NO PAGO Y, POR ESO, ME PEGAS

Pagar no es lo contrario a pegar, y no pagar no es igual a pegar. Contratar publicidad oficial con un presupuesto desproporcionado, como se hizo en los últimos sexenios, no era una forma de apoyar a la prensa sino de comprarla. Y reducir considerablemente esa partida no implica acoso a la prensa, mucho menos censura.

Periodistas que defendieron el darwinismo del mercado, admiten ahora que la industria mediática vivió subsidiada durante los años del neoliberalismo cuando, en teoría, privaba un modelo de libre competencia.

El retiro de Brozo de Al Aire Libre, y la conclusión de esta temporada de El Mañanero “después de haber hecho todo lo posible” como dijo el propio Víctor Trujillo, no significa un acto de censura del presidente López Obrador. Así lo quisieron ver Fernanda Familiar en Imagen Radio o Ricardo Alemán en su columna La Otra Opinión, pero el Presidente diría, como Fox: “¡¿Yo por qué?!”

La campaña de medias verdades que son mentiras completas, por ejemplo cuando los medios atribuyeron a López Obrador haber declarado que Ayotzinapa no fue un crimen de Estado, sacando el enunciado del contexto de la frase completa, fue la última intentona de la industria periodística para que se restituya el desmedido gasto en publicidad oficial.

SELECCIÓN NATURAL

Periodistas resentidos con un régimen que terminó con el esquema de privilegios del que disfrutaron con Peña Nieto, quieren culpar al gobierno de López Obrador de la crisis económica que enfrentan los grandes medios de comunicación. Sin embargo, la industria naufraga porque quedó atrapada en una tormenta perfecta: la convergencia tecnológica que permite el acceso prácticamente gratuito a los contenidos que producen esos medios, es agravada ahora con la política de austeridad.

La crisis económica de los medios es también una crisis de credibilidad, y es esta última la que le está quitando lectores y anunciantes a los periódicos, audiencia y spots a las estaciones de radio y televisoras. Son medios que jamás se preocuparon por el público, pues estaban demasiado ocupados en agradar al poder político.

El nuevo régimen literalmente no necesita de esos medios “chayoteros”. Por eso los ignora, que no es lo mismo a que los censure. No está acreditado que el gobierno de la 4T ataque a medios y periodistas. Los cuestiona y los critica, eso sí, rompiendo la barrera de lo políticamente correcto. Se ha rehusado a subsidiarlos, sin duda, y su apuesta es que el mercado complete el proceso de selección.

Al paso que vamos, sobrevivirán por un lado aquellos medios financiados por grupos políticos y empresariales que decidan mantenerlos con vida para atacar al presidente López Obrador.

Y sobrevivirán también aquellos otros a los que sostenga su audiencia, en el marco de un nuevo modelo de negocio donde el patrocinio, las suscripciones y las donaciones tendrán tanto peso como, en el pasado, la venta de espacios de publicidad combinada con la venta de ejemplares.  

Si bien no se descarta que algunos despidos hayan sido motivados por el interés de los concesionarios de frecuencias radioeléctricas o editores de medios impresos por quedar bien con el Presidente, tampoco se ha documentado que por dichos ceses el gobierno de la 4T haya respondido con un beneficio para la empresa.

Además, habría que considerar que algunas de las estrellas del periodismo oficialista del sexenio pasado ocuparon esos espacios porque el gobierno los compró para ellos. Su sueldo no los pagaba la empresa sino la oficina de comunicación social de Los Pinos, con el claro propósito de tener posicionados en la radio o la televisión voces y rostros que justificaran el proyecto neoliberal. 

LOS PERIODISTAS SILENCIADOS

En redes sociales circula la lista de los periodistas supuestamente censurados en el gobierno de López Obrador, hasta el 25 de noviembre de 2019:

En lo que va del año, Jorge Ramos “fue cesado de El Universal”; Carlos Marín “tuvo que dejar la dirección de Milenio”; a Carlos Loret de Mola “lo despidieron de Radio Centro y después de Televisa”; y Carlos Padilla, “después de 17 años, fue abruptamente despedido de ABC Radio”.

Ricardo Gómez fue despedido de El Universal; y Sergio Sarmiento terminó “su relación con Grupo Radio Centro”,  pero entró a Televisa donde en la mesa de Tercer Grado le oímos decir respecto a la deposición de Evo Morales que no fue un golpe de Estado, y si ese lo fue “ojalá hubiera más golpes de Estado”.

Ricardo Alemán, “antes de la toma de protesta de AMLO, fue despedido de radio y televisión”, como se recordará por difundir un meme en donde hacía apología de un posible atentado contra el presidente electo.

Rubén Cortés “se despidió de ser director de La Razón” el 26 de junio de 2018. En ese entonces, Ricardo Alemán dijo al respecto que “no es de extrañar que a escasos días de que se lleve a cabo la elección presidencial se sigan cerrando los espacios para los críticos del candidato de Morena… imaginen qué sucederá… si [López Obrador] levanta como el gran ganador de la contienda”.  

No aparece en la lista el bloguero Jorge Roberto Avilés Vázquez, mejor conocido como Callo de Hacha, quien desde el 21 de noviembre de 2019 anunció que su noticiero nocturno La Maldita Hora, en Radio Fórmula, llegaría a su fin el 29 de ese mes.

Pero cierra la nómina Víctor Trujillo, “mejor conocido como Brozo [quien] se despidiera esta semana [pasada] de su programa El Mañanero” en Al Aire Libre Radio.

ADIÓS A DEBATITLÁN

Tras participar el 29 de noviembre de 2019 en la última emisión de esta temporada de Debatitlán, Julio Hernández López hizo en La Octava un elogio de Brozo (‘Al poder se le revisa, no se le aplaude. La despedida de Brozo de la radio’; https://www.youtube.com/watch?v=4BZ6iDaI9tI).

En Debatitlán, el autor de la columna Astillero en La Jornada discutió, fuertemente a veces, con el politólogo Mauricio Merino y con Emilio Lezama, “un joven intelectual y músico” que “ha puesto en circulación su novela” El mejor mundo posible (Cal y Arena, 2019).

Pero ahí también coincidió las mayoría de las ocasiones con Sabina Berman, “la dramaturga más importante en la actualidad de nuestro país”.

En su propio espacio de La Octava, como se denomina ahora en televisión lo que antes fue Radio Centro, Julio Astillero ponderó el legado periodístico de Brozo, no obstante que hace algunos meses discrepó de ‘el payaso tenebroso’ hasta provocar el enojo de Trujillo.

A resultas de la descripción que hizo Brozo en El Mañanero de la mañanera en Palacio Nacional, como un show televisivo con elenco fijo y un guión pensado para agradar a “la perrada”, Trujillo fue literalmente linchado en las redes sociales. Y al analizar el tema en Debatitlán, a Julio Astillero sólo le faltó decirle al anfitrión: Te lo ganaste, por mamón.

El personaje Brozo, recordó Astillero el viernes 29, “ha cruzado desde la televisión pública a la televisión privada”. Y ahora Víctor Trujillo “se despidió, cerró su ciclo [actual] dentro de El Mañanero, un programa que tiene 25 años al aire en diferentes frecuencias”.

Para Astillero, “la valía de Brozo, el personaje más conocido del actor teatral” es que es una opinión relevante, “una voz necesaria en la discusión, en el análisis”.

AL PODER SE LE REVISA

Sin caer en el tremendismo de muchos de sus colegas que reclaman la salida de Brozo como un acto de censura ordenado desde Palacio Nacional, Julio Astillero citó simplemente “las palabras finales de Víctor Trujillo en este ciclo”.

Ya que Brozo anunció que se tomará diciembre para descansar y reanudará en enero, Astillero pronostica: “Volverá a los caminos sin que nos diga todavía exactamente qué es lo que va a plantear, pero él va a continuar desde luego”.

El discurso de cierre de Brozo fue: ‘…nos estaremos viendo y estaremos sabiendo de nosotros en enero, cuando ya tengamos los planes que corresponden para esta nueva etapa que arrancaremos. Les avisamos que en YouTube continuamos. Esta plataforma llegó para quedarse. Un abrazo a todos ustedes, al equipo [del] que ya me despedí, muchas gracias’.

Como un día antes se cumplieron 25 años de El Mañanero, pensando Brozo en una frase para terminar el programa que hubiera sido la lección aprendida ‘desde 1994 que empezamos hasta el día de hoy’, la oración que ‘les puedo regalar como final de este programa [es]: Al poder se le revisa, no se le aplaude’.

Para Julio Astillero, esta frase sintetiza en efecto “25 años de esfuerzo, en este peculiar formato de un payaso dando información; un payaso que ha hecho reír y ha hecho enojar, que provoca emociones diferentes, polémicas. Hay quienes se extrañan, entre ellos extranjeros que llegan a México y dicen pero cómo tienen un payaso que da noticias. Pues sí, forma parte de esa realidad abigarrada, contradictoria, especial y lúdica de nuestro México”.

Y de la frase de despedida de Trujillo, Julio Astillero se pronunció: “Desde luego, yo suscribo lo que ha dicho grosso modo”.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.

Comentarios

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *