Por primera vez desde 1988, la tendencia en una sucesión presidencial no es al cambio de régimen sino a la continuidad, en este caso de una marca creada por el genio comunicacional de López Obrador: la Cuarta Transformación.
También, por primera vez en casi un siglo, es cuando el partido del gobierno no tendrá que recurrir a violencias, simulaciones, fraudes electorales ni magnicidios para conservar el poder ejecutivo, ya que la viablidad de triunfo de la candidata oficial es abrumadora.
Durante los 70 años de hegemonía priista, el candidato oficial gozó de las ventajas que implicaba tener el respaldo de un gobierno que convocaba, organizaba, contaba los votos y calificaba las elecciones. Por eso no se puede saber si las candidaturas disidentes de Juan Andreu Almazán en 1940, Miguel Henríquez Guzmán en 1952 o Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en 1988, pusieron o no en jaque al régimen.
No exentas de represión violenta, el partido de la Revolución se impuso en todas esas coyunturas electorales en buena medida por la fuerza del pacto social que produjo la Constitución de 1917. Y por la vigencia de un pacto político que, a partir de 1940, estableció una serie de reglas no escritas como la de otorgar todo el poder al presidente en turno hasta el fin de su periodo: técnicamente, una ‘monarquía sexenal’.
No sólo en el liderazgo, también en las políticas públicas el viejo régimen contó con un mecanismo de autocorrección que fue todo un hallazgo: el ‘péndulo sexenal’. Más que una oscilación de la derecha a la izquierda o viceversa, para algunos historiadores esta lógica definía la manera en que los grupos de poder se iban alternando en el ejercicio de la presidencia. Pero la principal virtud de esa mecánica fue permitir al PRI actuar como su propia oposición al final de cada mandato, ahorrándole al candidato el costo político de los errores de quien, paradójicamente, lo había designado sucesor.
Esa lógica pendular se rompió con la llegada del neoliberalismo que, a diferencia de países como Chile donde se impuso mediante un sanguinario golpe de Estado, en México se implantó en 1982 con el dedazo de José López Portillo a favor de Miguel de la Madrid.
En una lucha interna y luego electoral con la corriente nacionalista del propio PRI que terminó aliándose con las diferentes izquierdas partidistas, el modelo económico se consolidó a través del fraude electoral que, en 1988, llevó a Carlos Salinas a Los Pinos.
Pero ningún priista neoliberal más ortodoxo que Ernesto Zedillo, electo en 1994 con una campaña de miedo tras el estallido en Chiapas y el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el delfín de Salinas, víctima de un crimen de Estado. Esa sucesión contra todas las reglas no escritas, acabó con el dominio del PRI.
CAMBIO VERDADERO:
En 2000, el Establecimiento prefirió sacrificar el modelo político de partido dominante con tal de sostener el modelo económico neoliberal. La alternancia que empoderó al panista Vicente Fox buscó, entre otros objetivos, desfogar las presiones sociales que había generado la terapia de choque que el tecnócrata Zedillo aplicó a la economía.
Sin embargo, las posibilidades de usar el bipartidismo para simplemente matizar el pensamiento único se rompieron en 2006, cuando amplios sectores de la población asumieron el discurso de ‘verdadero cambio’ que articuló el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador.
Con un nuevo fraude electoral enmascarado con los supuestos efectos de una campaña de pánico moral (‘¡un peligro para México!’), Felipe Calderón prolongó seis años más el esquema de privilegios acendrados durante el neoliberalismo.
El gobernante espurio se desgastó por los efectos de una guerra contra las drogas que emprendió como una réplica de las estrategias de Estados Unidos para deslocalizar la violencia que produce el narcotráfico; hacer negocios con el presupuesto para armas y tomar el control del trasiego y otras industrias delictivas a través de Genaro García Luna; así como reprimir a las poblaciones campesinas que la derecha ve como focos de insurrección. Fundamentalmente, Calderón desató esa sangrienta guerra para legitimarse. No obstante, tuvo que regresarle la presidencia al PRI en 2012.
Ya con Enrique Peña Nieto el neoliberalismo había dejado de ser una política de privatizaciones amañadas, para convertirse en un caso paradigmático de captura del Estado por parte de las élites económicas y políticas. Esas cúpulas promovieron leyes y gobiernos que funcionaran de acuerdo a sus intereses y prioridades.
Antes y durante el ciclo neoliberal, la cleptocracia actuó siempre en detrimento del interés general de la población, creando circunstancias que aumentaron la brecha de la desigualdad. Sin duda, el malestar social que produjo ese régimen de privilegios generó en 2018 la avalancha de sufragios a favor de López Obrador.
No fue sólo una votación de castigo al modelo económico que concentra la riqueza y condena a la miseria a las familias de bajos ingresos. Lo que abrió las puertas de Palacio Nacional a Morena fue que la gente votó por la esperanza de una vida mejor.
SIN VOTO DE CASTIGO
El lunes 22 de enero, Claudia Sheinbaum Pardo protestó como candidata presidencial de Morena, PT y el Verde para los comicios de 2024 con una propuesta resumida en el nombre de la coalición: Sigamos Haciendo Historia. Con esta plataforma propone “construir el segundo piso de la transformación de México”, a partir de un consenso en torno a los logros de López Obrador.
Como dijo Claudia en el cierre de su precampaña el jueves 18 de enero de 2024 en el Monumento a la Revolución: AMLO “ha llevado a cabo un cambio radical en apenas poco más de cinco años, ha sentado las bases de la Transformación, recuperado el Gobierno para ponerlo al servicio de la nación y del pueblo”.
“Hoy México es respetado en el mundo entero y es una referencia, es ejemplo de buen desempeño económico, por la fortaleza del peso, la recuperación de la soberanía, la autosuficiencia energética, la reducción de la pobreza y la desigualdad y por el mejoramiento del nivel de vida de la gente.”
El presidente “ha levantado el ánimo nacional”. En el país que Claudia ha recorrido “hay felicidad, hay alegría y entusiasmo” por esos logros de Andrés Manuel que otros “quieren esconder”, pero “nos corresponde defenderlos”, dijo Sheinbaum:
– “Pensión universal a más de 12 millones de adultos mayores; más de 22 millones de estudiantes becados en educación básica, media superior y superior; 2.8 millones y medio de jóvenes que han tenido acceso a construir su futuro; cerca de 500 mil campesinos que siembran vida; recursos a las madres y padres de familia para mejorar sus escuelas; apoyo a madres trabajadoras; un millón de maestros de educación básica basificados.
– Las obras de infraestructura emblemáticas del sexenio y otras muchas que no se publicitan a nivel nacional en materia portuaria y aeroportuaria, industrial, energética, carretera y de servicios.
– La nacionalización del litio y la construcción de la planta solar más grande de América Latina, como parte del Plan Sonora de energías sostenibles; “ampliación de los distritos de riego para garantizar la soberanía alimentaria” y “obras estratégicas para garantizar el derecho al agua”.
– “Un nuevo modelo de salud pública”; “aumento salarial del doble” y “desaparición del outsourcing”; modificación de las pensiones “en consenso con los empresarios del país”. Todo ello “sin endeudar al país, respetando la autonomía del Banco de México” y “erradicando la corrupción”.
EL SEGUNDO PISO
Para Sheinbaum, es muy distinto un modelo económico basado en el humanismo mexicano que en el neoliberalismo a la mexicana. No se trata de hacer llover recursos arriba esperando que gotee a los estratos inferiores, sino de “apoyar a los de abajo, fortalecer la inversión pública y privada, erradicar la corrupción y los privilegios”.
Esto “no sólo es ético, sino que además funciona y da resultados”: entre 1992 y 2018, el número de personas pobres por ingresos pasó de 46.1 a 61.1 millones; entre 2018 y 2022, disminuyó en más de cinco millones.
“En el periodo de Calderón, la desigualdad por ingreso fue de 35 veces entre los ricos y los más pobres”. Con López Obrador ha disminuido históricamente de 35 a 15 veces”.
Sheinbaum no sólo hará suyo el proyecto de nación de López Obrador, sino que elevará a rango federal el modelo de desarrollo que ella misma aplicó como jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Por ejemplo, Claudia creó “la beca universal para niños y niñas de preescolar a secundaria como un derecho”, que ahora “vamos a llevar a todo el país”.
En Colima, por cierto, la gobernadora Indira Vizcaíno ya sentó un precedente de apoyo económico bimestral de 400 pesos para escolares del nivel básico, con recursos propios. Sin embargo, los niños que ya reciben la beca Benito Juárez –universal para los estudiantes de media superior– seguirán recibiendo ese monto y no el apoyo local.
Y como el gran desafío es la seguridad, Sheinbaum logró como jefa de Gobierno “una disminución de más del 20 por ciento en homicidios dolosos entre 2018 y 2023”. Por eso, a quienes se preguntan si una mujer será capaz de enfrentar ese flagelo, Claudia presume haber disminuido en cuatro años los delitos de alto impacto en un 59%, los homicidios en un 50% y los feminicidios en un 30%.
Habrá continuidad también en la filosofía política de atender las causas de la delincuencia y no castigar la pobreza. Lo importante es construir un verdadero sistema de justicia y fortalecer el aparato de seguridad. Por eso, “vamos por el Plan C”.
En las políticas públicas que tendrán prioridad el siguiente sexenio caben todavía muchas definiciones. La campaña formal arranca hasta fines de febrero y, durante estos días de intercampaña, Claudia no podrá hacer propuestas de gobierno. Un grupo plural de intelectuales, activistas y militantes trabajará el proyecto de nación a partir de lo que la gente exprese en foros y diálogos.
Todo lo que puede adelantar ahora es que continuará con el estilo de López Obrador: ‘austeridad republicana’, disciplina financiera y fiscal, ni ‘gasolinazos’ ni aumento a las tarifas de luz, ‘justa medianía’ en los sueldos de los servidores públicos, autonomía del banco central y equilibrio razonable entre deuda y producto interno bruto, no condonar impuestos y combatir la evasión fiscal, salario mínimo arriba de la inflación y derechos laborales.
HUMANISMO MEXICANO
Claudia ofrece mantener la “obligada división” entre poder económico y poder político, el combate a la corrupción, la economía desde abajo y la prosperidad compartida. Continuará los proyectos de infraestructura de esta administración, especialmente aquellos que potencian la inversión extranjera directa y nacional que atrae el país por la relocalización de empresas.
Seguirá adelante con el rescate de los trenes de pasajeros. Y sostendrá “todos” los programas sociales con apoyos por encima de la inflación, incorporando a “la infancia” a los segmentos poblacionales beneficiarios, creando un sistema de cuidados y transformando a México en un país de derechos.
Dos pendientes de este sexenio se vuelven obligadas promesas de campaña: garantizar la paz, atendiendo a las causas de la inseguridad e imponiendo la cero impunidad; consolidar un sistema público de salud gratuito y de calidad, con el IMSS, el ISSSTE y el IMSS-Bienestar.
Pero quizá el acento propio lo ponga Claudia Sheinbaum en los temas de su especialidad científica: acelerar la transición energética hacia fuentes renovables de energía, garantizando nuestra soberanía en el sector; establecer una política de protección y restauración de los recursos naturales, centrada en la mitigación y adaptación al cambio climático; garantizar el derecho al agua, eficientando el recurso natural mediante obras estratégicas y tecnificación; así como pugnar por la soberanía alimentaria.
En tanto no desarrolle su propia marca, Claudia seguiré usando el concepto de “humanismo mexicano” (acuñado también por López Obrador) para hablar de esta nueva versión de la economía mixta. Desde la izquierda, hay voces que señalan que esta es una manera de eludir el término ‘socialismo’ para no darle, en pleno proceso electoral, argumentos a la derecha que insiste en ver a la 4T como un régimen comunista.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com
I’ve witnessed firsthand the issues you describe here.