Como ser humano y como periodista da pena que la enfermedad de una persona genere situaciones tan hipócritas en actores políticos de la oposición, y conductas tan poco profesionales en figuras mediáticas como Carlos Alazraki, Beatriz Pagés o Pedro Ferriz de Con. Se puede no estar de acuerdo con López Obrador, pero “hacer un show en función de su estado de salud” refleja una pobreza espiritual, cultural, moral y humana, opinó el periodista Rubén Luengas sobre los sucesos de la última semana de abril.
Como abogado del diablo, el conductor de La Octava Digital también criticó (en una conversación con Julio Hernández López en Astillero Informa del viernes 28 de abril de 2023) que Jesús Ramírez Cuevas, vocero de la Presidencia, haya respondido el mismo domingo 23 con otra mentira al infundio del Diario de Yucatán que detonó esta ola de necroperiodismo.
Según la nota de El Universal subida a las 13:11 horas, es: “Falso que AMLO haya suspendido gira; desmienten versiones de un presunto desmayo en Mérida”. En el sumario se asienta que: “El vocero presidencial Jesús Ramírez Cuevas desmintió dichas versiones e informó que el Presidente continúa con su gira para supervisar el Tren Maya”.
Igualmente mintió el secretario de Gobernación en la mañanera del lunes 24: “No hubo traslado de emergencia, no hubo desvanecimiento como algunos han pretendido hacer creer”. Adán Augusto López había informado que “el señor presidente se encuentra aislado y recuperándose aquí en Palacio Nacional”. El sábado en la noche, domingo en la mañana, “tenía síntomas de un resfriado”. Le practicaron la prueba y, hacia las cuatro de la tarde, el resultado arrojó positivo a covid.
El propio Andrés Manuel describiría lo que le pasó (en un video de 18 minutos el martes 25 por la tarde) como “un váguido” que, sin embargo, no le hizo perder el conocimiento. Pero reconoció que lo llevaron de regreso en una ambulancia aérea. Luengas remarcó que la salud del presidente es un asunto de Estado y, el gabinete, tiene “la obligación de informar al pueblo que tanto dicen respetar” en lugar de negar lo que López Obrador terminaría admitiendo.
FUENTE ACREDITADA
Con la experiencia de haber trabajado en Estados Unidos como reportero y conductor de noticieros en español, Luengas sabe que allá la oficina presidencial es una fuente tan acreditada que, aun cuando los consideraran disparates, hasta la crisis constitucional por el asalto al Capitolio los medios estuvieron dándole difusión a los discursos y textos de Donald Trump, simplemente, porque los ciudadanos tienen derecho a saber lo que dice su presidente.
Al margen de su encono con el Ejecutivo, algunos medios han puesto como pretexto para no retomar los comunicados oficiales que el presidente no informa sino hace propaganda. “AMLO encarna la propaganda” –admite Luengas–, al grado que ya no necesita de Notimex (la agencia de noticias del Estado, cuya desaparición fue anunciada). Y lamentó que si en las redes sociales hubo quienes lanzaron malos augurios, en su tiempo como opositor el propio López Obrador especulara con la salud de Enrique Peña Nieto.
[No aclaró Luengas, empero, que ese debate sobre la salud de EPN se generó tras una campaña de filtraciones para convencernos que el mexiquense estaba enfermo de cáncer. No sabemos si sus propios colaboradores pensaban relevarlo o, quizá, sólo buscaban justificar su apatía como gobernante].
PRESUNTO INFARTO
Las mentiras piadosas de los funcionarios no se comparan con el bulo del periódico editado en la península que, en su portal de noticias, adelantó: “AMLO sufre presunto infarto en Mérida”, con el siguiente sumario: “El presidente Andrés Manuel López Obrador habría sufrido un infarto este domingo, cuando se disponía a desayunar, en la Base Aérea Militar número 8 de Mérida”.
Argumentando fuentes fidedignas al interior de Palacio, Carlos Alazraki en Atypical Te Ve habló de un evento cerebrovascular que mantenía a AMLO en terapia intensiva. Mientras Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal del 25 de abril afirmó que “el virus [de covid] le produjo un infarto” al presidente. Algo que el 23 ya habían adelantado en Twitter, Guacamaya Leaks hablando de rumores y, como una información confiable, Mario di Constanzo (aquel secretario de Hacienda en el gabinete de López Obrador como presidente legítimo que, no obstante, a la llegada de Peña Nieto a Los Pinos aceptó la presidencia de la Condusef). No fueron los únicos, el periodista especializado en derechos humanos Gildo Garza habló de “hemiplejía derecha por infarto cerebral izquierdo”.
Pero nadie como Ferriz de Con que, el 5 de abril, se adelantó a todos revelando que el jefe de Estado habría sufrido un cuarto infarto, por lo que le habrían practicado un cateterismo. Con el manido “me dicen”, aseguró en el canal de Alazraki que “el hombre” tiene principio de diabetes porque no se cuida ni sigue una dieta. Por eso se queda dormido cuando no está frente a las cámaras, afirmó Pedro contra la evidente fortaleza física que mostró Andrés Manuel en su regreso a la actividad pública el viernes 28, al permanecer de pie en la conferencia mañanera por más de tres horas y media.
ZOPILOTAJE INFORMATIVO
Ese nuevo género periodístico del “zopilotaje informativo”, como lo llamó Jenaro Villamil en la emisión de Debate Público del 25 de abril (Canal 14), sólo se puede combatir con información debidamente acreditada. Pero este esfuerzo puede resultar inútil cuando los medios se niegan a considerar siquiera los comunicados oficiales, y mantienen su postura aunque tengan que hacer malabares discursivos como el Diario de Yucatán.
Sin reconocer que fue sumamente irresponsable hablar de “presunto infarto”, en la edición impresa del lunes reiteraron: “AMLO causa revuelo”. Con el sumario: “Se desvanece en Mérida y lo trasladan de urgencia a Ciudad de México”. Si bien en la misma portada daban cuenta del tuit que la tarde del domingo había publicado el presidente en su cuenta personal: “Ni modo, amigas y amigos: salí positivo a COVID-19. No es grave. Mi corazón está al 100 y como tuve que suspender la gira, estoy en la Ciudad de México y de lejitos festejo los 16 años de Jesús Ernesto. Me guardaré unos días. Adán Augusto López encabezará las mañaneras. Nos vemos…”
‘El periódico de la vida peninsular’ glosó a su favor el relato que AMLO hizo mientras recorría los espacios museísticos de Palacio Nacional: “‘Estuve en Mérida y ahí me hizo crisis porque se me bajó la presión. Estando en una reunión con ingenieros militares evaluando el Tren Maya y con otros servidores públicos, pues como que me quedé dormido. Fue una especie de vahído… no perdí el conocimiento. Sí, tuve esa situación de desmayo transitorio’, reconoció el jefe de la nación, con lo que literalmente confirmó la primicia de Diario de Yucatán que causó amplio debate nacional.”
Todavía el 28 de abril insistieron con una serie de testimonios de personas que vieron al mandatario de cerca, diciendo que ‘AMLO “se veía cansado” desde que salió del hotel en Mérida’. Detallando en el sumario: “‘El señor Presidente estaba bastante ronco y se le veía cansado, nada más’, señala uno de los yucatecos que saludó al mandatario”. Al periódico fundado por Carlos R. Menéndez le dolió que Adán Augusto López expresara el lunes 24: “Es una absoluta mentira, no será la primera vez ni la última seguramente que… miente el Diario de Yucatán. Yo ya relaté cómo se dieron los acontecimientos.”
EXPRESABAN DESEOS
En su columna para Sin Embargo del 27 de abril, ‘Maten a AMLO’, Fabrizio Mejía Madrid escribió con respecto al uso del adjetivo ‘presunto’ usado en su versión digital: “viene de ‘presumir’, que se supone o que se sospecha”. El ‘habría’ empleado en el sumario, “es una forma verbal que se usa para expresar deseos o enunciados hipotéticos que carecen de realidad material. De la nota del Diario de Yucatán, podemos decir, entonces, que su deseo es que AMLO se infartara y lo pusieron en ocho columnas. Sobre la sospecha de que sufrió un infarto, tendría que haber algo que detone la corazonada, además del deseo de que ocurra”.
Como subraya Mejía, el diario no aportó pruebas periodísticas: dichos, fotos o testimonios de un desayuno en el que estaban funcionarios del gobierno federal como del estatal, incluido el gobernador panista. Y aunque el medio no dudó en reconocer los síntomas de un infarto, según la nota digital del domingo no pudo “confirmar si durante el desmayo del presidente López Obrador estuvo el gobernador Mauricio Vila Dosal”, aunque acreditaran que el mandatario estatal estuvo en la Casa de Piedra, dentro de la BAM 8.
Para Mejía Madrid, no fue la falta de información oficial lo que causó revuelo, sino lo publicado por el Diario de Yucatán “que hizo que los que deseaban [su fallecimiento] lo hicieran al unísono en las redes [entre ellas una pediatra que le deseó la muerte cerebral], aspirando a que el Presidente muriera, como lo habían hecho en los previos contagios de COVID, el 24 de enero de 2021 y el 10 de enero de 2022. Ansiar la muerte del Presidente de forma pública revela una carencia que ha aquejado a la oposición durante estos tres años de Gobierno: creer que AMLO es la 4T y no una de sus creaciones”, es decir, que al suprimir al dirigente terminará el régimen.
MAÑOSA CONFIRMACIÓN
Desmentida la nota del infarto tres horas después por el propio Presidente, aun así el Diario de Yucatán publicó el lunes 24 que el revuelo comenzó “por el desvanecimiento causado por un presunto infarto”, y por el trasladado de emergencia “en un avión de la Fuerza Aérea a la Ciudad de México donde habría sido atendido en el Hospital Militar”. Otra vez, subraya Mejía, “‘presunto’ y ‘habría’, los deseos, los anhelos, los antojos de la ‘necropolítica’, en este caso, del ‘necroperiodismo’”.
Precisado el estado de salud por el secretario de Gobernación y por Beatriz Gutiérrez, el Diario de Yucatán hizo alarde de la inventiva de la que habló la esposa del Presidente en uno de los Fandangos por la Lectura en Tabasco, publicando: “La información proporcionada por este periódico fue corroborada con fuentes extraoficiales con acceso a instancias militares y policiacas”. Para Fabrizio, en la categoría de persona “con acceso” caben hasta un jardinero o el mayordomo.
Para responsabilizar a alguien más, el periódico deslizó que “se intentó confirmar con fuentes oficiales pero no respondieron”. Las fuentes oficiales (tan acreditadas como el mismo Andrés Manuel, Adán Augusto, el secretario de Salud, Jorge Alcocer, y Gutiérrez Müller) no iban a confirmar el infarto porque ya habían informado que era covid, apunta Mejía. Pero, entonces, “la oposición empezó a pedir ‘pruebas’, es decir, un video”, tal vez para repetir lo que dijeron el 7 de diciembre de 2021 a través de López Dóriga sobre el paseo en el tren del aeropuerto Felipe Ángeles: que era “un simulador”.
Unas horas antes, la oposición en las redes sociales “había dicho que quien acompañaba en la última foto en Yucatán al Presidente era el abogado del ‘Chapo’ y no el expresidente municipal de San José Iturbide, Guanajuato, llamado Javier de la Vega”. Para una oposición “despolitizada y necroperiodística, las imágenes no son prueba de que están equivocados”. Pedían una prueba videograbada para responsabilizar al propio gobierno “con una incoherencia: si invento es porque hay un vacío de información. Por lo tanto la culpa es del vacío no del director del Diario de Yucatán”, resume Fabrizio Mejía Madrid.
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