MÉXICO Y ESPAÑA ¿PEDIR PERDÓN?

El debate de moda es si el Rey de España debe o no pedir perdón a México por los excesos cometidos contra nuestros pueblos originarios durante el proceso de la conquista y la Colonia, como lo ha solicitado el Presidente de la República. Es evidente que la mayoría de los mexicanos somos mestizos y también resulta innegable el legado cultural de España a nuestro País. En la modesta opinión de este juntador de letras, el debate no debe ser ese y hacer una revisión, así sea ligera, de nuestra historia, arroja luz al respecto.

Los conquistadores, sobre todo a partir de la aparición de Hernán Cortés en tierras mesoamericanas, se distinguieron por su crueldad en el trato hacia los indios. Aún en el caso de los tlaxcaltecas, que fueron sus aliados para someter a los mexicas, las atrocidades cometidas contra su pueblo, no constituyen un ejemplo de convivencia o de alianza; y eso, que fue un pueblo privilegiado. Vinieron y arrasaron con los dioses, la cultura y las costumbres de los pueblos que encontraron en estas tierras y después, los saquearon y fueron nuestras tierras, las que mayor aporte de riqueza hicieron a la Península. Mucho del oro y la plata que enriquecieron a España fueron arrancadas de las entrañas de estas tierras y claro, la retribución, en términos económicos y de respeto, no fue precisamente, generosa.

Muchos indios tuvieron que morir a lo largo de esos tres largos siglos, y no como producto de las gestas militares, sino a causa de la sobreexplotación a la que fueron sometidos, al hambre y por la exposición a las enfermedades que nos trajeron de Europa. Muchas indias fueron vejadas y embarazadas por el conquistador y nosotros, los mestizos mexicanos, somos producto de esa mezcla de sangres, pero no necesariamente como producto de la voluntad de quienes la mezclaron.

Si bien, es cierto que nos dejaron su cultura y que ahora, esa es también la nuestra, y que esa cultura era rica porque es mezcla de numerosos pueblos como los iberos, los celtas, los celtíberos, los romanos, los fenicios, los sefardíes, los árabes y muchos más, también es cierto que arrasaron con la cultura de los pueblos que, cuando ellos aparecieron, habitaban en estas tierras. Y a pesar de eso, enriquecimos también su cultura (como también lo hicieron otros pueblos americanos). Vinieron a destruir los templos de los indios para construir encima de ellos y con las mismas piedras, iglesias, conventos y palacios y también con eso, les engrandecimos su cultura. Es cierto que nos trajeron el ganado y nos enseñaron a beber leche, nos dieron pan y nos dieron vino, pero nosotros les dimos el maíz, el aguacate, el jitomate, el chile y el cacao y con esos y muchos otros productos nuestros, los enriquecimos y en algunos momentos de crisis, esos alimentos, sobre todo el maíz, fueron causa, para que pudieran sobrevivir. Y cuando el hambre arreciaba, venían a vivir entre nosotros.

Mesoamérica no era tierra de pueblos salvajes. En más de una rama del conocimiento, teníamos avances mayores de los que ellos tenían y con nuestros conocimientos, les permitimos avanzar y ser un mejor pueblo. Basta leer a los cronistas de la época para entender las atrocidades cometidas y para comprender lo mucho que les admiraron nuestros pueblos. Tenochtitlan era una ciudad más grande que cualquiera de las españolas (y lo sigue siendo). Desde los tiempos de la Colonia, les dimos algunos grandes, citaré sólo dos juanes: Sor Juana Inés de la Cruz y Juan Ruiz de Alarcón.

La relación ahora es distinta, aunque hablaríamos más bien de la relación entre los peninsulares y los mestizos mexicanos: Con la guerra civil tuvimos muchos valiosos republicanos refugiados que realmente nos engrandecieron: La UNAM, el IPN y sobre todo, el Colegio de México dan fe de ello. Y en los últimos años, recibimos con los brazos abiertos a OHL, Repsol e Iberdrola con sus rapacerías; a BBVA que nos da libretones en vez de cuentitas de vidrio y nos cobra, junto con Santander, altísimas comisiones; a Telefónica que, con el nombre de Movistar, es la peor red telefónica del País y la finísima ropa de Zara, Pull & Bear y Springfield, así como algunos otros engendros de los de allá.

España continúa siendo nuestra madre patria y para ellos, México es todavía la hija predilecta. Yo sí me siento orgulloso de mi pasado, que en parte es español. La propuesta del Presidente ha servido para que algunos mexicanos saquen a relucir su amor y apoyo a la Corona española y para que como pueblo, demostremos que esa institución tiene mayor aceptación aquí que en España misma y para que conozcamos también a toda la reacción peninsular. Pero en opinión de este juntador de letras, deben pedir perdón por lo que hicieron a los indios y por lo que siguen haciendo a todos los mexicanos.

¡Viva México! y ¡Viva España!

Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.

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