En días pasados vimos a figuras de la farándula, como Isabel Lascurain y Carlos Rivera, tratar de ganar likes en sus redes sociales con críticas al gobierno mexicano por la falta de medidas sanitarias en los aeropuertos ante la pandemia del coronavirus.
Sin embargo, cada vez que alguien abre el video de la Pandora, Twitter no concede derecho de réplica al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, quien en su oportunidad explicó que las fronteras son porosas y que, en ese momento que Lascurain regresó de Guatemala, resultaba inútil tomarle la temperatura a cada pasajero que bajaba de un avión porque era ínfima la posibilidad de que, en caso de tener fiebre, esta fuera de síntoma de Covid-19.
El fin de semana largo por el 21 de marzo, luego que la SEP anunciara que se suspenderán labores en las escuelas a partir del lunes 23 de marzo para reanudarse el 20 de abril porque ya pasamos en México a una nueva fase de la pandemia, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, instaló puestos de control sanitario en los aeropuertos de Guadalajara y Vallarta, la terminal de cruceros de ese puerto y en las terminales de autobuses de la zona metropolitana capitalina.
La medida, aclaró Alfaro, se tomó ante lo que consideraba falta de acción del gobierno federal. Pero aun cuando ya es más probable que los casos de fiebre, tos y disnea detectados en esos controles correspondan a enfermos de Covid-19, es posible que sigan pasando portadores del virus asintomáticos sin que sean descubiertos por el personal médico.
A menos que les apliquen a todos los pasajeros que desciendan de aviones, barcos y autobuses la prueba de laboratorio para detectar el coronavirus, lo que ha ordenado el mandatario jalisciense suena a demagogia.
Un ex funcionario de la Secretaría de Salud en Colima me explica lo que hacen esos filtros sanitarios en caso de epidemias: establecer criterios para detectar signos y síntomas, mayores y menores; se pone especial cuidado en aquellos casos sospechosos por asociación epidemiológica, o sea, cuando el viajero procede de lugares epidémicos.
DECLARACIONITIS
Volviendo a los cantantes metidos a epidemiólogos, el intérprete de El Rey León se hizo una selfie a bordo del avión en el que volaba desde Madrid, donde aparece cubierto con un tapabocas negro. Como la Pandora, Rivera también se dijo sorprendido porque al llegar a Ciudad de México “no le preguntaron nada ni tampoco lo revisaron”.
Tendría sentido que el cantante usara el pedazo de tela para proteger a los demás pasajeros, sabiéndose él portador potencial o enfermo del Covid-19. Pero al usar el tapabocas por varias horas, en lugar de limitar el riesgo de contagio el cantante lo incrementó.
Por la molestia que produce tener la boca cubierta, Rivera aumentó las posibilidades de tocar la tela con sus manos, probablemente contaminadas por el contacto con superficies no desinfectadas. Si no se lavó las manos con regularidad, del tapabocas el virus habría pasado a su lengua, nariz u ojos.
Si fueran más responsables estos supuestos influenciadores, sobre todo menos protagónicos, Isabel Lascurain y Carlos Rivera tendrían que haber hecho como Jurgen Klopp, el director técnico del Liverpool que, según la Red Ética de la Fundación Gabo, “acaba de darle al mundo una lección de ética periodística”.
Cuando en rueda de prensa un reportero le preguntó qué opinaba acerca del coronavirus, el entrenador dijo: “Mira, lo que no me gusta en la vida es que para hablar de algo muy serio, la opinión de un entrenador de fútbol sea importante. No lo entiendo, Realmente no lo entiendo”.
Su equipo acababa de perder 2-0 ante el Chelsea por la FA Cup (el torneo de copa en Inglaterra), pero le pregunta fue sobre ¡salubridad!
En esos temas “no es importante lo que digan las personas famosas. Hay que hablar de las cosas de la manera correcta y no las personas sin conocimiento, como yo, que hablan de algo que no saben. Son las personas con conocimiento las que deberían decirle a la gente que haga esto o lo otro y si esto está bien o no. No entrenadores de fútbol. No entiendo de política, ni del coronavirus”.
En ‘¿Cómo combatir la desinformación que se expande con el coronavirus?’, subido el 4 de marzo de 2020 (https://fundaciongabo.org/es/etica-periodistica/debate/como-combatir-la-desinformacion-que-se-expande-con-el-coronavirus), la fundación para el nuevo periodismo iberoamericano creada por el Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, subraya que la respuesta que da Klopp “resulta ser un potente mensaje en contra del periodismo de declaraciones”.
La enfermedad de la “declaracionitis”, como la llamaba Javier Darío Restrepo, es esa costumbre periodística de convertir en noticia la declaración de un líder político o un famoso, simplemente porque es famoso, no porque tenga valor realmente informativo.
FAMOSO, NO SABIO
La pandemia es real y ha cobrado miles de vidas, pero “la desinformación alrededor de este nuevo virus ha crecido de manera alarmante y peligrosa”, al grado que plataformas tecnológicas como Facebook y Google tomaron cartas en el asunto.
Al margen de lo que dice la Fundación Gabo, los periodistas debemos ser prudentes. No ser esa prensa sensacionalista que quiere ganar audiencia, vender ejemplares o ganar clics.
Por lo demás, hay una oposición política que da voz de alarma respecto a la pandemia sólo para debilitar a un gobierno que se atrevió a negar inicialmente la gravedad de la epidemia, lo mismo en México que en Estados Unidos o Gran Bretaña.
En nuestro país se ha querido magnificar los estragos del virus. El domingo por la noche, varios columnistas hicieron el ridículo lamentando la muerte del primer enfermo de coronavirus, el empresario José Kuri, cuyo deceso fue desmentido por la familia.
Tras profetizar que por causa del Covid-19 acabará colapsando el sistema de salud, periodistas financieros ya decretaron que el gobierno de la 4T debe eliminar del presupuesto el gasto en programas sociales. Evidentemente, en los subsidios a los pobres descansa la política clientelar de un régimen que enfrentará sus elecciones intermedias en 2021.
Aunque el gobierno de López Obrador se ha ceñido a los protocolos de la OMS, la oposición política, empresarial y mediática que ha venido enfrentando apuesta por una parálisis económica. Esperan que los costos políticos que producirá la desaceleración económica, los pague Morena al perder la mayoría en San Lázaro.
Por lo que implica para los ingresos de los prestadores de servicios, la cancelación de eventos masivos y cualquier forma de reunión debe aplazarse hasta que sea realmente necesario. De otra suerte, la gente no verá la conveniencia personal de quedarse en casa.
De lo publicado en los medios, podemos inferir también el trabajo de los cabilderos de la industria farmacéutica para presionar a los sistemas de salud, o el trabajo de lobistas y mercadólogos al servicio de fabricantes de tapabocas, desinfectante y toda clase de productos no perecederos, que buscan generar compras de pánico. El fin de semana, los supermercados en Colima estuvieron llenos pero los tianguis lucían desolados.
INFORMACIÓN QUE CURA
Volviendo a la Fundación Gabo, esta pide tomar en cuenta opiniones como la de la periodista Natalia Guerrero, para quien la pregunta del periodista a Klopp en la rueda de prensa era perfectamente válida, y la respuesta del estratega fue más bien irrespetuosa:
“…la pregunta no era científica sino sobre el contexto de la pandemia que tiene semiparalizado al mundo. Los eventos masivos, viajes y grupos son vulnerables y parte del asunto. La bacanería [de la barba y la gorra] no da licencia para tratar de idiota al periodista”.
Todo porque Klopp había dicho: “No entiendo ni me gusta que simplemente por el hecho de ser famoso mi opinión sea relevante sobre un tema del cual no soy experto ni tengo conocimiento. Yo soy un simple tipo que lleva una gorra de béisbol y va mal afeitado”.
Las preguntas válidas son, a juicio de la Red Ética, las siguientes:
¿Qué puede hacer el periodismo para combatir la desinformación sobre el coronavirus?
¿De qué manera evitar que circulen informaciones que solo promueven la discriminación de personas asiáticas o, ahora, hasta de los europeos?
¿Cómo motivar a las audiencias para que compartan la información confirmada, con el mismo entusiasmo con el que reenvían cadenas que solo desinforman?
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.