiano Jorge Eliécer Gaitán, un intelectual y al mismo tiempo un líder de masas que decía que hay dos países: el país político y el país nacional.

“Las élites no ven todo lo que ve el país nacional. Y en un momento en el que la mayoría más grande que ha habido en las urnas mexicanas eligió a López Obrador, cuando ven a un presidente con una gran aprobación y cuando estrategias que para ellos lucen irracionales, como el combate el huachicol, tienen una aprobación del 90 por ciento, la única manera de explicar que estas élites no entiendan por qué ocurren esas cosas es aceptar que están desconectadas.

“Si la proporción en la sociedad es de 7 que apoyan al presidente contra 3 que no lo apoyan, probablemente en el espacio de la opinión publicada, de la televisión, de los diarios, es lo inverso. El de ellos sigue siendo otro país, mientras la conversación que sucede en México es distinta.

“Un poco ocurre como lo que sucede en Twitter: es un universo de 6 millones donde se cree que se discute el país, y no es cierto; en esa red no se discute nada que realmente le importe a la mayoría de las personas”, resume Gibrán Ramírez.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com. Esta columna también se puede leer en: www.carvajalberber.com y sus redes sociales.

Comentarios

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *