Hugo López Gatell, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud suele mostrar una paciencia jobiana con quienes le preguntan una y otra vez lo mismo todos los días. Las cosas cambian, sin embargo, cuando el Subsecretario detecta la mala fe de los periodistas que le hacen alguna observación o le comentan o preguntan de modo incorrecto, y los golpea con precisión envidiable, hasta dejarlos tirados en el piso y sin oportunidad para intentar justificarse o reivindicarse por su impertinencia. Y cuando actúa así, Hugo ni siquiera se despeina. Es implacable.
Así fue la patiza que acomodó a Ignacio Peralta el pasado miércoles, cuando criticó la iniciativa de Decreto para castigar la falta de uso de cubrebocas por parte de los colimenses. Últimamente, Peralta ha exhibido su naturaleza pendenciera ante actores importantes de la 4T, y ha pagado caro su atrevimiento. Primero sucedió durante la última gira de Andrés Manuel por nuestra entidad, y ahora pasó con López Gatell. Y es que los argumentos del gobernador no dan para respuestas distintas. Tiene tacto de lija y esa extraña y nada envidiable facilidad para sacar de sus casillas a sus interlocutores.
El que junta estas letras tiene la impresión de que cuando se reúne con sus colegas antifederalistas siente que posee una fuerza y argumentación de las que carece. Como que entre ellos se crece y quiere demostrarles su firmeza y fortaleza. Y por otro lado, supongo que conforme ve que se va cerrando el cerco a su alrededor, sale a relucir la misma reacción que padece Felipe Calderón y ataca para tratar de contrarrestar la acción de sus opositores. Ese es el autoritarismo de los viejos políticos y se trata de una práctica superada y hasta pasada de moda.
Si el título de la presente columna se lanzara como hashtag, coleccionaría el sentimiento de muchos colimenses que cuentan con infinidad de facturas que desean pasar al gobernador, uno que por cierto, resulta profundamente antipático a la mayoría de los colimenses. Se constituye en las antípodas de Andrés Manuel o de Hugo. Seguramente tanto el gobernador como sus cercanos se llevarían varias sorpresas.
Y es que la pandemia deja muchas lecciones. Una de ellas es que debería revisarse la Ley General de Salud para acotar muy seriamente la intervención de los gobernadores, que debieran subordinarse a las decisiones del Gobierno Federal. Muchos contagiados y muertos han significado los muy particulares semáforos de riesgo epidemiológico decretados por los gobernadores o los cierres caprichosos de la actividad económica y los confinamientos decididos unilateral ente por los virreyes estatales. Y todo por grilla y tratar de obtener beneficios personales de esta situación de dolor y angustia generalizados.
Pero mientras Peralta ha resultado tan bravucón con el Gobierno Federal ha sido particularmente blandengue con los gobiernos municipales colimenses. Los presidentes municipales han hecho lo que han querido y se ha generado un verdadero desgarriate en la entidad, pues cada autoridad va a su propio aire. Grillos todos y con sus propios intereses y compromisos que deben cumplir. El resultado se puede medir en contagios y muertes, una manera muy poco deseable para ser evaluado.
Pero por lo que parece, al gobernador, López Gatell le pareció poca cosa para contestarte y prefirió ordenar a su fiel escudería (o más bien, gatillera), la administradora de las empresas turísticas que integran el sector salud colimenses, a hacerlo. La respuesta no es digna de comentarios. Sólo baste decir que fue hepática y no cerebral, completamente a tono con la práctica estatal, dejando al descubierto que se trata tan sólo de un capricho, de una rabieta de niño grosero.
Y es que Peralta no se ha dado cuenta que la forma de sacar adelante los asuntos de interés general de Colima es mediante el diálogo y la colaboración, por eso integramos una Federación y por eso, la libertad y la soberanía de Colima se encuentran subordinadas a la libertad y la soberanía de la Federación. No se exige, se negocia y negociar no significa que cada uno vaya por donde quiera. La Federación significa para Colima y para las demás entidades federadas, derechos y obligaciones. Los caprichos han de quedar para lo personal, lo privado, no para lo público.
Peralta puede tener los amigos que elija, pero como gobernador debe trabajar por el interés general de los colimenses y eso significa que debe mantener una relación cordial e institucional con los gobiernos federal y municipales, aunque no le resulten simpáticos y asimismo con los poderes legislativo y judicial, aunque tampoco sean de su simpatía. El sólo representa al Ejecutivo Estatal, no es su dueño de algo, y su papel ha de ser la observación irrestricta de todo lo que la Constitución y las leyes le ordenan y nada más, porque no es un ciudadano común como nosotros, que podemos hacer todo lo que el marco legal no nos prohíbe. Resulta evidente su ignorancia política y jurídica y de paso, la de sus colaboradores y asesores, porque es evidente también, que no han sabido guiarlo hacia la legalidad ni el razonamiento.
Y por cierto, para el gobernador que se concibe como parte de una casta privilegiada, esa época ya pasó, él es un servidor y un mandatario, nosotros los colimenses somos los mandantes, sus mandantes y él tiene la obligación de cumplir fiel y cabalmente al mandato que le entregamos primero y le modificamos después. No puede hacer lo que él quiera sino lo que le ordenamos. Para eso fue que se inventó la democracia.
Si en verdad desea que se generalice el uso del barbijo entre nosotros, debe convencernos de la utilidad de la medida y de ese instrumento, así como articularla con otras que constituyan una verdadera estrategia de lucha contra la pandemia. Debe armonizar su política con la del Gobierno Federal y con las de los ayuntamientos colimenses y por supuesto, ponerse de acuerdo con el Congreso local. Logrado lo dicho, adquirir una buena cantidad de objetos de esos y repartirlos junto con envases de gel, sobre todo entre la población más marginada.
En esas circunstancias, quien no lo use y no observe las medidas básicas de higiene se sentiría suficientemente mal por no seguir las disposiciones oficiales. Esto pudiera interesarle al gobernador porque le abriría la posibilidad de realizar gastos y, como gustan hacer, beneficiarse. Se debe facilitar a la población el cumplimiento de las medidas de interés general. No debe ordenarnos en qué debemos gastar nuestro dinero y sobre todo, no dejar de comer ni de cubrir las necesidades de gasto básicas para darle gusto y en vez, comprar nasobucos.
Es todo. Nos encontraremos pronto. Tengan feliz semana.