Por el enfoque humanista y en ciencias sociales que tiene la Facultad de Letras y Comunicación (Falcom), el perfil de los periodistas egresados del plantel tiene una esencia cultural.
Cabe decir que, además de Periodismo, en esta escuela de la Universidad de Colima se ofrece otra licenciatura en Lingüística, más las dos carreras que sugiere el nombre de la facultad: Letras Hispanoamericanas y Comunicación.
Sin embargo, de aquel periodismo con pretensiones literarias que viene de la tradición cultural del siglo XIX y que –como decía Gregorio Macedo López– era una forma del magisterio, parece quedar muy poco en las expresiones del actual ‘periodismo ciudadano’.
No hay que confundir el periodismo de las redes sociales con el periodismo digital, que es el mismo periodismo riguroso de siempre pero desarrollado en las diferentes plataformas surgidas en internet.
En las redes sociales, importa más el qué decir que el cómo decirlo. Y a la falta de precisión y en ocasiones de veracidad, se suman la ausencia de estilo.
Esa degradación del oficio, nos ha llevado a creer entre otras cosas que un ámbito del periodismo tan especializado como es el cultural, está en peligro de extinción.
O, como dijo Humberto Musacchio –autor de Historia del periodismo cultural en México (Secretaría de Cultura, 2007)– en una conferencia impartida recientemente en Colima, que se encuentra sumido en una de esas crisis recurrentes a los que se ha enfrentado el periodismo cultural en nuestro país, junto con las publicaciones especializadas en ese tipo de textos.
Dentro de la misma Semana del Periodismo que organizó el Gobierno del Estado a inicios de mayo, José Luis Martínez S. complementó lo dicho por Musacchio respecto a la larga tradición de periodismo cultural en México.
Como herederas de esa tradición, el autor de La vieja guardia (Grijalbo, 2005) enlistó las publicaciones especializadas (hojas de poesía, páginas y suplementos culturales en los periódicos, revistas literarias y de divulgación cultural) que subsisten en medio de la crisis económica que sufre la prensa en general, y los medios impresos en particular.
CANGREJO ERMITAÑO
Como un cangrejo ermitaño –citó Jorge Vega Aguayo en una mesa redonda sobre el tema, el miércoles 22 de mayo de 2019, dentro de la Semana de la Falcom–, el periodismo cultural está mudando de casa, probablemente a los medios digitales donde no hay costos de impresión y la distribución está garantizada en tanto sepan esas publicaciones (ahora ya como sitios de internet) construir sus propias comunidades de lectores.
Si bien el periodismo es uno de los oficios de la cultura y, en ese sentido, todo el periodismo es una manifestación cultural, existe un área del periodismo al que podemos denominar ‘cultural-cultural’.
Son fácilmente reconocibles las piezas de periodismo cultural por la temática de sus contenidos. Aunque pareciera que el lector tiene menos dificultades para identificar estos textos (en el caso del periodismo escrito, o productos audiovisuales en el caso de la radio y la televisión), que el propio periodista a la hora de definir cuál es la ‘fuente cultural’.
Para fines didácticos, a ésta podemos definirla por el ‘entorno’ en el que se genera la información cultural, que es la materia prima del trabajo periodístico, y por el ‘ámbito’ de los contenidos que usualmente maneja.
ENTORNO CULTURAL
En el capítulo dedicado al Periodismo Cultural, dentro del libro Áreas del periodismo (Bernardino Cebrián Enrique y Luis María Mirón, coordinadores. Colección Periodística 54. Comunicación Social, Ediciones y Publicaciones, Salamanca, España, 2013), María Teresa Mercado Sáez desglosa el entorno de la cultura en siete ‘fuentes’:
1) Las instituciones públicas y organismos descentralizados de los tres niveles administrativos (federal, estatal y municipal) vinculados a la promoción de las expresiones culturales, la conservación del patrimonio cultural y la difusión de los bienes simbólicos.
A nivel nacional, y centralizado en la Ciudad de México, la lista abarca la propia Secretaría de Cultura, los institutos de Bellas Artes, Antropología e Historia o de Cinematografía; el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano; los grandes museos y las bibliotecas nacionales; las compañías nacionales de Teatro, Ópera o Danza; la Cineteca Nacional, el Teatro de Bellas Artes y el Auditorio Nacional; el Archivo Nacional y otros centros de documentación, etcétera.
En provincia, los periodistas culturales tenemos que encontrar las equivalencias de estas instituciones públicas, y considerarlas como fuentes informativas en su justa dimensión.
2) Las empresas y representantes de los sectores culturales: editores, libreros, galeristas, ilustradores, etcétera.
3) Las asociaciones de profesionales: músicos, teatristas, artistas visuales o productores audiovisuales, entre otros gremios.
4) Las asociaciones culturales y fundaciones que, en España, van desde los amigos de los castillos y los museos, a todas aquellas organizaciones sociales dedicadas a la interpretación del patrimonio y la preservación del legado histórico.
5) La Iglesia Católica, en cuanto a propietaria de incalculables bienes culturales (arquitectónicos y de arte sacro).
En el caso de México, al ser estos bienes propiedad de la nación, la iglesia romana ha quedado fuera de una discusión en la que tendría mucho que aportar, sobre todo en materia de tradiciones religiosas y festividades litúrgicas. Sin el conocimiento de esa religiosidad, no se entiende la vinculación de la fe con la cultura popular.
6) Colectivos cívicos y vecinales: plataformas ciudadanas surgidas por asuntos concretos con carácter local o regional. Si bien, en México, la organización de grupos cívicos para la preservación y el aprovechamiento sustentable del patrimonio cultural y natural es uno de los retos de la llamada sociedad civil.
7) Centros de investigación, universidades e instituciones académicas. Desde los grandes centros del saber como la UNAM y el IPN, hasta las casas de estudios y tecnológicos en los estados.
Quedan incluidas también aquellas instituciones que no están enfocadas a la docencia, como la Academia de la Lengua, el Colegio Nacional o el Seminario de Cultura Mexicana; sus entidades correspondientes o similares en los estados; y los núcleos donde se está generando conocimiento a nivel local, como el Archivo Histórico del Municipio de Colima.
EL ÁMBITO CULTURAL
Forma parte del ámbito del periodismo cultural todo lo que se refiere a las industrias culturales que, cada año, inciden en un porcentaje mayor del producto interno bruto; lo que concierne a los numerosos profesionales de la cultura que trabajan dentro de estas industrias, como empleados, y en colaboración o competencia con ellas como trabajadores independientes; así como lo que interesa a los espectadores, lectores y visitantes de museos, quienes conforman los públicos o audiencias.
Es información cultural, fundamentalmente, la que da cuenta del patrimonio cultural de la nación. Y como lo estableció en 1982 la Unesco en México, Patrimonio cultural es el tesoro de un pueblo.
Comprende las obras de sus artistas plásticos, arquitectos, músicos, escritores y sabios, “así como las creaciones anónimas surgidas del alma popular, y el conjunto de valores que dan sentido a la vida, es decir, las obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo; la lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos, la literatura, las obras de arte y los archivos y bibliotecas”.
Al periodista cultural le preocupa no sólo salvaguardar ese patrimonio, sino también cómo esa preservación se vincula con políticas de desarrollo, tanto desde el punto de vista cultural como del económico.
Para María Teresa Mercado, el patrimonio cultural es la clave en la construcción de nuestra cultura a través del tiempo, “representa un testimonio de nuestra espiritualidad”. Pero para protegerse, primero ha de ser creado.
“Los objetos, edificios o tradiciones adquieren sentido patrimonial si se cuentan y la gente las siente como suyas. La difusión es la gestión mediadora entre el Patrimonio cultural y la sociedad”. Y en ese esfuerzo colectivo por comunicar la cultura se inscribe el trabajo de los periodistas culturales, podemos concluir con Mercado.
De eso hablaremos en una siguiente entrega.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com. Esta columna también se puede leer en: www.carvajalberber.com y sus redes sociales.