OPINIÓN SIN MATICES

Como parte de la mesa de periodistas del 22 de abril de 2020, Julio Hernández López y sus invitados abordaron en el espacio de Julio Astillero (https://www.youtube.com/watch?v=JqcVvwPJtOY) la valoración que del periodismo nacional hizo el presidente López Obrador esa misma mañana.

Después de escuchar las opiniones de alguien que mereció elogios del Presidente por defender al régimen de la 4T (Federico Arreola) y de uno de los descalificados (Ciro Gómez Leyva), debatieron el tema Alberto Nájar (editor de Pie de Página, productor para México y Centroamérica de la BBC y presidente de la Red de Periodistas de a Pie), Arturo Cano (cronista de La Jornada) y Martha Zamarripa, periodista independiente y ex candidata del PRD a la gubernatura de Nuevo León en 2009.

Según Nájar, el Presidente se equivoca al descalificar al periodismo “por unos cuantos”. López Obrador “sigue confundiendo el periodismo crítico y profesional con aquel que respalda a su gobierno”. Y el ejemplo de Francisco Zarco que volvió a citar, no es el más apropiado por la distancia en el tiempo y porque en la Reforma era otro modelo de periodismo el que imperaba, eran otros valores cívicos y otras las circunstancias históricas.

“Es mentira que no hay periodismo profesional en México”. Más allá de los medios grandes tan cuestionables, “hay muchos medios en todo el país que hacen un trabajo profesional, las más de las veces arriesgando la vida de los reporteros”.

En uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo, las palabras de un presidente, “con tanta fuerza y tanto respaldo” como López Obrador, tienen un peso que puede derivar en agresiones a los periodistas.

“Muchos de los seguidores del Presidente no distinguen matices. Respaldan a López Obrador en todo y sin autocrítica. Es real el riesgo de sufrir agresiones para quien expresa críticas al gobierno en las redes sociales”, comenta Nájar.

ESE TUFO GOLPISTA

¿Por qué vuelve el Presidente al tema de la objetividad de los medios en este momento?, se pregunta por su parte Arturo Cano.

¿Es ese tufo golpista presente en las voces de buena parte de la opinocracia, los líderes de la oposición y el empresariado, lo que lleva a reabrir el debate?

¿Siente López Obrador que hacen falta plumas en su defensa, para ganar la discusión en los medios impresos?

“Usualmente la prensa internacional hace eco de lo que lee en la prensa local, y en esos medios extranjeros le ha ido mal a este gobierno. Las críticas en otros países han sido muy duras y coincidentes con las de la opinión publicada en México”, expone Cano.

Martha Zamarripa apunta, a su vez, que el presidente no tiene medios públicos fuertes y está bajo el acoso de los privados. Por si fuera poco, las “benditas redes sociales” que le ayudaron a ganar en 2018, también se han inundado del otro sector que apoya lo que dicen los medios tradicionales.

Para la periodista, los extremos no sirven a la sociedad ni al gobierno que necesita ser acotado, tampoco a los medios de comunicación. Y estamos justo en los extremos: “Pasamos de un periodismo elogioso y complaciente que aplaudía todo lo que hiciera el gobierno en turno, a un periodismo para el que todo lo que hace el gobierno de López Obrador está mal”. Se necesita el matiz en todo, “decir en esto se equivocó pero en esto otro tuvo aciertos”.

NO ME PAGAS, TE PEGO

Para Zamarripa, “es delicado que el Presidente generalice la falta de profesionalismo, cuando en México tenemos un periodismo heroico. Y ahí están las cifras lamentables de asesinatos de periodistas”.

Sin embargo, “es verdad que hay un cerco informativo tremendo”. Los medios critican todo lo que hace López Obrador como parte de una campaña, donde lo delicado no es la crítica infundada sino esta idea de “pasar del golpe blando al golpe de Estado”.

A la columnista, “desestabilizar al gobierno” le parece sumamente delicado. “Pero tampoco se puede generalizar que todos los periodistas participan de la idea. Hay muchos buenos periodistas, serios y con un gran compromiso”.

Por lo demás, entiende que a López Obrador le harte abrir los periódicos, prender la radio o la tele, y escuchar únicamente críticas. “Es irónico que se canse de tanta crítica alguien que siempre ha pregonado la tolerancia y jamás atentaría contra la libertad de expresión. Pero es evidente que por momentos olvida el peso que tiene la investidura presidencial”.

Para Zamarripa, hay un Periodismo con mayúsculas en México y es irresponsable generalizar la crítica al gremio. Sin embargo, venimos de una tradición difícil de romper: pasamos del “no pago para que me peguen” de López Portillo, al “como no me pagas, te pego”, de la prensa con López Obrador.

“Lo interesante es saber quién paga ahora a los que se dedican a atacar al gobierno de la 4T. Andrés Manuel habla de que algunos han caído en tentaciones, aludiendo a que están recibiendo cochupo.

“Como sea, para un presidente de la república es imperativo ser tolerante a la crítica y matizar sus propias opiniones. Si bien es cierto que hay una campaña muy dura en su contra, también hay un periodismo muy profesional y no se puede meter a todos en el mismo paquete”, sostiene Martha Zamarripa.

PERIODISTAS DE A PIE

Pareciera que, ofuscado por lo que dice una élite periodística, López Obrador no visualiza el trabajo de los periodistas de a pie, plantea Julio Astillero.

Y Alberto Nájar llama la atención de la mesa sobre la paradoja de un presidente que le habla al pueblo pero que se concentra en las élites periodísticas, en esos grupos mediáticos claramente identificados con los intereses de los grandes empresarios.

“Hay muchos compañeros en todo el país que hacen un trabajo heroico, en constante riesgo, en zonas donde un ejercicio pleno de la libertad de expresión significa peligro de muerte. Ese es precisamente el tipo de periodismo que se hace en los lugares donde López Obrador tiene más respaldo, donde está aplicando los programas sociales”, señala Nájar.

Astillero no puede ignorar el contraste entre el trato tan duro que le dio el Presidente a los columnistas que mencionó por su nombre en la mañanera, con el trato tan suave que le dio a Javier Alatorre después del ex abrupto del conductor de TV Azteca, quien llamó a desoír las indicaciones del subsecretario Hugo López-Gatell.

COMIDA CON PODEROSOS

Arturo Cano está de acuerdo en que hay columnistas, opinadores y conductores estrella de los noticieros que, como periodistas, son poco profesionales.

Como dijo López Obrador, muchos de esos personajes nunca entendieron ni les interesa entender el nuevo escenario comunicacional: “quieren volver a los viejos códigos y formas de relación privilegiada entre la prensa y el poder; quieren volver al oficio como la suma de desayunos y comidas con los poderosos”.

Si Federico Arreola critica a sus compañeros es porque hace mucho que se acabó el ‘perro no come perro’. Habrá que hacer canibalismo “mientras subsista ese periodismo que responde a los intereses de las elites económicas y no a la necesidad de la sociedad de mantenerse informada”, dice Cano.

Otros “pertenecemos a distinta manada, a la de Javier Valdez y Miroslava Breach, junto con cientos de colegas que en este momento realizan su trabajo en condiciones precarias, con recortes de salario e incluso bajo amenaza del crimen organizado”.

Por lo demás, hay que ubicar las expresiones del Presidente en el contexto de una crisis sanitaria en la que, en los medios masivos, ha sido dominante la crítica y el cuestionamiento a la estrategia gubernamental frente a la pandemia:

“Es muy curioso que durante largas semanas la crítica fue que López Obrador no oye, que es un autócrata y autoritario. Pero cuando entregó la conducción de la estrategia sanitaria a los expertos, sus críticos no dieron marcha atrás ni corrigieron sus observaciones, pues lo importante para ellos es sumarse a una ola de cuestionamientos que empieza ya, peligrosamente, a plantear la desestabilización del país y buscar una salida fuera de la Constitución”, resume Arturo Cano.      

LOS CHICOS DEL CORO

¿Ha faltado, acaso, construir una alternativa de medios públicos para que estos reflejen las políticas del gobierno?, pregunta Astillero.

Para Martha Zamarripa, necesitamos construir medios alternativos que sean equilibrados, porque no se trata de apoyar o de atacar al Presidente, sino de informar y crear opinión.

Nájar destaca la existencia de algunas voces: el propio Julio Astillero, Hernán Gómez o Gibrán Ramírez. Incluso René Delgado y Jorge Zepeda Patterson intentan “un análisis más profundo y objetivo”. Pero “no hay un equilibrio de fuerzas”.

Es abrumador “el coro griego que trata de imponer una narrativa” donde: 1) cayó la popularidad de López Obrador y “de ahora en adelante todo será cuesta abajo”; 2) hay un “mal manejo de la crisis sanitaria” y 3) hay un rechazo del Presidente a apoyar a las clases medias, “nos va a dejar abandonados”.

De esas premisas deriva la meta: que la oposición unida gane el Congreso en 2021, y si se puede salir antes de López Obrador mediante una solución anticonstitucional, mejor, apunta Nájar.

Para Arturo Cano, los medios tradicionales no han hecho un esfuerzo para matizar sus visiones; se rehúsan a sumirse en el proceso de reflexión al que nos obliga la situación mundial.

LES LLEGÓ A LA BOLSA

Zamarripa observa que a los medios tradicionales no les interesa reflejar de manera fidedigna lo que está haciendo el gobierno de López Obrador, porque hay una bolsa de publicidad oficial que está siendo afectada y, con ella, el bolsillo de los empleados de esas empresas mediáticas.

Por esa afectación directa, obvian “una cobertura más equilibrada y objetiva de lo que informa el gobierno. No han entendido la nueva realidad, querrían que se volviera el esquema anterior. Cambiar esta fuera del foco de algunos medios y de algunos periodistas”.

Los medios pasan por alto que los cambios cuestan y estamos en proceso de cambio, en la construcción de un nuevo régimen. No podíamos pasar de manera tersa de un régimen plagado de corrupción a uno que la combate. Y los costos del cambio los estamos viendo ya en el crecimiento de la reacción, resume Martha Zamarripa.

¡YO NO ME LLAMO JAVIER!

La periodista apuesta que detrás de muchas de las actitudes de los periodistas está el gran capital. Si bien hay empresarios que han entendido el llamado de unidad nacional y se sumaron a la tregua, otros no.

El caso de Ricardo Salinas Pliego es muy delicado y no se justifica la tolerancia del Presidente con su “amigo” Javier Alatorre, pues no se trató de un ejercicio de la libertad de expresión sino de un llamado a la desobediencia civil, sentencia Zamarripa.

Por cierto, el conductor se disculpó horas después diciendo que no se explicó bien, y enmendó su error en una entrevista con Hugo López-Gatell. Pero en el momento que se desahogaba la mesa, como dijo uno de los participantes, TV Azteca no había entendido aún la necesidad de mantener un equilibrio entre las medidas para mitigar la crisis de salud y las que se tomaron para contener la crisis económica.

Los panelistas coincidieron en que Salinas Pliego quiso hacer alarde del poder televisivo y, quizá, forzar una negociación con el gobierno ya que sus adeudos fiscales son enormes.

Sin embargo, Arturo Cano cuestionó ese poder porque, si bien los mexicanos miran todo el tiempo la televisión, no se informan con ella. “Ni la televisión ni las redes sociales tienen tanta penetración como se cree”. Lo que estamos viendo es una batalla por las élites que son las que miran noticieros, leen periódicos y usan redes sociales para emitir opiniones.

Si en el pasado la televisión tuvo influencia se debió a que tenía cierto poder en las élites y en los gobernantes. A los hombres del poder les interesaba mantener su buena imagen televisiva y muchas de sus decisiones políticas se basaban en lo que se podría comentar de ellas en los medios de comunicación. En cambio, a López Obrador no le interesan, zanjó Cano.

Y ante la duda si el llamado de Alatorre realmente se tradujo en un relajamiento de las medidas de distanciamiento social, Zamarripa apuesta a que lo que estamos viendo es el hartazgo por la cuarentena en algunos sectores, mientras que Cano subraya que mucha gente en este país no se guarda porque, si se queda en casa, sencillamente no tendrá qué comer.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com.

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