En la primera parte de su mensaje durante la presentación en Villa de Álvarez de su libro más reciente, Exceso de muerte. De la peste de Atenas a la covid-19 (Fondo de Cultura Económica, 2022), Armando Bartra habló de “la dimensión material de lo [mucho] que nos golpeó la pandemia”: retrocesos en la economía y crisis de los sistemas productivos, entre otros efectos. Pero hay otra dimensión, la espiritual, agregó el filósofo:
“A mí me provocó quebranto y angustia saber que voy a morir. Tengo 81 años y sé que me quedan pocos, pero trato de no vivir con eso, guardo ese temor bajo la alfombra. Sin embargo, durante la pandemia no nos quedó más remedio que pensar todo el tiempo en que somos frágiles, que la muerte está en nuestros cuerpos. Durante la pandemia no pudimos olvidar el hecho de que somos mortales. Y eso es un golpe espiritual, por dos razones:
“La primera es la modernidad, la cual nos prometió un par de cosas fundamentales. Una, certidumbre. En el mundo antiguo la gente vivía en la incertidumbre respecto a la lluvia, los alimentos, la enfermedad o la muerte. Y la modernidad nos ofreció que la ciencia nos iba a sacar de la incertidumbre.
“A través de las ciencias naturales, íbamos a saber cómo se comporta la naturaleza para poder dominarla. Y, a través de las ciencias sociales, íbamos a saber cómo se comporta la sociedad para poder manipularla. De modo que, con la ciencia, ya no iba a haber incertidumbre natural ni social.
“Pues bien, la pandemia nos demostró que la incertidumbre está ahí”, subrayó Bartra.
NO HAY CERTIDUMBRE
Hace unos días presentaron este mismo libro en la Ciudad de México el secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, y el subsecretario Hugo López Gattel, recordó Bartra.
Si les hubieran preguntado a los responsables de la salud pública en México: ¿va a llegar una nueva variante del virus que sea más contagiosa o más letal?, ¿ va a seguir habiendo ómicron?, la respuesta de los especialistas habría sido: ‘quién sabe’.
“No hay respuestas certeras porque el virus tiene un comportamiento imprevisible, aleatorio como dirían los técnicos. El virus tiene mutaciones: la mayoría lo hacen menos capaz de vivir y desaparece, algunas pocas lo hacen más efectivo”, señaló Bartra.
“Frente a una crisis humanitaria del tamaño de la que estamos viviendo, no hay respuestas. Hay cosas que podemos hacer, como tener una relación menos agresiva con el entorno natural, o como crear un nuevo sistema de salud porque el antiguo fue destruido por el modelo neoliberal. Pero, hagamos lo que hagamos, seguiremos viviendo en la incertidumbre en este caso respecto a la enfermedad, pero también en múltiples dimensiones.
“El cambio climático es motivo de incertidumbre. La economía y su comportamiento errático, las recesiones económicas son motivo de incertidumbre.
“Los campesinos están acostumbrados a la incertidumbre porque dependen del clima, de la naturaleza y de factores impredecibles como una sequía que les hace perder la cosecha. Por el contrario, quienes vivimos en la ciudad quisiéramos que todo fuera seguro, que tuviera horarios, que nunca se cayera el internet ni perdiéramos el celular porque estamos acostumbrados a la conectividad.”
TIERRA DE ABUNDANCIA:
En el marco de la Feria del Libro de Manzanillo que organizaron el ayuntamiento porteño y la editorial FCE, el breviario de Armando Bartra fue presentado el sábado 21 de mayo en la Casa de la Cultura de Villa de Álvarez por el director general de la comisión intermunicipal de agua potable de la zona conurbada capitalina, Vladimir Parra.
Autor de más de 40 libros, el investigador de la UAM-Xochimilco dijo en una intervención que resultó una pequeña conferencia magistral, que el segundo elemento que nos prometió la modernidad fue la abundancia.
Esta es lo contrario de la escasez, lo mismo de alimentos, de vivienda o de bienes, dijo Bartra. En el mundo moderno tenemos abundancia de automóviles, por ejemplo. “Los miles de millones de seres humanos que hay en el planeta cabríamos todos sentados en nuestros automóviles y transportes colectivos, quizá los bebés en las piernas de sus madres. Naturalmente, esos vehículos no podrían moverse hacia ningún lado. Los automóviles que son para circular mejor, nos han colocado en las horas pico en una situación de inmovilidad en las grandes ciudades.
“Tenemos abundancia de antibióticos: nos los prescriben con facilidad y nos los autorrecetamos irresponsablemente. Pero los antibióticos crean resistencia y resulta que ahora, en lugar de curarnos, están empezando a producir enfermedades más resistentes.
“Y hasta los medios de comunicación que supuestamente nos dan información en tiempo real sobre lo que sucede en nuestro entorno, nos están saturando de información. Ya no sabemos qué es importante y qué no. Además, los medios mienten.”
Es decir, si la modernidad nos ofreció certidumbre y abundancia, la covid-19 demostró que el mundo no es certero ni pródigo. “La promesa de la modernidad está en crisis y el virus lo puso de manifiesto”, sentenció Bartra.
CRÓNICAS DE LA PESTE
El autor invitó a leer su libro por una razón adicional a la de repensar la modernidad: por quiénes son las personas con las que trató de dialogar al escribirlo.
“Evidentemente, hay que hablar de la covid-19 con la gente que está viviendo la enfermedad. Hay libros como el de Boaventura de Sousa Santos (El futuro comienza ahora: De la pandemia a la utopía; Ediciones AKAL, 2021) y otros muchos estudios sobre esta pandemia”, pero Bartra no habla de la covid particularmente “porque lo que importa es hablar con quienes han sufrido pandemias. Y las han padecido los seres humanos desde los tiempos de la antigüedad”.
Considerado el primer historiador ya que Herodoto es más un cronista –apuntó Pedro Salmerón, quien esa tarde presentó en el mismo auditorio su obra más reciente sobre la batalla por Tenochtitlan–, el griego Tucídides dice para arrancar su relato sobre la pandemia que azotó Atenas en el siglo V a. de C.: ‘Y llegó de repente, llegó como algo inesperado y quebrantó nuestros corazones’.
“También esta pandemia llegó como algo inesperado. Los epidemiólogos sabían que iba a llegar, pero los demás no, igual que no pensamos que va a llegar la muerte. Y esto quebrantó nuestros cuerpos y nuestros corazones, es decir, nos puso en crisis como seres humanos, no nada más como organismos.
“Ninguno de los otros autores que están tratando de responder a la crisis actual, tienen la penetración de Tucídides.” No obstante, Bartra recoge también el testimonio de Daniel Defoe, quien habló de otra “pandemia terrible que destruyó el orgullo de la gran ciudad del colonialismo, Londres, en 1660. Defoe nos hace una descripción del desmoronamiento de una sociedad, y no he visto versión mejor de la que él hace de la crisis que vivió siendo muy pequeño”.
“Luego seguimos con dos mujeres novelistas: Virginia Woolf y Katherine Ann Porter. Las dos sobrevivieron a la pandemia de la llamada influenza española que mató a 100 millones de personas entre 1918 y 1919. Ellas hablan de la muerte que pudo haberles llegado.”
HISTORIA REPETIDA
Hace un siglo hubo una pandemia, ahora lo sabemos. Fue muy grave y es la antecesora de la actual, advirtió Bartra, pero si le preguntan a cualquiera qué es lo más grave que ocurrió en el siglo XX, dirá tal vez que fue la Primera Guerra Mundial o la Segunda, y, dentro de esa conflagración, el Holocausto o las bombas de Hiroshima y Nagasaki, tan innecesarias porque la guerra ya estaba resuelta pero Estados Unidos necesitaba probar sus nuevas armas. Algunos dirán, “siendo optimistas”, que la revolución mexicana, la revolución rusa o la revolución china. Pero no, la gran tragedia del género humano en el siglo XX fue la pandemia de influenza.
Murió más gente que en la primera y la segunda guerra mundial, que en el genocidio judío o que en las dos ciudades japonesas, sumadas todas las mortandades “y agréguenle”. Cien millones es el 5% de los seres humanos que vivían entonces. “Uno de cada 20 murió y lo enterramos, lo olvidamos”. Quedó la anécdota, pero no la vemos como lo más terrible que ocurrió el siglo pasado, pese a que fue el episodio más doloroso en la historia humana.
“Y no se reflexionó sobre ello porque el fascismo tenía rostro”. Sabemos quiénes estaban detrás del nacional-socialismo: Hitler, Krupp y la industria acerera de Alemania. Y, en Estados Unidos, sabemos quiénes fabricaron las bombas y quién ordenó lanzarlas. Del genocidio judío señalamos la culpabilidad del pueblo alemán que “no fue capaz de resistir”. En todos los casos hay culpables, de la pandemia no. “Sabemos que la pandemia provoca injusticia, pero en su origen no hay culpables. Y enfrentarnos a algo que no tiene rostro ni nombre, es muy complicado”.
“Ahora mismo, la guerra en Ucrania podría extenderse por Europa y ponernos en riesgo de una guerra nuclear. La humanidad entera estamos asustados, parecía que el peligro de una conflagración atómica había desaparecido pero ahí está.
“La guerra fría entre las potencias no terminó. Por un lado, Rusia tiene intereses y es una potencia mundial al frente de la cual está Putin, un irresponsable que se lanzó contra el nuevo orden que quiere establecer unilateralmente Estados Unidos a través de la OTAN. Por otro, la Organización del Tratado del Atlántico Norte es un acuerdo militar que está buscando involucrar a Ucrania en la lucha contra Rusia.”
Sabemos que “los culpables son Putin y Biden” y cómo están operando la guerra de Ucrania, donde siguen muriendo personas. “Podemos vivir esa guerra con temor, pero sabemos de qué se trata. En cambio, no podemos hacer lo mismo con ómicron”.
“La guerra espanta, indigna y da coraje, la pandemia nos angustia. Cuando no puedes señalar a nadie, no es tan fácil enfrentar los desafíos con un ‘¡no pasarán!’”, apuntó Bartra.
NO PODEMOS OLVIDAR
“Podemos atenuar la enfermedad, lo que no podemos es modificar nuestra condición de fragilidad. Incluso si podemos atenuar sus efectos y hacer que no sea tan injusta ni tan frecuente, no podemos dejar de ser mortales como individuos o como especie.”
Eso sí, “podemos preguntarnos cómo le hacemos para salir mejores de esta crisis. Mas, para ello, hay que tomarla en serio. No puede pasar como en el siglo XX que se nos olvidó la crisis humanitaria más grande en la historia. No puede suceder en el siglo XXI que se nos olvide esta crisis, porque además muy probablemente va a haber otras y quizá sean más graves”, sostuvo Armando Bartra.
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